"La esperanza no es un refugio cómodo, sino una decisión. No es la promesa de que todo saldrá bien, sino el reconocimiento de que, incluso en medio del sufrimiento, hay espacio para la belleza, para la entrega y la transformación", escribe la Hna. Marlene Quispe sobre su experiencia con las mujeres que asisten a los 'talleres de retorno al corazón' en el Monasterio de la Encarnación, en Perú, "espacios donde el dolor no se niega, sino que se enfrenta desde una nueva perspectiva".