Niños oran en el jardín de la casa de la Compañía María de Nazareth. Las hermanas evangelizan a niños en la periferia de Guadalajara apoyados por los padres de familia y con la confianza que deposita en ellas la Colonia Villa de Guadalupe en Zapopan, Jalisco, México. (Foto: Eduardo Cordero)
Las hermanas Monserrat Mendoza, Sanjuana Morales, Estrella Martínez y Paola Cruz evangelizan a niños en la periferia de Guadalajara, México, con el apoyo de los padres de familia y con la confianza que deposita en ellas la Colonia Villa de Guadalupe en Zapopan, Jalisco.
Zapopan es una paradoja: el séptimo municipio más poblado de México alberga más de 52 000 empresas, pero el 53 % de su niñez vive en pobreza. Barrios ricos cercados por muros contrastan con colonias de la periferia donde los niños juegan en riachuelos contaminados porque no existen parques públicos.
La Compañía María de Nazareth se especializa en acompañar a personas en pobreza extrema. Desde 2021, cuatro de sus hermanas trabajan con niños en la Colonia Villa de Guadalupe, llevando lo que llaman 'preevangelización': fútbol, oración, escucha. "Llegar con quien nadie llega", explica Estrella Martínez, una de ellas.
Un sábado por la tarde, las hermanas Estrella Martínez y Monserrat Mendoza recorren las calles de la colonia buscando a los niños. Los encuentran junto a un riachuelo.
En Zapopan, México, el 53 % de la niñez vive en pobreza pese a ser un municipio rico. Cuatro hermanas de la Compañía María de Nazareth acompañan a niños sin espacios públicos ni acceso a educación básica
Mateo forma un camino en el riachuelo para que las hermanas Estrella Martínez y Monserrat Mendoza puedan cruzar durante su visita a la Colonia Villa de Guadalupe, Zapopan, México (Foto: Eduardo Cordero)
Construir puentes, cruzarlos juntos
Mateo juega con una pequeña pala y forma un camino en el riachuelo para que las hermanas Martínez y Mendoza puedan atravesarlo. Va descalzo. Pisa sobre piedras y vidrios mientras el agua sucia baña sus pies. Hace treinta años estaba limpia, pero el crecimiento urbano desmedido la ha contaminado.
Cinco niños, de entre siete y diez años, miran a Mateo. Conversan y ríen con las hermanas Estrella y Monserrat, como llaman a Martínez y Mendoza, dos junioras de la Compañía María de Nazareth que evangelizan en la Colonia Villa de Guadalupe, ubicada en el municipio de Zapopan, Jalisco.
Ningún adulto los supervisa. Junto al riachuelo la pared formada por llantas y un corral con cabras son el paisaje donde los niños juegan con lo que tienen a la mano: no existen parques públicos o zonas de esparcimiento cercanas, a pesar de que el 20 % de la población de Zapopan está formada por niños menores de 14 años, de acuerdo con el Plan Municipal de Desarrollo y Gobernanza 2025-2027.
Esta tarde de sábado las hermanas Estrella y Monserrat pasan a las casas de los niños para invitarlos a jugar fútbol. Este deporte forma parte de las actividades de preevangelización de A tu lado Kids, uno de los programas de la Compañía María de Nazareth, fundada en 1990 por la hermana Guillermina Burciaga Mata en Guadalupe, Nuevo León, México.
La Compañía María de Nazareth inició su acompañamiento de "personas en situación de pobreza extrema en lo material, económico, moral y espiritual", al formar dos movimientos misioneros: PAGE (Proyecto de Apoyos a Grupos de la Esquina) y BUB (Bandas Unidas para el Bien), con el apoyo de jóvenes y adultos expandilleros, como puede leerse en Piel y entraña de barrio, ensayos de teología narrativa, un libro que recoge los testimonios del trabajo realizado en la periferia de Monterrey.
Al extender su trabajo al estado de Jalisco en 2015, la compañía se asentó en la periferia de Guadalajara, en Zapopan, el séptimo municipio más poblado del país —superando a ciudades como Guadalajara y Monterrey—, espacio que llegará a 1 597 000 habitantes en 2025, de acuerdo con proyecciones estadísticas.
La Hna. Monserrat Mendoza y los niños oran en el jardín. La oración y reflexión personal forman parte de las actividades de preevangelización de A tu lado Kids, programa de la Compañía María de Nazareth. (Foto: Eduardo Cordero)
En Zapopan, donde habitan 170 000 niños y 162 000 niñas, el 53.2 % vive en situación de pobreza, de moderada a extrema, según datos del Informe Anual de Situación de Pobreza y Rezago Social 2024. El contraste es notorio, ya que este municipio se asocia con la riqueza debido a sus más de 52 000 empresas activas, el 47 % de ellas dedicadas al ramo de la prestación de servicios, de acuerdo con el Diagnóstico Municipal de 2024.
La juniora Monserrat Mendoza, en entrevista para Global Sisters Report en español, informa que la Compañía María de Nazareth inició su funcionamiento hace una década en Jalisco, pero el trabajo con los niños comenzó en 2021, en pleno auge de la pandemia de COVID-19.
"Los niños no tenían internet ni escuela, estaban perdiendo todo ahí en la calle. La hermana Lagos (seudónimo cariñoso de la hermana Sanjuana Morales, coordinadora de la compañía) estaba terminando de hacer sus estudios en Sociología y Teología. Estuvo pensando en cómo hacer su servicio. Sintió que los niños le decían: 'Aquí estamos', y empezaron a invitarlos a actividades: no sabían leer, ni escribir", apunta.
El 19.2 por ciento de los niños menores de 15 años no cuentan con educación básica, de acuerdo con el diagnóstico citado anteriormente.
Los niños y niñas salen de los hogares para ver a las hermanas, quienes recorren la colonia cada dos semanas para invitarlos a su casa; allí también se lleva a cabo un bazar —dirigido por las madres de famili— con donaciones: productos de la tierra, ropa y otros objetos, con el fin de obtener ingresos para las actividades de la compañía.
Mateo, Luna y los demás niños prometen a las hermanas visitar la casa donde viven las cuatro integrantes de la Compañía de María de Nazareth. Un mural con la imagen de Jesús abrazando a un niño da la bienvenida a ese espacio, pintado por los propios niños.
"Nuestra intención es ir a las calles y tocar puertas, es tratar de llegar con ellos, con quien nadie llega": Hna. Estrella Martínez, de la Compañía María de Nazareth, sobre su labor con niños de las periferias en Zapopan, México
Orar: contar un secreto a Dios
Padres y madres salen a ganarse la vida todos los días en Zapopan, un municipio de contrastes, donde el 20 % de la mancha urbana está confinada entre muros —fraccionamientos [barrios] privados de clases acomodadas— y el 46 % de la población jaliciense gana apenas unos 30 dólares estadunidenses al día, según datos del Diagnóstico Municipal de Zapopan 2024.
Los trabajos informales posibilitan que casi la mitad de la población activa laboralmente (47.6 %) no tenga acceso a seguridad social en Zapopan, a pesar de estar en el segundo lugar en operación de empresas a nivel estatal, de acuerdo con el Diagnóstico Municipal.
Reunidas en su casa, las hermanas reciben en el patio a los más de veinte niños y niñas que empiezan a llegar. En el pequeño jardín comienzan a florecer las risas. Previo a una charla sobre las emociones, la hermana Estrella Martínez habla acerca de la Compañía María de Nazareth como "un puente entre el barrio y la Iglesia".
De su pecho pende una cruz de madera, signo distintivo de la austeridad de la congregación. "Nuestra intención es ir a las calles y tocar puertas, es tratar de llegar con ellos, con quien nadie llega", asevera.
Este trabajo les permite diagnosticar directamente los principales problemas de la colonia, canalizando las necesidades de la población infantil a instituciones del Estado, como los Centros de Integración Juvenil (ICJ) o el Instituto Nacional de Educación para los Adultos (INEA), que atienden problemas de adicción en juventudes y el rezago educativo, respectivamente.
La labor de preevangelización de las religiosas no se reduce a ser una 'extensión' de la parroquia, sino a colaborar activamente en la propagación del Evangelio a través de su carisma. "Nuestra comunidad se llama María de Nazareth, somos una vecina más como lo fue María”, cuenta la Hna. Mendoza. Así, su labor siempre se ubica en las periferias de las grandes urbes: en Guadalupe (periferia de Monterrey) o en las colonias de Zapopan (periferia de Guadalajara).
Los niños y niñas son colocados en dos filas por la Hna. Mendoza. La actividad consiste en confesarle un secreto al amigo que tienen enfrente, algo que no podrían decirle a nadie. La reflexión personal y la oración forman parte de estos espacios como un oasis en medio de la incertidumbre de la periferia avasalladora, donde la sombra de la violencia acecha todos los días.
"Yo no quiero decir mi secreto, porque si lo cuento le van a decir a mi mamá y entonces me va a pegar", dice la pequeña. Con los ojos cerrados, los niños cuentan sus secretos a Dios.
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Construir recuerdos
Después de la oración sigue el momento de jugar fútbol en la cancha de la parroquia, ubicada unas calles arriba de la casa de la compañía. Los niños pequeños suben al auto y se amontonan entre sí, mientras la hermana Monserrat Mendoza maneja. El resto camina, bajo la mirada y cuidado de la hermana Estrella Martínez.
La cancha de fútbol es un lote baldío, cercado por una malla, frente a la parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza. La Compañía de María de Nazareth usa juegos de mesa y balones para las actividades grupales. El terreno árido se convierte, de repente, en un estadio con cuatro conos fosforescentes como porterías. La Hna. Mendoza lanza la pelota al aire y ahora es árbitro.
El trabajo con los niños forma recuerdos perdurables y se convierte en un espacio seguro de escucha y diversión, pero también es una manera de ir al encuentro con ellos en un contexto difícil, a veces violento. "Violencia con violencia no se contrarresta, sino a través del amor”, cuenta la hermana Lagos.
Las hermanas han acompañado a niños durante toda la etapa de formación primaria, que dura seis años en México. "Vivimos incidiendo en su desarrollo integral. Vivimos entre las y los jóvenes. Estamos disponibles para hacer camino con ellos hasta donde nos sea posible", manifiesta la hermana Martínez.
El día finaliza bajo un cielo nublado, con edificios lujosos en el horizonte, abrazados por la gran masa de gris de las casas de la periferia.
Después del partido de fútbol, todos los niños se reúnen a comer jícamas con limón y chile en pequeñas bolsitas. Charlan, ríen. Uno de ellos toma la cámara fotográfica y captura la sonrisa de sus amigos, talladas por siempre con una cruz de hierro de tres metros en el fondo.
Nota de la editora: El reportero agradece a la Compañía María de Nazareth por el acceso y el acompañamiento durante el trabajo de campo en Zapopan. Su guía fue fundamental para comprender la realidad de la comunidad. La información aquí presentada se basa en ese reporteo y en la documentación consultada, disponible para su verificación en el siguiente enlace: https://drive.google.com/file/d/1Vseroy5O0hCufxaYUQuW7SyVFiSKowp9/view?usp=sharing