Las religiosas están llamadas a evolucionar a la etapa interindividual

Silueta de un grupo de personas en una montaña. (Foto: Unsplash/Natalie Pedigo)

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Judith Shaeffer

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Traducido por Magda Bennásar

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Nota de la editora: 'Vida Religiosa en Evolución', nueva serie de Global Sisters Report, explora cómo las hermanas católicas se están adaptando a las realidades de las congregaciones en transición y a las nuevas formas de vida religiosa. Aunque escribimos a menudo sobre estas tendencias, esta serie en particular se enfoca con más detalle en las esperanzas de las hermanas para el futuro.

Mientras recorremos el camino que va de la etapa institucional a la etapa interindividual de desarrollo, sería inteligente que las religiosas prestaran atención a las ideas de Bob Dylan y Walt Whitman. Esto, además de recurrir a Dios, a la Comunión de los Santos y al apoyo mutuo, podría proporcionar profundidad al viaje. El psicólogo de desarrollo humano Robert Kegan ha señalado que todos los habitantes del planeta se ven afectados por este movimiento evolutivo universal. En realidad, no tenemos elección. Ya nos estamos moviendo. Solo podemos elegir 'cómo' nos moveremos: qué conservaremos y qué dejaremos ir.

De hecho, los últimos años del siglo 20 y los primeros del 21 han sido a la vez revolucionarios y evolutivos. Nuestro caldeado entorno físico y su impacto en todas las criaturas es evidente. Si queremos que el planeta Tierra siga sustentando la vida, debemos cambiar nuestras actitudes y adoptar costumbres radicalmente nuevas. Por ello, merece la pena reflexionar sobre una advertencia que nos hace Dylan: "La vida no consiste en encontrarte a ti mismo, o en encontrar nada. La vida consiste en crearte a ti mismo". Pero también lo es la proclama de Walt Whitman: "Me celebro a mí mismo y me canto a mí mismo".

Kegan nos dice que evolucionar hacia la etapa interindividual solo será saludable si acogemos a los demás en nuestro "espacio", los celebramos mientras "se cantan a sí mismos" y colaboramos con ellos para satisfacer las necesidades evolutivas de todas las criaturas.

Para llevar a cabo este exigente trabajo, las religiosas tendrán que cuidarse a sí mismas como individuos y como comunidades. Tendrán que ser profundamente colegiales e inclusivas.

Afortunadamente, tienen la capacidad de hacerlo porque cuentan con la sabiduría colectiva adquirida tras años de experiencia. Además, pueden confiar más en su instinto femenino de lo que pudieron hacerlo durante la etapa institucional de desarrollo individual y comunitario.

Para tener éxito, las religiosas también tendrán que alimentar su espíritu creativo y valiente, lo que debe empezar por aumentar su tolerancia hacia las contradicciones, las paradojas y la ambigüedad. Porque la forma en que se formaron y vivieron su vida cotidiana durante décadas se caracterizó por la permanencia, la certeza y la aceptación incuestionable. Podía haber tensión entre lo que anhelaban y lo que podían hacer realmente, pero tenían motivos para creer que cumplían la voluntad de Dios.

El Concilio Vaticano II de 1962-65 abrió la puerta a repensar la vida religiosa basada tanto en los carismas originales como en las realidades contemporáneas. Pero, al mismo tiempo, las mentalidades institucionales limitaron lo que realmente podía cambiarse. Además, las fuertes reacciones de algunos miembros de la Iglesia y de la sociedad —incluidas algunas religiosas— socavaron cualquier cambio que no fuera superficial.

Sin embargo, las religiosas siguen siendo llamadas a evolucionar hacia la etapa interindividual. Se trata de un fenómeno bidireccional. Es 'inter' en el sentido de honrar e integrar a todos los miembros de la comunidad humana. No es excluyente. Y es 'individual' en el sentido de que requiere que las religiosas sigan siendo ellas mismas y dejen que los demás hagan lo mismo.

La 'buena noticia' es que la integración de estas dos direcciones aportará un resultado positivo: permitirá a las hermanas alcanzar nuevos niveles de intimidad consigo mismas y con los demás.

La ambigüedad se transformará en certeza, porque una cosa se fundirá con su contraria, nos asegura la hermana de Notre Dame Melanie Svoboda en When the Blue Heron Flies: Prayer-Poems of the Spirit [Cuando vuela la garza azul: Oraciones-Poemas del Espíritu]:

Aprende a vivir con la ambigüedad, 
con líneas borrosas, bordes borrosos, 
costuras difusas donde una cosa se derrama en su contraria. 
Sé paciente con todo lo que es incierto en tu vida. 
Disfruta de las mezclas, 
hazte amigo de las aparentes contradicciones, 
no tengas tanta prisa por llegar siempre al final.

La 'mala noticia' es que adoptar una actitud y una forma de dar sentido a 'ambas cosas' es un reto psicológico. En principio suena bien, pero ponerlo en práctica exige ser muy flexible y abierto: estar dispuesto a permanecer en la contradicción, la paradoja, la incertidumbre y la ambigüedad hasta llegar a un consenso.

Así pues, las religiosas en general tendrán que desarrollar nuevas habilidades de diálogo civilizado. Tendrán que cambiar sus corazones para frenar su tendencia a orientarse hacia los logros y a desanimarse y/o resentirse cuando "las cosas tardan demasiado".

Los consejos de Kegan deberían ser útiles. Kegan recomienda esforzarse conscientemente por ser creativo mediante la curiosidad y el juego. Reformular el trabajo serio como un juego hará que uno se sienta más cómodo con el no saber. Disminuirá la ansiedad cuando uno sea incapaz de precisar el significado hasta casi la finalización del proceso en el que está inmerso.

Kegan asegura que la mejor oportunidad de llegar a soluciones viables depende en gran medida de la aclimatación a la sensación de movimiento. Reconocer el cambio continuo es más realista que creer que llegará a su fin con una nueva solución. 

"Desde una perspectiva psicológica, las religiosas se beneficiarán de tener en cuenta que el paso por las etapas de desarrollo es un hecho para los seres humanos": Hna. Judith Shaeffer

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De hecho, junto con escritores tan proféticos como Piaget, Erik Erikson, Maslow, De Chardin, Jung y Lawrence Kohlberg, Kegan afirma que con el tiempo tendremos que familiarizarnos con otro movimiento evolutivo. Será una etapa espiritual: una unión de lo humano con el Otro divino, Dios.

De hecho, desde una perspectiva psicológica, las religiosas se beneficiarán de tener en cuenta que el paso por las etapas de desarrollo es un hecho para los seres humanos. "La base fundamental de la personalidad es la actividad evolutiva", escribe Kegan. 

Volvamos a las tareas que las religiosas están llamadas a realizar en este momento. Deben dejar de ser triunfadoras empeñadas en hacer. Deben convertirse en 'ser-es' que están interpersonal e íntimamente conectadas entre sí. Deben intentar ser ellas mismas y dar a los demás la misma oportunidad. 

Además, están llamadas a vivir con la contradicción y la paradoja y a acoger la tensión entre ellas. En lugar de deshacerse de ellos y forzar una resolución comunitaria de los problemas, deben honrar las diferencias hasta orientarse verdaderamente hacia ellas y nutrirse de ellas. Porque todas las personas son un icono único de Dios. Todas son miembros de una comunidad humana. Todas son contribuyentes potenciales a nuestra comprensión de la voluntad y el plan del Creador.

Algunos ejemplos prácticos de lo que deben trabajar las religiosas:

  • Recordarse a sí mismas que incluso el movimiento evolutivo de desarrollo implica, en cierta medida, la muerte de un viejo yo en aras del nacimiento de un nuevo yo, como nos dice Svoboda.
  • Tener en cuenta que "todas las transiciones implican dejar atrás un yo consolidado antes de que pueda tener lugar cualquier nuevo yo", en las palabras de Kegan.
  • Cuidarse mejor psicológica y físicamente expresando todas las emociones de forma adecuada lo más cerca posible del momento en que las experimentan.
  • Encontrar formas corporales de expresar las emociones porque "la naturaleza pretendía que todas las emociones condujeran a una actividad física inmediata", según explicó la Dra. Helen Flanders Dumbar. Considerar la danza como expresión de algunas de estas emociones.
  • Sustituir la competitividad por diseñar conjuntamente soluciones beneficiosas para todos.
  • Resolver problemas colaborando con 'todos los implicados' en lugar de hacerlo en solitario o con otras personas seleccionadas.
  • Prolongar el tiempo que dedican a recabar información antes de sacar conclusiones, mediante una lluvia de ideas.
  • Aumentar la capacidad de tolerar la tensión inherente a la paradoja y la contradicción siendo curiosas. Por ejemplo, podrían preguntar a quienes les resulta difícil amar y cómo podrían hacerlo mejor.
  • Profundizar en su tolerancia a la ambigüedad escuchando a los demás con apertura.
  • Ser más creativas a la hora de diseñar soluciones.
  • Hacer que las soluciones sean flexibles, si es posible, estableciendo tiempos y/o ocasiones para reevaluarlas. Porque todo cambio en el crecimiento evolutivo, dice Kegan, "implica la relativización de lo que se tomaba como último" y elegir conscientemente hacerlo así.
  • Debilitar su propensión a juzgar y condenar planteando más de una o dos hipótesis de por qué ellas y las demás opinan y actúan de determinada manera. A continuación, comprobar sistemáticamente esas hipótesis.
  • Oponerse al juicio condenatorio diciendo a los demás cosas como: "No puedo juzgarte como malo o equivocado". Del mismo modo, oponerse al juicio de afirmación diciendo algo como: "No puedo afirmar lo que estás haciendo". 

    Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 22 de abril de 2024. 

This story appears in the Evolving Religious Life feature series. View the full series.