89 años de canto a la vida: mi testimonio desde Formosa, Argentina

"Canto en los momentos de dolor ante tanta injusticia derramada. Canto  en los tiempos de intolerancia, de soledad y oscuridad,  repitiendo que la 'luz' siempre está": Hna.  Hna. María del Carmen Riguetti (Foto: Unsplash)

"Canto en los momentos de dolor ante tanta injusticia derramada. Canto  en los tiempos de intolerancia, de soledad y oscuridad,  repitiendo que la 'luz' siempre está": Hna.  Hna. María del Carmen Riguetti (Foto: Unsplash)

por María del Carmen Riguetti

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Canto y me alegro con la certeza de que la vida es más fuerte que la muerte. Canto para que no se apague la inocencia en cada niña o niño Wichí, Pilagá o criollo, quienes con su mirada de luz dan sentido al hoy y son promesa de futuro.

Canto con lo pequeño, lo cotidiano, lo escondido, porque desde ahí brota la vida. Canto con la fragilidad que produce el cansancio de los años, porque eso me hace sentir que Dios es el Jesús que pasa por la debilidad para hacer este mundo más justo y más humano.

Canto con la vida que me mueve por dentro en la capacidad de esperar, de escuchar, de ver, de crear y de empezar cada día con nuevos motivos para amar. Canto y me alegro en el Señor presente en las amigas, los amigos, fuente de ternura y fortaleza; y con las compañeras de camino con quienes, día a día, tejemos y anudamos los  hilos del Reino.

Canto en los momentos de dolor ante tanta injusticia derramada. Canto  en los tiempos de intolerancia, de soledad y oscuridad,  repitiendo que la 'luz' siempre está.

Canto con el canto de los jóvenes, de las chicas y los chicos en la ronda de la plaza, donde circula todavía el mate de la amistad, el folklore, el vivir enamorados, y esas confidencias que guardo como un tesoro muy preciado.

"Canto y me alegro cuando recorro mi vida (…); con mi gente, el Señor continúa tallándome con aroma a 'palo santo' en la tierra del chaguar y las chicharras cantoras": Hna. María del Carmen Riguetti, al celebrar sus 89 años

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Canto y me alegro cuando, paso a paso, recorro mi vida, mis padres, las personas que amé y que me amaron. Con ellos y con mi gente, el Señor continúa tallándome con aroma a 'palo santo' en la tierra del chaguar y las chicharras cantoras.

Y usted se preguntará por qué a mis 89 años continúo abrazando el Evangelio en este pueblo de Pozo del Tigre, Formosa. Argentina. Camino, Verdad y Vida me confirman la entrega (¿hasta el final?) en este lugar.

La Hna. María del Carmen Riguetti celebró sus 89 años repasando su caminar entre el pueblo pobre de Pozo del Tigre, en Formosa, Argentina. (Foto: cortesía Hna. María del Carmen Riguetti)

La Hna. María del Carmen Riguetti celebró sus 89 años repasando su caminar entre el pueblo pobre de Pozo del Tigre, en Formosa, Argentina. (Foto: cortesía Hna. María del Carmen Riguetti)

Soy la última de las hermanas que queda viviendo aquí. Desde hace 50 años, como congregación vivimos insertas entre los pobres, y desde entonces, laicos y religiosas fuimos entretejiendo nuestra espiritualidad en la cultura del pueblo formoseño, impregnada —a su vez— de la cosmovisión del pueblo aborigen, en la conciencia de 'ser parte' (y no amo), en su capacidad de cuidado de la vida y la resistencia por la supervivencia al ser reconocidos como dignos habitantes e hijos de este suelo.

Nuestro carisma educativo inserto, entrelazó la fe, la promoción de la vida y la justicia social.

Algunas de nosotras se insertaron en la colonia aborigen para entender, desde dentro, cómo se viven las nuevas relaciones del Reino en un modo de habitar la vida y transformarla. Asimismo, con la metodología de educación popular acompañaron procesos de dignificación y de mayor justicia que la gente clamaba.

Específicamente, atendieron la salud, la educación, la tenencia de la tierra, las nuevas relaciones con el trabajo, los sistemas de producción; relaciones más igualitarias con la mujer, la naturaleza y la cultura criolla; con proyectos que apuntalaban la organización, la participación, la capacitación conjunta.

Hna. María del Carmen Riguetti con niños del Jardín de Infantes Changuito Dios en 2001.

Hna. María del Carmen Riguetti con niños del Jardín de Infantes Changuito Dios en 2001. (Foto: cortesía Hna. María del Carmen Riguetti)

Otras de nosotras, desde la comunidad en el pueblo, acompañamos la educación inicial, primaria y secundaria con los niños criollos y los que venían desde la colonia. Así pudimos construir, con aportes del Estado, una escuela pública en sus tres niveles.

Hoy, es música en mis oídos el apodo que me han puesto los más pequeños para dirigirse a mí. Lo hacen llamándome 'abuelita'. Percibo que más allá de la ternura que despierta este vínculo, me habla de 'hacerme parte' de sus vidas; de que estoy en sus genes tanto como ellos están en mi sangre. Y no puedo entender la vida de otro modo.

Siento intestinalmente que me salvaron de encerrarme en las preocupaciones —y la soledad— que puede tener una sociedad burguesa para pasar a vivir una consagración que no deja de agradecer y abrazar esos aprendizajes realizados al calor de una vida más sencilla, aunque no por ello, menos sufriente e injusta.

Hnas. de la Compañía de María: Clotilde Champertier y María Jesús Andueza en 2000. En el medio de ambas,  una mujer Pilagá: Cipriana (Nolé).

Hnas. de la Compañía de María: Clotilde Champertier y María Jesús Andueza en 2000. En el medio de ambas, una mujer Pilagá: Cipriana (Nolé). (Foto: cortesía Hna. María del Carmen Riguetti)

Unida en una nueva relación con todos los seres vivos, de convivencia y de mutua cooperación, vivo la contemplación en lo profundo de cada ser, en esto de ir “encontrándole el alma al palo”, como dijera Monseñor Angelelli.

Esa red de trabajo conjunto con tantos y tantas, se ha encarnado en cada una de las que pasamos por este suelo, en nuestro carisma educativo, en nuestra espiritualidad, en obras donde la justicia clama su presencia.

Esto fue lo que se volvió encuentro, respeto, abrazo y pasión hasta dar la vida en cada una de nuestras hermanas que ya nos dejaron: Mariaje, Clota, Marina, Gladys, Berna, Leticia, Etel, Alicia; y tantas otras religiosas y laicos con quienes seguimos caminando con Jesús, en este suelo bendito.

Glosario para entender el canto

  • Wichí, Pilagá y Toba son etnias aborígenes del norte argentino.
  • La madera de palo santo que conocemos proviene del árbol del mismo nombre. La quema de pequeños palos de madera se remonta a una tradición centenaria de los pueblos indígenas de América Central y del Sur. Se dice que el humo tiene propiedades beneficiosas para el cuerpo, la mente y el alma. Los aborígenes son verdaderos artistas en su tallado.
  • Chaguar. planta que puede encontrarse a lo largo y a lo ancho de la región del Chaco semiárido, y cuya fibra ha sido utilizada desde tiempos inmemoriales por los Wichí, un pueblo de cazadores-recolectores, para confeccionar numerosos objetos de uso doméstico y para sus actividades de subsistencia.
  • Chicharras: Cigarra. Familia de insectos.
  • Monseñor Angelelli: mártir argentino.
  • Educación popular: basada en la metodología de Paulo Freire, entiende que enseñar no es transferir meros conocimientos, sino crear las posibilidades para su producción o construcción, lo que supone contextualizar la enseñanza plenamente no solo mediante las dinámicas en el aula sino partiendo de lo que el otro trae del contexto que lo rodea.