A los 19, la Hna. Adriana Pérez soñaba con hacerlo todo. A los 40, descubrió que el tiempo no solo pasa, sino que transforma. "No se apagaron los deseos, solo cambiaron de forma", reflexiona la religiosa sobre sus 20 años de vida consagrada, un "camino de encuentro con Dios" que también la ha sanado. "Él ha tocado los lugares heridos de mi historia, suavizando lo que dolía y trayendo luz donde antes había confusión o miedo", comparte para la serie Una Mirada Joven.