Pudo participar en los Juegos Olímpicos de Sidney en 2020, pero optó por su vocación religiosa, y quiso el Señor que su nueva lanza cayese en Malawi. “Convives con otras hermanas, pero siempre destacas por ser blanca. Me costó unos tres años ganarme la confianza del personal, de las familias y de los estudiantes. Era importante que no me vieran como una colonizadora”, relata la líder congregacional de la comunidad australiana de las Hijas de la Caridad Canossianas.