Adviento, ante una cultura consumista, es una 'espera' que 'desespera'

Una familia enciende la primera vela de la corona, simbolizando así el inicio del Adviento en la parroquia Holy Spirit en Tuscaloosa, Alabama, EE. UU. (Foto: María E. Méndez O.)

Una familia enciende la primera vela de la corona, simbolizando así el inicio del Adviento en la parroquia Holy Spirit en Tuscaloosa, Alabama, EE. UU. (Foto: María E. Méndez O.)

por María Elena Méndez Ochoa

Ver perfil del autor

Al principio del mes de octubre fui a la tienda a hacer unas compras y para mi sorpresa, los trabajadores ya estaban sacando las cosas de Navidad a los estantes. ¡Qué barbaridad, si apenas es octubre y ya están sacando las cosas de Navidad!, me dije. Todas las tiendas quieren vender al máximo por adelantado sin importar la temporada; el consumismo es evidente.

Adviento comienza con el primer domingo de diciembre, pero se ve empañado por la prisa y la ansiedad comercial de quienes piensan que hay que prepararse con tiempo con los regalos de Navidad y aprovechar las ofertas engañosas lo más pronto posible. En Estados Unidos, las compras navideñas comienzan oficialmente el viernes negro, que este año fue el 24 de noviembre.

“En EE. UU., la Navidad comenzaba tradicionalmente al día siguiente de Acción de Gracias (…).  Bajo la cultura consumista (…), ni la mente ni el corazón están ya en el Adviento o en la Navidad”: Hna. María E. Méndez O. #GSRenespañol #HermanasCatólicas

Tweet this

Ante la cultura del consumismo, me da la impresión de que poca gente sabe y entiende lo que significa el Adviento: tiempo de preparación para el nacimiento de Jesús. Para mi comunidad y para mí, es difícil también caminar contra la corriente y resistir el movimiento acelerado y ansioso que lleva la mayoría de la gente vive en este tiempo. En las parroquias, durante la liturgia nos esforzamos por vivir y promover el Adviento como es, un tiempo de espera, pero no siempre lo logramos sin caer en la dinámica consumista que sutilmente nos arrastra por la corriente del 'regalo' que compramos por adelantado para la Navidad.

En Estados Unidos, la Navidad comenzaba tradicionalmente al día siguiente de Acción de Gracias (Thanksgiving) con árboles navideños.  Bajo la cultura consumista y materialista, ni la mente ni el corazón están ya en el Adviento o en la Navidad.  

Para mí, la mejor imagen que describe el Adviento es la de una mujer embarazada. Una mujer espera el nacimiento de su bebé desde el día en que se entera de que está embarazada. Una madre espera, sin prisa, nueve meses, sin acelerar el proceso. Ella sabe que su bebé necesita el tiempo para formarse antes de nacer y que adelantarlo, sería fatal. Esos nueve meses de espera en el vientre maternodescriben las cuatro semanas de Adviento que propone el calendario litúrgico antes de Navidad.

Durante la clase de catecismo, en el primer domingo de Adviento, niños, adolescentes y familias presentan la corona de Adviento ante el altar. Esta corona será llevada a sus hogares para recordar y celebrar cada una de las semanas de Adviento hasta la llegada de la Navidad. (Foto: María E. Méndez O.)

Durante la clase de catecismo, en el primer domingo de Adviento, niños, adolescentes y familias presentan la corona de Adviento ante el altar. Esta corona será llevada a sus hogares para recordar y celebrar cada una de las semanas de Adviento hasta la llegada de la Navidad. (Foto: María E. Méndez O.)

María fue la primera mujer que vivió el Adviento cuando el ángel Gabriel le dijo: "Vas a concebir y vas a dar a luz un hijo" (Lucas 1, 26-38). Y no solo María, también Isabel, su prima, que estaba embarazada. Ella descubrió a Jesús al decirle a María: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno;..., apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno” (Lucas 1, 39-45).

El embarazo de María, de Isabel, o de cualquier otra mujer, nos deja ver que la espera es necesaria para gozar del nacimiento de un bebé. En el caso de María, la espera es el nacimiento de Jesús, el verdadero motivo de la Navidad.

Recuerdo la alegría que experimenté el primer domingo de Adviento del año pasado, cuando los niños de la catequesis llevaron a misa la corona de Adviento que habían hecho en la clase. Todos la depositaron en las escaleras del altar para que el sacerdote las bendijera al terminar la misa y luego llevarla a casa.

Otro de los gestos fue ver a una familia acercarse a encender la primera vela de la corona de Adviento, significando así la primera de las cuatro semanas de Adviento.

Con el signo de la corona y el color morado, tanto niños como adultos vivirían sin prisa las cuatro semanas del Adviento, a pesar de que el consumismo acelerado los lleve a un ritmo agigantado en su contra.

En medio de la guerra, el Adviento debe ser tiempo de esperanza, diálogo, paz y búsqueda del bien común para la humanidad. 

Adviento es alegría ante la soledad, la depresión y la inseguridad de los que huyen por la violencia.

Adviento es solidaridad ante un mundo dividido. 

Adviento es colaboración, no ejercicio de poder. 

Adviento es sencillez ante la arrogancia de quienes nos creemos fuertes.

Adviento es amor, porque el Niño que se encarna entre nosotros es Dios.

El Adviento hasta hoy, es tiempo de gracia que prepara nuestro corazón para recibir a Jesús como el mejor regalo de nuestra Navidad. 

“La mejor imagen que describe el Adviento es la de una mujer embarazada. (…) Una madre espera, sin prisa, nueve meses, sin acelerar el proceso”: Hna. María E. Méndez O. frente a la cultura consumista navideña. #GSRenespañol #HermanasCatólicas

Tweet this

El papa Francisco nos “alienta [a vivir] un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo” frente a la Navidad. El papa Francisco prosigue diciendo que “la constante acumulación de posibilidades para consumir distrae el corazón e impide valorar cada cosa y cada momento” (Laudato Si, 222).

El Adviento se habría perdido si no fuese por el esfuerzo constante de las parroquias para mantenerlo vivo. La ansiedad acelerada por las compras tempranas de Navidad nos roban ese tiempo de silencio, oración y generosidad con otros. Tristemente, nos convertimos en robots inconscientes de la corriente comercial que nos arrastra casi sin darnos cuenta.

Vivamos el Adviento en espera paciente, como lo haría una madre que sabe que esperar nueve meses de embarazo es lo mejor para su bebé, aunque quisiera que el embarazo terminase pronto.

Pidámosle a María que nos enseñe el arte de esperar, que nos regale el don de la paciencia y la gracia de no acelerar el tiempo del nacimiento de Jesús en nuestra vida.