Día de Muertos: una celebración a la memoria

Altar de muertos del Monasterio Benedictino Pan de Vida en Torreón, México. (Foto: Mariana Olivo)

Day of the Dead altar at Benedictine Monastery Pan de Vida [Bread of Life] in Torreon, Mexico. (Mariana Olivo) 

La celebración del Día de Muertos se lleva a cabo los días 1 y 2 de noviembre en México y se divide en dos categorías: según el calendario católico, el 1 de noviembre corresponde a Todos los Santos, dedicado a los 'muertos chiquitos' o a los niños y niñas; mientras que el 2 de noviembre se celebra a los Fieles Difuntos; es decir, a los adultos.

El Día de Muertos es una festividad profundamente arraigada en la cultura mexicana que se lleva en el corazón de muchas familias. La sentimos, la olemos, la comemos, la bailamos y la celebramos, como un tributo a aquellas personas que han partido, pero que continúan presentes en medio nuestro, a través de sus recuerdos, su música, su comida favorita, sus palabras y consejos. 

Una Mirada Joven

Paradójicamente, la ausencia o vacío que dejan nuestras personas queridas se transforma en una presencia viva que podemos tocar y saborear. Así, la ofrenda (altar) que se coloca se convierte en un poderoso símbolo de unidad y vida en el amor, un recordatorio tangible de que el vínculo con nuestros seres queridos perdura más allá de la vida. 

El Día de Difuntos o Día de Muertos es una temporada que nos llena de emoción y alegría por el reencuentro. Brinda a las familias la oportunidad de reunirse para conmemorar la vida de nuestros seres queridos.

El origen del Día de Muertos es una mezcla entre la celebración de los rituales religiosos católicos de la conquista española y la conmemoración que los pueblos indígenas realizaban desde los tiempos prehispánicos. Estos últimos trasladaron la veneración de sus difuntos al calendario cristiano, la cual coincidía con el final del ciclo agrícola del maíz, el principal cultivo alimentario del país.

En la actualidad, la celebración va más allá de la afiliación religiosa de las personas que la celebran y se convierte en un acto espiritual que da identidad al pueblo mexicano.

Fotografías en el altar de muertos de las hermanas Althea y Mechtild y en medio la señora Helen Henry, madre de dos hermanas del Monasterio, Hnas Paty y Michelle Henry. (Foto: Mariana Olivo)

Photographs are displayed at the altar of the dead of Sisters Althea Armstrong and Mechtild Sweringer, and (middle) Helen Henry, mother of two sisters from the monastery, Sisters Paty and Michelle Henry. (Mariana Olivo) 

Cada año muchas familias colocan ofrendas, conocidas también como altares, que están decorados con flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de azúcar, pan de muerto, velas y algún platillo que solía gustarle a sus familiares, a quienes va dedicada la ofrenda. De manera similar a los tiempos prehispánicos, también se coloca incienso para aromatizar el lugar.

La celebración incluye adornar las tumbas en los cementerios con flores y, a menudo, hacer altares sobre las lápidas. Esto tiene un profundo significado, ya que en épocas indígenas se pensaba que esto ayudaba a conducir a las ánimas a transitar por un buen camino tras la muerte.

"El #DíaDeMuertos es una temporada que nos llena de emoción y alegría por el reencuentro. Brinda a las familias la oportunidad de reunirse para conmemorar la vida de nuestros seres queridos": Hna. Mariana Olivo #GSRenespañol #HermanasCatólicas

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La tradición también enseña que para facilitar el retorno de las almas a la tierra se deben esparcir pétalos de flores de cempasúchil y colocar velas trazando el camino que van a recorrer, para que estas almas no se pierdan en su travesía y lleguen a su destino. En la antigüedad, este camino solía extenderse desde la casa de las familias hasta el cementerio donde descansaban sus seres queridos. Las mariposas monarca son un símbolo muy especial, porque se cree que las almas viajan sobre sus alas para poder llegar a sus hogares.  

Es importante resaltar que en el 2008, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), reconoció esta festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad debido a su importancia y significado. Se trata de una expresión tradicional —contemporánea y viviente al mismo tiempo—. integradora, representativa y comunitaria. 

A propósito del Día de los Muertos y para respetar la tradición, la Hna. Mariana Olivo luce como una Catrina estilizada. (Foto: Mariana Olivo)

Sr. Mariana Olivo wears a Catrina outfit for the Day of the Dead. (Mariana Olivo) 

En México, la celebración del Día de Muertos varía de pueblo en pueblo; sin embargo, en todo el país tiene un mismo principio: reunir a las familias para dar la bienvenida a sus seres queridos que vuelven del más allá.

Algunas personas pueden pensar que nos estamos burlando de la muerte en esta celebración, pero en realidad nos alegramos con la presencia de quienes ya se han ido. Lejos de ser una festividad trivial, el Día de Muertos es un ritual que actúa como un puente entre la muerte y la vida, una vinculación que perdura hasta la eternidad. Nos permite ir construyendo una relación más cercana con la muerte, haciéndola parte de nuestra cotidianidad. En realidad, es un proceso para acostumbrarnos a una realidad inevitable, porque la muerte es, sin lugar a dudas, nuestra compañera eterna. Sin embargo, tenemos la certeza de una eternidad en la que el amor, la familia, y la felicidad que compartimos en la vida perduran para siempre.