Un internado ugandés rescata a las jóvenes del matrimonio forzado

Esther Nangiru (a la izquierda) y Susan Cherotich son víctimas de matrimonios forzados; ellas se refugian en la Escuela Primaria para Niñas de Kalas, en Amudat (norte de Uganda). La escuela, dirigida por las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, ofrece asesoramiento y apoyo psicosocial a las niñas que han escapado de la mutilación genital y del matrimonio infantil. (Foto: Gerald Matembu)

Esther Nangiru (a la izquierda) y Susan Cherotich son víctimas de matrimonios forzados; ellas se refugian en la Escuela Primaria para Niñas de Kalas, en Amudat (norte de Uganda). La escuela, dirigida por las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, ofrece asesoramiento y apoyo psicosocial a las niñas que han escapado de la mutilación genital y del matrimonio infantil. (Foto: Gerald Matembu)

Sentada en su pupitre de la Escuela Primaria para Niñas de Kalas, en esta localidad remota del norte de Uganda, Susan Cherotich, de 15 años, relataba entre lágrimas cómo había huido de casa de sus padres —unas seis semanas antes— debido a la presión de sus tíos y mayores para que se casara antes de completar su educación.

La estudiante de octavo grado contó que sus padres se oponían a la idea, pero que la presión de la mayoría de los miembros de su grupo para que formara un hogar con un hombre era más fuerte, una práctica común en su tribu pokot.

Susan afirmó que sus tíos y mayores querían venderla en contra de su voluntad para que se casara por docenas de vacas con un hombre mayor al que no conocía. "Me enteré de que el hombre tenía varias esposas y estaba dispuesto a entregar muchas vacas", expresó.

"Me fui por la noche al darme cuenta de que iban a venir a casarme", manifestó Susan, quien se había refugiado en una comisaría de policía antes de que unas religiosas la llevaran a la Escuela Primaria de Niñas de Kalas, en la parroquia de Amudat y dirigida por las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya. "Mi padre les suplicó a sus hermanos y a los mayores que me dejaran terminar la escuela, pero ellos se opusieron diciendo que era el momento adecuado para casarme, ya que las escuelas estaban tardando en reanudarse debido al cierre por COVID-19", explicó.

La Hna. María Proscovia Nantege, de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, posa con alumnas de la Escuela Primaria de Niñas de Kalas, en Amudat, al norte de Uganda. (Foto: Gerald Matembu)

La Hna. María Proscovia Nantege, de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, posa con alumnas de la Escuela Primaria de Niñas de Kalas, en Amudat, al norte de Uganda. (Foto: Gerald Matembu)

Susan es una de las miles de niñas del norte de Uganda que han sido rescatadas de matrimonios que no querían y llevadas a la Escuela Primaria para Niñas de Kalas, que también está respaldada por ONU Mujeres, Unicef y el Programa Mundial de Alimentos. El internado ofrece esperanza y un refugio a las niñas que han escapado de la mutilación genital y el matrimonio infantil. En la escuela, las niñas reciben asesoramiento y apoyo psicosocial.

Uganda exhibe una las tasas más altas de matrimonio infantil y forzado en África Oriental, según un informe de 2019 de Unicef en el que se precisa que este país de más de 45 millones de habitantes acoge a 5 millones de niñas casadas;  de estas, 1.3 millones se casaron antes de los 15 años.

El informe también señala que el matrimonio infantil da lugar a embarazos en la adolescencia, lo que contribuye a una elevada mortalidad materna y a complicaciones sanitarias como la fístula obstétrica, los partos prematuros y las enfermedades de transmisión sexual; también es la principal causa de abandono escolar de las niñas.

Esta práctica está muy extendida en zonas rurales como Amudat, donde hay altos niveles de analfabetismo, pobreza y desempleo, señala Unicef. Los padres de muchas comunidades de esta zona crían a sus hijas con un único fin: venderlas cuando sean niñas para que se casen a cambio de vacas, que se consideran una fuente clave de sustento y un símbolo de riqueza y éxito.

"La gente de esta zona considera que el matrimonio es un atajo para beneficiarse de una niña [más] que la educación, que les exigiría gastar dinero en la matrícula. Educar a una niña se considera una pérdida para la mayoría de los habitantes de la zona", afirma Haji Shaikh Waswa Masokoyi, jefe administrativo de Amudat. Además, añadió que el precio de una niña es de entre 40 y 50 vacas. "Estas formas de violencia de género se han intensificado durante el confinamiento por el COVID-19 [que estuvo en vigor desde marzo de 2020 hasta enero de 2022]. Se calcula que más de 300 niñas han sido casadas durante el confinamiento", indicó.

La Hna. María Proscovia Nantege, directora de la Escuela Primaria de Niñas de Kalas, trabaja con la policía y otros organismos para garantizar que las niñas estén protegidas contra el matrimonio infantil y que a las rescatadas se les ofrezca un refugio antes de que se reintegren a sus familias. Las hermanas también imparten a las niñas educación básica y formación profesional en sastrería, confección de suéteres y abalorios [adornos con cuentas], y peluquería.

Nantege explicó que comenzaron el programa en 2017 después de que los informes de la policía, los agentes locales y otros organismos mostraran un aumento en el número de niñas que eran casadas en la región.

La Hna. María Proscovia Nantege (a la derecha), una miembro de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya y directora de la Escuela Primaria de Niñas de Kalas en Amudat, al norte de Uganda, habla con la Hna. Dorothy Sserabidde en la oficina de Nantege en la escuela. Sserabidde, integrante de la misma congregación, es profesora en la escuela. (Foto: Gerald Matembu)

La Hna. María Proscovia Nantege (a la derecha), una miembro de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya y directora de la Escuela Primaria de Niñas de Kalas en Amudat, al norte de Uganda, habla con la Hna. Dorothy Sserabidde en la oficina de Nantege en la escuela. Sserabidde, integrante de la misma congregación, es profesora en la escuela. (Foto: Gerald Matembu)

"Vinimos aquí para ver cómo podíamos ayudar a las niñas ante las prácticas culturales que lleva a cabo la comunidad", comentó y explicó que sus esfuerzos tuvieron éxito hasta el cierre impuesto por el Gobierno para luchar contra la COVID-19. "La situación empeoró durante el confinamiento porque las niñas estaban abandonadas en casa y algunos padres engañaron a sus hijas diciéndoles que el confinamiento duraría cinco años y que por eso había que casarlas", explicó.

Según Nantege, desde que comenzó el programa han podido rescatar a más de 1000 niñas. Estas niñas suelen ser traídas por la policía o incluso a veces se niegan a volver a casa tras el cierre de las escuelas, sobre todo cuando saben que se ha concertado una propuesta de matrimonio, afirmó.

Sin embargo, Nantege aseguró que no todas las niñas obligadas a contraer matrimonios infantiles buscan ayuda en las hermanas o en otros lugares. Solo unas pocas que tienen la intención de terminar la escuela y no se sienten cómodas con los cónyuges propuestos buscan ayuda, declaró.

La Hna. María Proscovia Nantege, de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, supervisa a una de las niñas rescatadas en una clase de la Escuela Primaria de Niñas de Kalas en Amudat, al norte de Uganda. (Foto: Gerald Matembu)

La Hna. María Proscovia Nantege, de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, supervisa a una de las niñas rescatadas en una clase de la Escuela Primaria de Niñas de Kalas en Amudat, al norte de Uganda. (Foto: Gerald Matembu)

"La policía recoge a las chicas de los pueblos, pero a veces ellas vienen aquí directamente y nosotras informamos a la policía de ello. Hemos trabajado codo con codo con la policía y otros líderes locales", comentó y agregó: "Nuestro principal objetivo es proporcionar una formación a las niñas. Aun así, a veces hacemos asesoramiento porque algunas de esas niñas suelen estar traumatizadas por las experiencias que han vivido. El principal problema suele ser el financiamiento de los gastos de escolarización de estas niñas, y buscamos periódicamente personas que nos ayuden".

Las hermanas afirmaron que se han violado los derechos de las niñas a las que han casado, incluidos el derecho a la educación, a no sufrir violencia, los derechos en materia de reproducción y el derecho al matrimonio consentido.

Esther Nangiru, de 14 años, afirma que sus padres violaron sus derechos y que el año pasado tuvo que huir de su marido después de que este la agrediera.

"Mis padres me obligaron a casarme cuando tenía 12 años porque recibieron vacas de mi exmarido", contó y añadió que su esposo se emborrachaba con frecuencia y la golpeaba. Esther huyó de su casa y se refugió en la Escuela Primaria de Niñas de Kalas.

La Hna. María Proscovia Nantege, de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, supervisa una clase en la escuela primaria de niñas de Kalas, en Amudat, al norte de Uganda. (Foto: Gerald Matembu)

La Hna. María Proscovia Nantege, de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Reparadora-Ggogonya, supervisa una clase en la escuela primaria de niñas de Kalas, en Amudat, al norte de Uganda. (Foto: Gerald Matembu)

"Me duele haber tenido que abandonar la escuela", confesó Esther.

Aunque sigue casada, Esther dice que nunca volverá con su marido. Piensa seguir en la escuela y aprender habilidades para la vida.

La Hna. Dorothy Sserabidde explicó que las hermanas han llevado a cabo una campaña de concienciación en iglesias, pueblos, escuelas y mercados, hablando con jóvenes, padres y ancianos sobre los peligros del matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.

"Seguimos hablando con la gente de las comunidades para que no obliguen a sus hijas a casarse a edades tempranas y, en cambio, les permitan proseguir su educación y alcanzar sus sueños", afirma Sserabidde, que también es profesora de la escuela primaria de niñas de Kalas. "Sin embargo, es un camino largo, ya que se trata de una práctica cultural arraigada en sus corazones y mentes", expresó.

Susan se mostró de acuerdo, pero pidió que se tomaran medidas estrictas contra los autores.

"Deberían detener a los mayores y a los padres que obligan a sus hijas a casarse en contra de su voluntad", afirmó. "Están matando nuestros sueños y violando nuestros derechos", añadió.

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 21 de marzo de 2022.