La Hna. Laura Vicuña Pereira Manso, vicepresidenta de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, se ha dedicado durante 25 años a defender los derechos de los pueblos indígenas en espacios de la ONU. (Foto: Ángel Morillo)
Laura Vicuña Pereira Manso, una religiosa de las Hermanas Catequistas Franciscanas, jamás borrará de su corazón el pontificado de Jorge Mario Bergoglio: el primero en llamarse Francisco, el primer papa latinoamericano y, por supuesto, el primero en poner su mirada sobre la Amazonía, donde ella nació, creció y vivió su vocación.
Esta hermana católica, originaria del pueblo kariri del nordeste de Brasil, ha conservado muchas de sus costumbres ancestrales, como llamar a los mayores 'abuelo'. Por eso, tras coincidir con el pontífice en el Sínodo de la Amazonía (2019) y en dos audiencias generales, en 2022 y 2023, no dudó en llamarlo "el abuelo Francisco".
Tras la muerte de Francisco, la Conferencia Eclesial de la Amazonía (Ceama), cuya vicepresidenta es precisamente la Hna. Pereira Manso, le encomendó redactar una carta póstuma en la que agradecieron el rico legado que el papa dejó tras su Pascua. "Escuchaste el clamor de la Madre Tierra y de sus hijos", reza una parte del texto.
El "abuelo Francisco" es llorado aún por los descartados del fin del mundo y, naturalmente, por la propia religiosa, quien ingresó a los 13 años a su congregación. "Sentí este llamado al ver a las Hermanas Catequistas Franciscanas llevar el pan de la Palabra donde no había el pan de la Eucaristía", recuerda.
La Hna. Laura Vicuña Pereira Manso, indígena kariri y catequista franciscana, compartió con el papa Francisco (†) su lucha por el reconocimiento de las mujeres en la Iglesia y la defensa de la Amazonía herida

La Hna. Laura Vicuña Pereira Manso, en audiencia privada con el papa Francisco (†) en junio de 2023, junto a Patricia Gualinga y Yésica Pitiachi, ambas laicas y líderes indígenas vinculadas a la Conferencia Eclesial de la Amazonía. (Foto: cortesía Vatican News)
Tareas pendientes
Son más de 25 años de trabajo de Pereira Manso en la Amazonía, tanto brasileña como peruana. Uno de sus encuentros con el papa Francisco, en 2022, fue un diálogo frontal —fraternal, por supuesto—, con la sinceridad indígena "entre hermanos", para hablar sobre el acceso de las mujeres al diaconado, un tema que la religiosa ha defendido a ultranza —no por feminista ni por querer igualarse a los hombres— porque ha visto cómo las hermanas, ante la escasez de sacerdotes, asumen roles pastorales en territorios alejados y olvidados incluso por la Iglesia.
En esa conversación, Pereira Manso interpeló al santo padre: "¿Usted ha sentido el llamado de Dios para ser sacerdote?". Después de la obvia respuesta: "Sí, he sentido ese llamado", ella replanteó la pregunta: "¿Se imagina que le negaran el sacerdocio porque sea varón?". Francisco no respondió, solo escuchó. Un silencio que la religiosa interpreta como consecuencia de las presiones internas que recibía 'el abuelo' respecto al tema.
Para superar estas cuestiones, que siguen dividiendo a la Iglesia, la religiosa insiste en que debe haber continuidad en muchos de los procesos de la era Francisco, como la "conversión pastoral", para que el rol y misión de las mujeres en la Iglesia sea reconocido "como debe ser".
Si bien 'el abuelo' en varias entrevistas defendió el protagonismo de la mujer en la Iglesia, traduciéndolo en gestos concretos como el nombramiento de sor Simona Brambilla al frente del Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, para Pereira Manso "aún falta mucho por hacer".
No se trata de dar grandes discursos sobre la sinodalidad de la que como una moda "muchos hablan". La religiosa lanza un cuestionamiento: "¿En qué contribuye eso a la evangelización? Pereira Manso invita a que las discusiones sinodales no se queden solo en palabras, puesto que la sinodalidad, solo como concepto, "no va a llegar muy lejos", presagia.
Por eso, asegura que la sinodalidad debe asumirse como experiencia concreta, en la que debe primar la conversión de las estructuras para permitir el acceso al diaconado femenino, como mínimo, "no a cualquiera, sino a las que tengan una genuina vocación del servicio", precisa. De nada vale tener a cardenales, obispos, sacerdotes y diáconos diciendo que "vamos caminando juntos", cuando con sus actitudes excluyen a las mujeres. Se trata de "deconstruir” esa forma de "ser Iglesia", aseveró la religiosa.
"Escuchaste el clamor de la Madre Tierra y de sus hijos", se lee en una carta de la Ceama por la muerte del papa Francisco. "Nuestros antepasados te reciben con sus pinturas y danzas sagradas", escribió la Hna. Pereira Manso, religiosa indígena kariri
Un árbol de samaúma
Antropóloga, lingüista y psicóloga social, Pereira Manso le llevó a Francisco —en su último encuentro, en junio de 2023— un regalo singular: un dibujo de un samaúma (Ceiba pentandra), considerado el árbol de la vida de la Amazonía, que conecta al cielo y a la tierra por su gran tamaño. Está en extinción.
"Me lo dibujó una amiga del Perú; también lo consideramos el símbolo de la abuela de las abuelas", explicó la religiosa a Francisco. Detrás del cuadro, Pereira Manso escribió: "Abuelo, aquí te traigo una abuela para que no te quedes solo, esta abuela tiene el espíritu de la sabiduría". El papa rió a carcajadas, con su buen humor tan propio de Buenos Aires.
En el texto la religiosa también agregó que "la Amazonía está destrozada, está desangrada por tantos proyectos de muerte [extractivismo] y las mujeres son las que dan la vida a nuevos sembradores de esperanza". Para retomar lo pendiente de su última conversación preguntó una vez más: "Abuelo, ¿cómo pueden los varones decidir y decirnos si nosotros tenemos o no vocación para este o para aquel ministerio?". ¿La respuesta del papa?: secreto de confesión.
La única evidencia de esta escena quedó en el despacho de Santa Marta, la residencia papal donde vivió Francisco: aquel dibujo es un recordatorio de que en esta pascua eterna Francisco se volvió "ancestral" y otro árbol samaúma" acogió su "espíritu", escribió la religiosa.
Esta 'laude amazónica' quedó reseñada en aquella carta de despedida de la hermana Pereira Manso, un testamento espiritual dedicado a su 'abuelo', rubricado en un abrazo fundido: "Escucho los sonidos de maracas, atabaques [tambores], flautas sagradas, tocando cantos de alegría y júbilo por tu llegada al Reino de los Cielos. Nuestros antepasados te reciben con cocar, con jenipapo y urucum, con sus pinturas y danzas sagradas".
Antropóloga, lingüista y psicóloga social, la Hna. Pereira Manso —de la etnia kariri—, le llevó al 'abuelo' Francisco en 2023 un dibujo de un samaúma, el árbol de la vida de la Amazonía, (...) "el símbolo de la abuela de las abuelas"