El Adviento y los desafíos ambientales

Reflexiones desde el corazón de un monasterio del Perú

“Debemos recordar y solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas que ya se ven afectados por estos cambios ambientales, uniéndonos en esfuerzos colectivos para reducir los impactos negativos”: Hna. Marlene Quispe T. (Foto: Pixabay)

“Debemos recordar y solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas que ya se ven afectados por estos cambios ambientales, uniéndonos en esfuerzos colectivos para reducir los impactos negativos”: Hna. Marlene Quispe T. (Foto: Pixabay)

por Marlene Quispe Tenorio

Ver perfil del autor

El Adviento, tiempo litúrgico de preparación para la celebración del nacimiento de Jesús, nos invita a una reflexión profunda para acoger al Dios que viene a cada corazón humano. La voz del profeta resuena en el desierto: “Preparen el camino al Señor, enderecen sus senderos”. Esta exhortación adquiere un matiz especial al recordarnos que “Dios viene” con el rostro de niño, una imagen que encarna la promesa divina de amor, de cercanía, ternura, sanación y redención.

En el contexto peruano, el Adviento adquiere una relevancia aún mayor al considerar los desafíos que enfrentamos, conocidos como El Niño costero y El Niño Global. Estos desafíos representan amenazas ambientales que trascienden las fronteras del Perú, impactando a nivel global. La cuestión que se presenta como crucial en este momento es saber si estamos verdaderamente preparados para afrontar estos retos que afectan no solo a nuestro país, sino a toda la humanidad

"El #Adviento adquiere una relevancia aún mayor al considerar los desafíos que enfrentamos: El Niño costero y El Niño Global (…), amenazas ambientales que trascienden las fronteras del Perú": Hna. Marlene Quispe Tenorio #GSRenespañol #HermanasCatólicas

Tweet this

Estos días reflexiono sobre cómo preparar el monasterio para la temporada de lluvias. Al observar el techo, me preocupé por cómo  arreglar su totalidad, pero es imposible hacerlo. Aunque en el distrito Pueblo Libre (Lima) no suele llover, hemos constatado muchos cambios en estos últimos años. La última vez que nos cayó la 'lluviecita' tuvimos que desalojar varios ambientes. 

Por ello, consulté a alguien sobre la existencia de un plan de emergencias ante las lluvias por los fenómenos de los 'niños', y la respuesta fue desconcertante: se prevé un movimiento sísmico de gran magnitud. Entonces, me pregunto por dónde empezar. Al compartirlo con las hermanas, quedamos que debemos asumir con responsabilidad los simulacros y acondicionar alguna zona de la casa para salvaguardarlas en caso de que llueva, especialmente a la madre Leonor, de 102 años. 

La espera del Dios niño no solo simboliza la esperanza en la promesa del amor de Dios que viene a salvar, liberar y sanar los corazones rotos, sino también contrasta con la llegada inminente de El Niño, el costero y el global, que amenazan nuestro entorno y la vida en la 'casa común', el planeta tierra.

La llegada de estos 'niños' nos insta de manera imperiosa a prepararnos adecuadamente. Debemos responder a la llamada de ser la "voz que clama en el desierto". Esta voz debe resonar con nuestras vidas, transformadas por el amor de Dios, convirtiéndonos en agentes de cambio. 

Prepararnos para recibir a los 'niños', al costero y al global, implica un compromiso profundo que abarque desde la información hasta la acción concreta. Cada una de nuestras acciones cotidianas puede contribuir a tomar precauciones y mitigar los efectos devastadores del cambio climático.

"La espera del Dios niño no solo simboliza la esperanza en la promesa del amor de Dios (…); también contrasta con la llegada inminente de [el fenómeno] #ElNiño que amenaza (…) la vida en la tierra": Hna. Marlene Quispe T.  #GSRenespañol #HermanasCatólicas

Tweet this

El Adviento, al exhortarnos a "enderezar nuestros senderos", nos invita a un cambio de vida y a ejercer la caridad, especialmente con los pobres de la tierra, quienes son los más vulnerables a los efectos del cambio climático. 

Debemos recordar y solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas que ya se ven afectados por estos cambios ambientales, uniéndonos en esfuerzos colectivos para reducir los impactos negativos. Cada acción, por pequeña que sea, tiene el potencial de generar un impacto positivo en nuestra 'casa común'. 

La esperanza, enraizada en la fe en Cristo, en la certeza de su amor salvador y en la comunidad de la Iglesia, es una fuerza que da sentido a nuestra vida cristiana, inspira el compromiso con el mundo y nos sostiene en medio de las dificultades y desafíos. La esperanza nos impulsa a ser esa "voz que clama en el desierto", proclamando la buena noticia de que "Dios viene". 

Esta voz, lejos de apagarse, resuena con fuerza incluso en medio de la soledad e indiferencia. Cuidar nuestra 'casa común' se convierte en una responsabilidad ineludible, y fomentar un cambio de mentalidad y comportamiento se vuelve esencial. La educación y la concientización sobre el cambio climático emergen como herramientas poderosas para promover caminos hacia la sostenibilidad de nuestra casa compartida.

"El #Adviento (…) nos invita a un cambio de vida y a ejercer la caridad, especialmente con los pobres de la tierra, quienes son los más vulnerables a los efectos del #Cambioclimático": Hna. Marlene Quispe Tenorio #GSRenespañol #HermanasCatólicas

Tweet this

Orar y actuar se convierten en imperativos éticos. Roguemos para que nuestros líderes gubernamentales, en todas las naciones, planifiquen y busquen soluciones efectivas para adaptarse a los efectos del cambio climático. La acción colectiva y la toma de decisiones informadas son fundamentales para garantizar un futuro más sostenible y esperanzador no solo para el Perú, sino para todo el mundo.

Me gustaría compartir un pequeño gesto. Cuando estábamos en Chaclacayo, en una casa de retiro, el ponente no pudo llegar en el día previsto porque, según nos indicaron, había una marcha pacífica por la carretera central. Recuerdo que rezamos por esa marcha. Grata fue mi sorpresa cuando al volver al monasterio, de modo providente, salió este tema con Cecilia, una pobladora de la zona. Ella me contó el tema de la marcha y lo que se consiguió con ese reclamo pacífico y justo.

La inspiradora iniciativa de los residentes del distrito de Ricardo Palma, provincia Huarochirí —departamento de Lima, en Perú—, destaca como un ejemplo valioso la capacidad transformadora de la acción colectiva. Este caso ejemplar nos recuerda la importancia de reconocer que incluso las acciones más pequeñas pueden generar un impacto positivo tanto en nuestra 'casa común' global como en su propio distrito.

Después de participar en marchas pacíficas y expresar de manera continuada sus preocupaciones, de tal manera que fuesen consideradas en el plan de emergencia por las consecuencias del fenómeno de El Niño, los habitantes lograron un avance significativo. El Gobierno respondió a sus demandas al incluirlos en el decreto de urgencia nro. 036-2023, que establece medidas extraordinarias y urgentes en materia económica y financiera ante el peligro inminente por la ocurrencia del fenómeno El Niño y peligros asociados. La publicación del nombre de su distrito en el periódico oficial El Peruano, el 14 de noviembre, marcó un hito de esperanza y alegría para la comunidad.

Este logro representa un recordatorio tangible de que la movilización ciudadana puede tener un impacto real y positivo en las decisiones gubernamentales. Ahora, en un acto continuo de responsabilidad y compromiso, los residentes piden el uso adecuado de los recursos asignados para el trabajo preventivo en su distrito. Comprenden que solo a través de una implementación efectiva de medidas preventivas pueden mitigar, en cierta medida, las consecuencias de posibles desastres ocasionados por el fenómeno del El Niño, contribuyendo así a reducir el impacto en comparación con experiencias anteriores.

La solicitud de los pobladores del distrito de Ricardo Palma no solo refleja la conciencia de la necesidad de prevención, sino también su deseo de participar activamente en la construcción de un entorno más seguro y resiliente. Este llamado a la acción poslogro destaca la importancia de la participación continua de la comunidad en la toma de decisiones relacionadas con la seguridad y el bienestar de todos.

En este Adviento, preparamos nuestros corazones para acoger a Dios, quien viene siempre; anhelando su luz que ilumina nuestro camino y disipa las sombras de la muerte. Renovemos nuestra esperanza y trabajemos con responsabilidad y profundidad para enfrentar los desafíos de El Niño costero y El Niño global. 

Solo trabajando juntos, en solidaridad, armonía, desde la caridad de vernos como seres humanos, como hijos de Dios, y, por lo tanto, como hermanos, podemos construir un futuro más sostenible y esperanzador para el Perú y el mundo. 

Preparemos el camino al Señor y unamos nuestras voces con la de María, nuestra madre. Digamos a una sola voz: ¡Ven, Señor Jesús, ven pronto; no tardes, y llena nuestro mundo con tu gracia y paz!