Diversidad y esperanza, desde mis raíces mayas hasta los corazones de Italia

"En el vacío de la vida siempre me guía el Corazón de Jesús con esperanza. Como maya q’eqchi’, desde nuestra espiritualidad, lo llamamos Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra como me enseñaron  mis ancestros": Hna. Dora Estela Tuìl May. (Foto: Pexels)

"In our spirituality as Maya Q'eqchi' we call it the Heart of Heaven and the Heart of the Earth, like I was taught by my ancestors," said Sr. Dora Estela Tupil May. (Pexels)

por Dora Estela Tupil May

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Permítanme presentarme: soy Dora Estela Tupil May, originaria de San Juan Chamelco, Alta Verapaz. Mi lengua materna es el maya q’eqchi’, y me identifico como mujer maya de los pueblos originarios. Actualmente me encuentro de misión en Carpino, en la región Puglia, Italia. Formo parte de la familia religiosa Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús bajo la protección de San José.

Quiero compartir brevemente mi experiencia de vida consagrada y mi entrega con la diversidad de naciones, culturas e idiomas. He estado de misión en mi propio país, Guatemala, así como en México y El Salvador, y actualmente en Italia. Para mí, es una riqueza poder compartir con gozo y entusiasmo el talento y don que Dios me ha regalado.

Desde la profundidad de mi ser de mujer, surge una fuerza para enfrentar lo desconocido, siempre confiando en Dios. En el vacío de la vida siempre me guía el Corazón de Jesús con esperanza. Como maya q’eqchi’, desde nuestra espiritualidad, lo llamamos Corazón del Cielo y Corazón de la Tierra como me enseñaron  mis ancestros —abuelos y abuelas—, una conexión que me envuelve en armonía y me impulsa a compartir lo que soy y tengo con mis hermanas y hermanos de otras culturas y naciones. La misma potencia de mi ser de mujer maya me indica el sendero para  ser una presencia diversa en el lugar donde me encuentro.

"La vida de mártires, catequistas, mujeres y hombres, me enseña a defender y valorar la vida con una entrega generosa, a no callarme ante situaciones de violencia e injusticia": Hna. Dora Estela Tupil May #GSRenespañol #HermanasCatólicas

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"Las riquezas y potencias de cada ser humano me ayudan a crecer porque nutren las relaciones y pautas de comportamientos en cada dimensión de mi ser de mujer maya": Hna. Dora Estela Tupil May. (Foto: cortesía Dora Tupil) 

"The richness and potential of every human being helps me to grow because they nurture relationships and patterns of behavior in every dimension of my being as a Mayan woman," said Sr. Dora Estela Tupil May. (Courtesy of Dora Estala Tupi May) 

¿Con quiénes he compartido durante estos años a nivel pastoral y de misión? He estado con la pastoral infantil, pastoral juvenil, pastoral familiar y la de la mujer. Podría describirse como un triple ministerio: pastoral profética, litúrgica y social. El trabajo en conjunto ha sido clave en estas etapas de misión. He aprendido mucho al caminar junto a los laicos, laicas, religiosas y sacerdotes. He sido capaz de ser, sentir, hacer, intercambiar y pensar de una manera crítica y con un corazón generoso para ser copartícipes del cambio, vivir con la gente, cargar con su dolor y vincularme a sus vivencias personales.

¿Qué puedo decir ante esta riqueza recibida de todos y todas? Las palabras y pensamientos abundan; pero, el verdadero testimonio está en los corazones de nuestros hermanos y hermanas, en los lugares por los que he pasado. En este trayecto me he encontrado con corazones llenos de gozo y esperanza, aunque también cargados de mucho dolor. Soy invitada a escuchar con el corazón, porque cada palabra es sagrada, cada historia es tierra sagrada. Al escucharlos, comparto con ellos la verdadero esencia y profundidad de la persona, y puedo nutrir la vocación que Dios me ha confiado. 

"Desde la profundidad de mi ser de mujer, surge una fuerza para enfrentar lo desconocido, siempre confiando en Dios": Hna. Dora Estela Tupil May #GSRenespañol #HermanasCatólicas
 

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Los valores que han sustentado mi misión son la oración, la Eucaristía, la meditación de la Palabra de Dios, momentos de silencio, ejercicios espirituales, discernimiento, y la vida comunitaria. Al mismo tiempo, la realidad constantemente me reta, equilibrando pensamiento, voluntad y decisiones a nivel comunitario, y potenciando todas las facetas de la condición humana. El contexto, el medio sociocultural, las riquezas y potencias de cada ser humano me ayudan a crecer porque nutren las relaciones y pautas de comportamientos en cada dimensión de mi ser de mujer maya. La interacción con otras personas, culturas, idiomas y naciones han enriquecido mi camino.

La vida de mártires, catequistas, mujeres y hombres, me enseña a defender y valorar la vida con una entrega generosa, a no callarme ante situaciones de violencia e injusticia, para ser verdadera discípula de Jesús.

Los rostros diversos de niños, jóvenes, mujeres y hombres son imposibles de describir y relatar. En ellos descubro la presencia del Dios vivo y actuante, comprometiéndome a ser creativa, a innovar mi forma de ser y pensar, profundizando mi espiritualidad para no caer en las redes del momento, la inmediatez y la eficacia, ya que lo que más se necesita hoy es simplemente ser. Esta experiencia exige, compromete e inquieta, invitándome a vivir la vida con sentido.

La realidad de hoy me invita a permanecer firme, con los pies bien puestos en la tierra y el corazón lleno del espíritu de sabiduría. Aunque la realidad se perciba difícil, estoy llamada a mantener el corazón, los ojos y los oídos bien abiertos, a conservar la confianza y esperanza en el corazón de Dios que me acompaña con ternura, sostiene mi vida y mi vocación, guiándome cada día.

Este camino recorrido me impulsa a seguir adelante con mucho más ánimo. Las preocupaciones y dificultades que encuentro en la misión me hacen más fuerte, permitiéndome crecer tanto en la vida humana como en la espiritual.

Todo esto ha sido posible gracias al don de Dios Madre y Padre, y la energía que recibo de Él cada día.