![La Santísima Trinidad [detalle], óleo de El Greco, entre 1577 y 579. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)](/files/2025-06/960px-La_Trinidad_%28El_Greco%2C_1577-1579%29.jpg)
La Santísima Trinidad [detalle], óleo de El Greco, entre 1577 y 579. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)
Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.

«Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora. Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: "Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes"» (Juan 16, 12-15).
La fe cristiana proclama un Dios Trinidad, un Dios comunidad. Por eso, este domingo, celebramos esta festividad. Pero ¿comprendemos las implicaciones de confesar un Dios Trinidad? Muchas veces nos quedamos en señalar que la trinidad es un misterio que hemos de creer por fe y de la que no sabemos decir casi nada.
Por supuesto Dios es un misterio que nos excede y si pudiéramos comprenderlo totalmente ya no sería Dios. Pero eso no significa que no podamos decir nada sobre él. Precisamente, la palabra ‘misterio’ en nuestro contexto de fe, quiere decir que podemos conocer mucho pero no todo, por la razón que acabamos de aducir, del Dios que es siempre más de lo que podemos comprender. Ahora bien, podemos decir algo sobre la Trinidad porque Jesús nos reveló ese ser de Dios.
"Nuestro Dios en sí mismo no es un Dios solitario, sino un Dios comunión de personas, experiencia de relación, amor y entrega recíproca de tres personas distintas pero un único Dios, como lo proclama el dogma": teóloga Consuelo Vélez
Precisamente el Evangelio de hoy nos da algunas pistas para comprender cómo Jesús nos habla de la Trinidad. Por una parte, nos dice que vendrá el Espíritu de la Verdad para revelarnos al Hijo y al Padre, porque el Espíritu no habla a nombre propio, sino lo que ha sucedido en la vida divina. Por otra, Jesús nos habla del Padre y nos dice que todo lo del Padre es suyo. Es decir, viven en perfecta comunión.
En otras palabras, porque Jesús nos reveló al Padre y nos entregó al Espíritu es que la Iglesia naciente comenzó a hablar del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo e invocaba a los tres en muchos momentos de la liturgia. La Trinidad, por tanto, no es fruto de una reflexión teórica o una revelación extraordinaria sobre el ser mismo de Dios, sino es una comprensión procesual del Dios revelado por Jesús en el desarrollo de la historia de la salvación.
Por tanto, nuestro Dios en sí mismo no es un Dios solitario, sino un Dios comunión de personas, experiencia de relación, amor y entrega recíproca de tres personas distintas pero un único Dios, como lo proclama el dogma.
Las consecuencias para nuestra vida cristiana van en esa misma línea. Nuestra fe es una fe personal, vivida en comunidad; una experiencia de salida de sí para el encuentro con los demás; una relación de amor, servicio, generosidad y ayuda mutua.
Todo lo anterior cuestiona profundamente tanta fe intimista, individualista, solitaria que viven muchas personas. No se corresponde con el Dios Trinidad revelado por Jesús. Urge que nuestra experiencia de fe se confronte más con la experiencia trinitaria para dar testimonio de Iglesias vivas, incluyentes, solidarias, comunitarias.
En un mundo marcado por el individualismo, la soledad o la competencia, dar testimonio de nuestra fe trinitaria es una necesidad urgente. Atrevámonos a desplegar la dimensión comunitaria de nuestra fe, signo claro y testimonial del Dios Trinidad en quien decimos creer.