
El informe recientemente publicado por la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) traza un camino para la vida religiosa hasta 2031. En la plenaria de este año, las hermanas participaron en conversaciones sinodales en homenaje y continuidad del Concilio Vaticano II y del papado de Francisco. (Foto: GSR/Soli Salgado).
El 21 de abril nos sorprendimos con la triste noticia de que el papa Francisco había fallecido. Fue una sorpresa, ya que el domingo lo vimos por televisión bendiciendo al pueblo y paseando entre la gente. Ese gesto quedó guardado en lo más profundo de mi corazón, junto con la gratitud por su pontificado y su cercanía a los más pobres. ¡Fue también una bendición para todos!
El día 4 de mayo llegué a Roma para participar de la asamblea de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), un encuentro que se realiza cada tres años. Cuando llegamos, se estaban realizando las reuniones de los cardenales y ya nos habían avisado que el 7 iniciaría el cónclave. Entonces nos dimos cuenta de que estaríamos presentes para las primeras fumatas, con la esperanza de estar ahí el día de la fumata blanca.
Nuestra reunión se inició el 5 de mayo por la mañana, bajo el lema "La Vida Consagrada: una esperanza que transforma". Participamos 950 religiosas de todo el mundo, provenientes de distintas congregaciones y de todos los continentes, en una experiencia de sinodalidad y comunión en la diversidad. ¡Una experiencia única de la vida religiosa del mundo, con sus diferentes carismas!
Esta fue una semana de reflexión sobre la esperanza transformadora que ofrece la vida consagrada. Nos impactó escuchar testimonios de hermanas que comparten la esperanza en lugares de periferia, como la frontera entre México y Estados Unidos, los pueblos de la Amazonía colombiana, y zonas en conflicto armado en otros lugares del continente. Las hermanas, en el día a día, son portadoras de esperanza: escuchan, acompañan y sostienen los pequeños pasos de dignificación de la gente sencilla de esos lugares.
El 8 de mayo, con dos religiosas más, salimos antes de las reuniones para estar en la plaza de San Pedro y presenciar la fumata. Por supuesto, antes fuimos hasta la tumba del papa Francisco para rezar y estar en silencio un rato. A las 9 p. m., después de tres horas, apareció la primera fumata, y era negra. Nos volvimos con mucha emoción por haber estado con gente de todo el mundo esperando ese momento. Los noticieros informaron que había más de 40 000 personas. ¡Nosotras no nos dimos cuenta!
"Nos impactó escuchar testimonios de hermanas que comparten la esperanza en lugares de periferia: frontera entre México y EE. UU., la Amazonía colombiana, zonas en conflicto armado en el continente": Hna. Lucía de Luca tras asamblea de la UISG
Continuamos con la asamblea y, al mediodía, nos proyectaron la fumata negra. Seguimos nuestras reuniones esperando tener noticias del Vaticano. Por la tarde teníamos todo preparado para ir después de las 6 p. m., ya que se esperaba la fumata al final del día, cerca de las 7 p. m. Aproximadamente a las 6 p. m., mientras estábamos en el momento de acción de gracias de la misa, nos proyectaron la fumata blanca. Todas las presentes empezamos a cantar, a dar gracias a Dios, y enseguida nos fuimos a la plaza para llegar a tiempo.
Nos impresionó ver cómo llegábamos entre un mar de gente. Algunos caminaban apurados, otros corrían. Entre la multitud había personas presentes de todas las edades, todos los colores, todos los credos. ¡Todos estaban ahí para saber quién sería el nuevo pastor de la Iglesia católica! Festejamos con la gente y nos dejamos contagiar por la alegría y el gozo de ese momento. ¡Fue una providencia de Dios estar ahí! Nunca lo imaginamos, ya que el encuentro de superioras generales había sido programado desde mucho tiempo atrás.
Dios siempre nos sorprende y nos regala su presencia de mil maneras; esta fue muy especial, y mi corazón está lleno de gratitud por ello.
Durante la asamblea también se presentó el plan estratégico que guiará el camino de la UISG en los próximos años. Entre los principales desafíos está el de priorizar la vida religiosa en sí misma, ayudando a las líderes a discernir, visualizar y contar con los recursos necesarios para el futuro, sin dejar de atender las realidades del presente. Asimismo, se busca enriquecer a la Iglesia mediante la presencia y la contribución de las religiosas, especialmente a través del proceso sinodal.
Otro compromiso importante es seguir siendo una voz profética que llegue a los márgenes y actúe en solidaridad con las personas más vulnerables. Para cumplir esta misión, se intensificarán los esfuerzos por fortalecer y consolidar las estructuras y procesos de la UISG, fomentando al mismo tiempo una cultura que refleje la pertenencia global y diversa de sus miembros. Finalmente, se afirma que todo este camino ha de recorrerse de forma sinodal, con discernimiento y un profundo arraigo espiritual.
Con el gozo de las riquezas que compartimos estos días, doy gracias a Dios por la oportunidad de reflexionar, rezar y enriquecerme con el intercambio de tantas voces que, a lo largo del mundo, llevan la esperanza a todos nuestros hermanos y hermanas.