Somos oasis, no espejismos

Atardecer frente al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid España. (Foto: Magda Bennásar)

Atardecer frente al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en Madrid España. (Foto: Magda Bennásar) 

por Magda Bennásar

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El 2 de febrero celebramos el Día de la Vida Consagrada. En uno de mis tiempos de silencio, emergió muy de mi fondo lo que he elegido como título de esta columna: 'Somos oasis, no espejismos'.

Otro pilar de mi reflexión es que, al pasear por delante del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial ayer al atardecer, conecté con el silencio del lugar y la belleza de siglos que me envolvía. La historia, ese lugar tan especial donde en el pasado todo giraba alrededor del monasterio, me hizo sentir monástica. Sentí que posiblemente era la única mujer consagrada paseando por ahí a aquella hora, y sentí la presencia de otra 'vida' en mí, alguien que me habitaba y que me hacía sentir parte de una cadena de siglos de mujeres y hombres habitados por la Ruah. El monasterio a mi derecha fue testigo de ello, acompañándome en mi oración de la tarde.

"Lo que la gente espera de nosotras [las religiosas] es un sabor a infinito hecho carne en nuestras vidas": Hna. Magda Bennásar sobre la vida consagrada

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A pesar del miedo a tropezar con los adoquines milenarios que se conservan para mantener la estética y sabor del lugar, y que dificultan la pisada segura, empecé a grabar un audio dirigido a 15 laicos y laicas, entre ellos dos exreligiosas, a quienes invité a reflexionar sobre cómo veían la 'vida consagrada' hoy: si la consideraban necesaria o si respondía al mundo actual. No eran personas solo de Europa, también lo envié a alguien de USA y a otra de Argentina; y a un joven varón, teólogo, que todavía no me responde.

A lo largo de la noche y de la madrugada han llegado respuestas preciosas y entrañables, dándonos un impulso en medio del desierto que muchas de nosotras experimentamos día a día.

Todas las respuestas que han llegado, sin excepción, confluyen en mi oasis. ¡Increíble! Todas expresan la importancia de la 'vida consagrada' como encarnación de una espiritualidad que nutre y ayuda a madurar, y que da sentido y hondura a la rutina del desierto diario y a la difícil y dura vida de la mayoría de la humanidad.

Voy sacando de mi pozo: la mujer consagrada es un oasis porque cuida del agua. La persona consagrada vive en y al lado de la Fuente-Ruah. ¿Es esta la espiritualidad de hoy? ¿Ser oasis que indica dónde está la Fuente? ¿Ser lugar de descanso y encuentro con el 'agua de la vida'?

Visualizo un oasis en medio de un enorme desierto, y siento el agua, su sonido, su frescura a medida que me acerco. Alrededor del agua del pozo hay vida, vegetación, alguna construcción o tienda de refugio donde la persona que llega puede hospedarse y ser atendida.

Desde donde escribo, las personas que me acompañan en esta columna han indicado que para ellas la 'vida consagrada' es espiritualidad. Lo que diferencia nuestras vidas de los mejores profesionales en nuestras distintas tareas es ese aire de ser mujeres habitadas, de ser oasis para muchos, ya sea como profesionales en la ciudad, acogiendo migrantes en la frontera, visitando zonas de guerra, acompañando a mujeres indígenas o siendo monjas en un monasterio. Lo que la gente espera de nosotras es un sabor a infinito hecho carne en nuestras vidas.

No somos espejismo porque estamos ahí. El pozo está siempre y permanece fiel. No nos pasará como a los espejismos, que cuando te acercas se van alejando hasta desaparecer en un horizonte indefinido. Nosotras no defraudamos, no abandonamos, y esto es posible porque estamos conectadas siempre al pozo. De ahí vivimos, y de ahí damos vida.

¿Cómo es posible que seamos oasis? Es posible porque el celibato es fecundidad; no es imposición, sino el fruto de una elección, de una llamada para una amistad y una tarea. Lo nuestro es un amor esponsalicio que va más allá de la intimidad, haciendo posibles vidas y obras fecundas. Esa fecundidad viene de Dios, no de nuestro esfuerzo ni de nuestra decisión. El celibato es un tesoro que se vive y se ve vivir en personas concretas, aunque a veces no se comprende porque es considerado antinatura por la mayoría.

En el celibato gozoso, el 'eros' se convierte en creatividad y energía tierna para proyectos de colegialidad, igualdad y respeto. En el celibato, el amor compartido es de 'ágape', un tipo de amor incondicional en el que solo importa el bienestar de las otras personas, la equidad y la paz. El celibato es un amor sin barreras, sin fronteras, que no prohíbe, sino que empodera y posibilita el oasis de la vida asegurando que la Fuente-Ruah no se seque ni se quede sola en el desierto.

El don de la llamada al celibato es un guiño de Dios a quien le pilla despierta y atenta. Es un indicador de que su amor se prolonga en la historia y en el planeta.

Cuando leo GSR, donde me encuentro con todas ustedes, es como sentir el fresco del oasis en una tarde abrasadora. Los miles de rincones desde donde la 'vida consagrada' es oasis son incontables, y todo gracias a que hemos acogido esa brisa de la Ruah que nos ha conducido, como viento huracanado o brisa suave, a los rincones más recónditos del mundo.

Hoy la 'vida consagrada' asume el reto de convertir el desierto en oasis, con nuestro estilo de vida cada vez más verde y comprometido con la 'casa-comunidad común' y no solo en nuestros monasterios, pisos o conventos. Nuestro templo es el mundo; nuestro oasis es un planeta sediento y medio seco, al que somos enviadas.

Y como celebración de esa consagración gozosa les invito a rezar ese salmo que agradece la llamada a que seamos contadas entre las amigas de Dios.

Salmo del amante 
(Alí ben Husayn)

Dios mío, ¿Quién puede desear a otro que a Ti habiendo paladeado la dulzura de tu amor? ¿Quién puede desear a otro que a Ti habiendo gozado de tu intimidad?

Dios mío, cuéntanos entre los que Tú has escogido para estar cerca de Ti, a Tu sombra; aquellos a quienes has purificado para que Te amen y a quienes has hecho desear Tu encuentro;

A quienes has concedido siempre contemplar tu rostro, que colmas con tu favor. A quienes has preparado un lugar de amigo cerca de Ti, que Te has reservado para que Te conozcan…

¡Feliz celebración de la 'vida consagrada' y que su energía se prolongue todo el año!