
(Gráfico de GSR/Olivia Bardo)
A través de los años Global Sisters Report en español ha podido percibir con claridad las huellas profundas que el papa Francisco ha dejado en la vida consagrada latinoamericana. Sus opciones pastorales, su modo de vivir el Evangelio desde las periferias y su apuesta por una Iglesia más cercana, misericordiosa y comprometida con los pobres han inspirado a muchas comunidades religiosas. Además, Francisco ha dado voz y visibilidad a mujeres que encarnan el Reino en lo cotidiano. Este artículo intenta recoger esa resonancia viva: la semilla fecunda que Francisco sembró en los caminos de la vida consagrada en América Latina.
En Latinoamérica, un legado de ternura como resistencia profética
En un continente marcado por la violencia, la desigualdad y el abandono, muchas hermanas han encontrado en la ternura del papa una forma poderosa de ejercer la profecía. Su visita a las víctimas del conflicto armado en Colombia (2017), su defensa de los migrantes en su visita a Ciudad Juárez, México (2016), y su apoyo a los pueblos indígenas en Ecuador (2015), durante los primeros años de su pontificado, mostró su ternura, empatía y cercanía por aquellos considerados como los descartados del sistema.
Francisco revalorizó la compasión, la misericordia y la escucha, apelando a una Iglesia que se acerca a los que sufren y se compromete a transformar realidades injustas. Con palabras sencillas, llamó a las religiosas y al pueblo latinoamericano a no "dejarse anestesiar el alma" durante la XXVI Jornada de la Vida Consagrada el 2 de febrero del 2024.
Francisco, fidelidad al Evangelio:
"El papa Francisco ha sido un renuevo del llamado que nos hace el Señor Jesús, a hacer de nuestra vida un signo claro de su Reino, optando, testimonialmente, por lo que el Señor Jesús fue crucificado: perdonar, optar por los pobres, dejar comodidades y privilegios que trae el 'revestirse' con sotana y hábitos": María de Jesús Bringas, Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado de Estados Unidos.
Francisco, gesto y palabra viva:
"Todo él era gesto y enseñanza. Cada palabra que decía iba acompañada de una acción concreta y una sonrisa. Aquella visita a la cárcel donde realizó el lavatorio de los pies a los presos… aquellas llamadas telefónicas sorpresivas que dejaban entrever su cercanía y cariño": Liliana Andrada, Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas de Argentina.
Francisco, alegría con perfume de Evangelio:
"El papa Francisco fue un pastor con perfume de Evangelio, no solo con olor a oveja. Fue puramente cercano, entrañablemente hermano, con la particularidad que nos distingue a los latinoamericanos, a los argentinos, que somos familieros: reunirnos todos en torno a la mesa y exponer la vida, ir al encuentro y escuchar, conocer... todo hace parte de una cercanía honda de sentido. Francisco sabía alegrarse y transmitir alegría. Sabía contagiar humor y robarnos sonrisas": Maite Fernández, Hermanas de Santa Dorotea de Cenmo, de Argentina.
Francisco, humildad y cercanía:
"Me impactó su opción por una vida más simple. Siendo papa, admitía que era pecador y pedía oraciones. Me tocaron sus interacciones con los niños, que mostraban un papa sonriente y juguetón. También aprecio cómo, cada Jueves Santo, se acercaba a los prisioneros y a las mujeres. Esos gestos me inspiraron a no tomarme tan en serio las cosas, a interactuar y encontrar la esencia divina fuera de las estructuras tradicionales": Ana González, Dominicas de la Paz, de Estados Unidos.
Francisco, siempre haciendo lío:
"El papa Francisco ha sido un faro de luz en mi vida religiosa. Con su cercanía fortaleció mí deseo de anunciar el Reino de Dios. Con su pastoreo aprendí que más allá de las interpretaciones erradas sobre mis gestos de amor, es Dios quien, en lo profundo del corazón, me conoce. Con sus gestos y palabras, nuestro Pontífice latinoamericano ¡me movió a hacer lío, a salir de mí misma y reconocer en mi propia humanidad la vida resplandeciente de Jesús, el Dios encarnado!": Carolina Lizárraga, Misioneras Siervas del Espíritu Santo, de Argentina.
"Francisco deja una Iglesia en camino: una casa abierta donde mujeres consagradas, pueblos originarios, migrantes, prisioneros y los más vulnerables encuentran lugar y voz": Hna. Helga Leija

Hna. Jenny Casteñeda, de la Congregación Ayllu Guadalupac Misioneracuna de Otavalo, Ecuador, durante una actividad de tejido en el Seminario de Vida Consagrada Indigena en Quito, Ecuador, del 27-29 de septiembre de 2024 (Foto: GSR/Helga Leija)
Francisco dejó una Iglesia sinodal y femenina
Francisco abrió procesos sinodales que han dado mayor participación a las mujeres, permitiendo a muchas religiosas hablar desde su experiencia y ser escuchadas. Aun así, queda mucho por recorrer.
Desde el inicio de su pontificado, Francisco se comprometió con una Iglesia que mira de frente el dolor y se arriesga por los más vulnerables. En 2019, al reconocer públicamente los abusos sexuales y de poder cometidos contra religiosas dentro de la Iglesia, abrió espacios seguros de denuncia, apoyó investigaciones, y escuchó con atención los testimonios de las víctimas. Para muchas religiosas, esa postura fue un acto profundamente evangélico.
Además, ha mostrado especial atención hacia los más vulnerables, incluidas las personas LGBTQI+, extendiendo un mensaje claro de inclusión, dignidad y respeto. Con su estilo pastoral y compasivo, dijo que a la Iglesia entran "todos, todos, todos".
Francisco, constructor de una Iglesia samaritana:
"Rompió estructuras de la Iglesia jerárquica, construyendo una Iglesia cercana, compasiva, hospitalaria y comprometida con las causas sociales. Llamándose Francisco, como el santo que se arriesgó a reconstruir una Iglesia en ruinas, él también reconstruyó nuestra Iglesia, haciéndola más samaritana": Yolanda Olivera, Franciscanas Misioneras de la Madre del Divino Pastor, de Perú.
Francisco, custodio del "no tengan miedo":
"Nos heredó lo más importante: la confianza en un Dios presente y cercano. Con Jesús nos sigue diciendo: 'No tengan miedo' (Mt 28, 10). Ese 'no tengan miedo' lo queremos custodiar para poder educar y formar. que no tengamos miedo de anunciar y denunciar, de compartir y amar en libertad, de gestionar y crecer, que todas las mujeres seamos madres y maestras, en la escuela de la vida y la humanización": Laura Torres, Oblatas de Jesús Sacerdote, de México.
Francisco, una casa con puertas abiertas:
"Soñó una casa con las ventanas y puertas abiertas a todos. Y llegó a esta gran casa y, de golpe, abrió puertas y ventanas. Comenzaron a entrar los verdaderos dueños: pobres, enfermos, encarcelados, pecadores, niños, mujeres, extranjeros, personas de otras religiones... es decir, entramos nosotros mismos, porque todos estamos presentes en esas categorías": María Baffundo, Hijas de María Auxiliadora, de Uruguay.
Francisco, armonía con la Madre Tierra:
"El papa Francisco nos enseñó el cuidado de la casa común, que nos cobija y protege. Como mujer consagrada latinoamericana con identidad maya Q'eqchi', puedo decir que fue un hombre armónico con la humanidad y la madre naturaleza. El papa me enseñó a vivir mi vocación con humildad y cercanía, desde lo que soy: una mujer profunda, espiritual, amante de mi vocación, con el deseo de crecer en sabiduría cada día": Dora Estela Tupil, Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, de Guatemala.
Francisco, una Iglesia para "todos, todos, todos":
"Y fue un jueves 26 de septiembre de 2019, que me encontré en la alegre mirada de nuestro querido papa Francisco [con hermanas de Talitha Kum], cada día me siento enviada y bendecida con sus palabras: 'Habéis elegido estar en primera línea. Por eso, merecen gratitud las numerosas congregaciones que han trabajado y trabajan como vanguardias de la acción misionera de la Iglesia contra el flagelo de la trata de personas. Y también trabajar juntas: es un ejemplo. Es un ejemplo para toda la Iglesia, también para nosotros: hombres, sacerdotes, obispos… Es un ejemplo ¡Seguid así!'". Gracias P. Francisco…": Hna. Ana María Vilca, Hermanas de los Santos Nombres de Jesús y María, de Perú.
En todos los rincones de la América mestiza y soñadora, donde la esperanza brota entre heridas abiertas y el Reino se gesta silenciosamente, la vida religiosa continúa siendo semilla de transformación.
Francisco deja una Iglesia en camino: una casa abierta donde mujeres consagradas, pueblos originarios, migrantes, prisioneros y los más vulnerables encuentran lugar y voz. Hoy, esas huellas siguen marcando caminos de cercanía, profecía y sinodalidad.
¡Gracias, papa Francisco!