Aprender a decir 'no'

"Nope" is written on wall/

(Unsplash/Daniel Herron) 

Jane Marie Bradish

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Traducido por Helga Leija

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Existen generaciones de religiosas a las que nunca se les permitió expresar el 'no'. Los superiores, en algunos casos los sacerdotes y/o obispos, eran quienes determinaban las opciones para el ministerio y la vida. 

Con frecuencia, las decisiones se tomaban basándose en las necesidades, una práctica noble pero no siempre realista cuando estas necesidades no coincidían con los intereses o capacidades. 

En los Estados Unidos, ese tipo de toma de decisiones es en gran medida un recuerdo lejano, ya que hemos aprendido la importancia del discernimiento, incluyendo la identificación de las fortalezas individuales, así como —para usar una descripción más precisa— las limitaciones. A pesar de ello, a muchos les resulta difícil decir que 'no'.

Decir 'no', no resulta sencillo. No me estoy refiriendo a la rabieta propia de un niño de dos años ni al tipo de 'no' característico de los adolescentes desafiantes. Este 'no', no surge porque el cambio nos saque de nuestra zona de confort o nos exija adaptarnos. Se trata más bien de examinar honestamente la realidad, las necesidades y cómo, de qué manera y en qué medida podemos contribuir, ya sea a nivel personal o como parte de un grupo más amplio.

Resulta complicado encontrar en las Escrituras ejemplos de personas que hayan tenido éxito al decir 'no'. Muchos profetas intentaron expresar su negativa, pero finalmente acabaron diciendo 'sí' y en ocasiones terminaron en la miseria o perdieron la vida. Jonás, por ejemplo, terminó en el vientre de una ballena cuando se negó a ir a Nínive. A Moisés se le negó la entrada a la tierra prometida debido a su negativa inicial a enfrentarse al faraón y liberar al pueblo de su cautiverio. Incluso Jesús le dijo 'no' a su madre cuando esta le solicitó ayuda en las Bodas de Caná, aunque eventualmente cambió de parecer.

Además de aprender a decir que 'no', muchas personas también necesitan aprender a aceptarlo cuando lo escuchan. En otras palabras, no deben presionar a los demás para que hagan algo. Se puede animar, pero existe una línea muy delgada entre animar y presionar. Debemos confiar en que un 'no' es fruto del discernimiento y no tenemos porque esperar ni solicitar detalles sobre ese proceso.

He aquí algunos ejemplos que me resultan familiares:

  • Desempeñar el ministerio en una situación donde el idioma predominante no es el propio. Se intentó estudiar el idioma en tres ocasiones distintas, pero cada intento resultó infructuoso. No es que no lo intentaran o que carecieran de interés, simplemente no se tenía la capacidad necesaria. Aunque la necesidad era apremiante, decir 'no' parecía la respuesta obvia.
  • Ser invitado a participar en diversos comités. Asumir un papel activo en asuntos comunitarios, ya sean locales o más globales, es parte de lo que acordamos al unirnos a nuestra congregación. No obstante, debemos tener en cuenta nuestro ministerio, nuestros otros compromisos, los dones que aportamos, así como nuestra salud y energía en general. Al aceptar formar parte de un comité y no de otros, se encontró con mucha resistencia, y a menudo le recordaban a la hermana lo decepcionado que estaba 'todo el mundo' con su decisión.
  • Estar disponible durante todo el verano porque al dar clases tienes 'tres meses de vacaciones'. Como persona que ejerce la docencia, esto me afecta directamente. Puede que los profesores no estén en la escuela durante el verano, pero bien podrían estar ahí. La formación continua y el desarrollo profesional, necesarios en parte para mantener las licencias, a menudo se llevan a cabo durante los meses de verano. Además, muchos profesores también dan clases durante este período. Si sumamos a esto un retiro y tal vez unas vacaciones, de repente los supuestos 'tres meses libres' desaparecen por completo.
  • Acoger a otra persona en la casa. Las situaciones de vivienda comunitarias de muchas hermanas son a veces apartamentos o tal vez una pequeña casa parroquial; los grandes conventos son poco comunes. Aunque pueda haber espacio adicional, un dormitorio vacío no es lo único que hay que tener en cuenta a la hora de incorporar a otra persona al grupo. Es esencial tener en cuenta las personalidades, las expectativas, los horarios y las rutinas, así como la compatibilidad en general. Por ejemplo, en una de las casas comunitarias en las que viví había una habitación extra muy pequeña con espacio solo para una cama y una silla, y nada más. Aunque era adecuada para invitados o necesidades a corto plazo, no lo era para algo más permanente.

¿Cómo sabemos cuando estamos dando un 'no' desde el discernimiento y no desde la rabieta de un niño de dos años, la angustia adolescente o simplemente porque no queremos que nos interrumpan? Además del obvio tiempo de oración, yo personalmente hago una lista de los dones y los retos que supondría decir que 'sí'. También busco la opinión de alguien familiarizado con la situación y de una persona externa neutral. Ambas me ayudan a abordar cuestiones que quizá haya pasado por alto o haya decidido ignorar. A veces me preocupa decepcionar a la persona a la que he dicho que 'no'.

En una ocasión rechacé una invitación del personal porque esa semana ya tenía otros dos compromisos nocturnos relacionados con el ministerio y pensar en salir de noche de nuevo me resultaba impensable.  Cuando me preguntaron por mi ausencia, lo expliqué con vacilación y recibí comprensión y la oferta de unirme en otra ocasión. (Mucho más tarde me enteré de que el grupo era pequeño porque la mayoría de nosotros teníamos otros compromisos esa semana).

También estoy prestando atención a cómo recibo el 'no' de otra persona. He aprendido a agradecer a la persona invitada, ofrecerle apoyo y no presionar para que continúe el diálogo. Me esfuerzo por ocultar mi decepción; no quiero que recaiga en la otra persona. Tengo que confiar en sus razones. Confiar en el 'no' de otra persona es casi tan difícil como decir 'no' yo misma. 

No tengo la respuesta perfecta para aprender a decir que 'no'. Empecé con cosas pequeñas y sigo practicando. Recuerda: Decir que 'no', es tan sano e importante como decir que 'sí'. 

Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 4 de marzo de 2024.