Una pintura del Sagrado Corazón de Jesús durante la misa del Domingo de Ramos en la iglesia del Sagrado Corazón en Prescott, Arizona, Estados Unidos, el 13 de abril de 2025. (Foto: OSV News/Bob Roller)
Sagrado Corazón de Jesús, dame un corazón que sea uno con el tuyo...
Santa Magdalena Sofía Barat, fundadora de mi congregación, rezaba estas palabras todos los días. Cuando reflexiono sobre lo que quería decir con ellas y lo que significan para mí, recuerdo que ella también vivió en tiempos turbulentos. Su llamado a formar la Sociedad del Sagrado Corazón surgió de la violenta agitación social y política de la Revolución francesa.
Aunque los problemas que marcaron esta revolución fueron muchos y variados, ella tuvo un profundo impacto tanto en la Iglesia como en la sociedad y la política. Al igual que yo siento que hay un poco de caos en todos los diferentes aspectos institucionales de la vida actual, Sofía también debió de experimentar el caos en la Francia del siglo XIX.
Sofía vio el sufrimiento que la rodeaba y quiso marcar la diferencia a través de la educación de los jóvenes. En la espiritualidad de la época, entendía el rechazo a Dios y a la Iglesia como una abominación, una herida en el corazón de Cristo por la que "reparamos" con nuestra oración y adoración.
Desde el punto de vista teológico, ya no utilizamos el lenguaje de reparar las acciones de otras personas con nuestras propias oraciones. Sin embargo, el corazón de Cristo es herido a diario por las atrocidades que vemos a nuestro alrededor, por el daño que los seres humanos nos causamos unos a otros. Entonces, ¿por qué rezamos cuando le pedimos a Jesús que "nos dé un corazón que sea uno con el suyo"?
Recuerdo estar muy enferma en el hospital y saber que una de mis hermanas estaba allí sosteniendo mi mano. No podía hacer nada para que mi enfermedad desapareciera, pero se quedó. Estaba presente en mi sufrimiento.
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A veces eso es todo lo que necesitamos hacer para ver el mundo a través del corazón de Dios. Jesús nos mostró cómo hacerlo viviendo en nuestro mundo y caminando con nosotros a través de todas las realidades de la vida humana.
Pero gran parte del sufrimiento del mundo no es causado por enfermedades o desastres naturales, sino por las acciones de otros seres humanos. Las atrocidades de hoy contra el corazón de Jesús implican negar a las personas su dignidad fundamental. Cada ser humano lleva la imagen y semejanza de Dios implantada desde la creación. Cada vez que alguien falta al respeto a la dignidad de otro ser humano, el corazón de Jesús y mi propio corazón se estremecen de dolor.
Podemos hablar de esta falta de respeto con terminología teológica, como el cuidado del bien común o la opción preferencial por los pobres. Independientemente de si alguien es religioso o no, los derechos humanos básicos son universalmente reconocidos. Entre ellos se incluyen el derecho a la libertad, a la alimentación, al agua, a la vivienda, a la atención sanitaria, a la educación, a la seguridad (incluido el derecho a solicitar asilo) y a la dignidad del trabajo. La dignidad humana se ve mermada cuando se niega a alguien cualquiera de estos derechos.
¿Con qué frecuencia revelan los medios de comunicación la negación de los derechos humanos? ¿Lo reconocemos en las historias y las imágenes que captan?
- En la estudiante de posgrado secuestrada fuera de su apartamento por agentes enmascarados del ICE [la agencia de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, encargada de la detención y deportación de migrantes].
- En los rostros de los niños hambrientos en zonas de guerra, especialmente en Oriente Medio y África.
- En el padre arrestado al llegar (legal y adecuadamente) a su audiencia de inmigración.
- En la familia a la que se le niega el asilo, a pesar de que regresar a su país de origen significa una sentencia de muerte segura.
Leer las noticias me parte el corazón. Hay tanta gente sufriendo en este mundo, y cada día parece que se repiten las mismas historias: familias migrantes separadas, niños muertos en tiroteos, desastres naturales que se cobran decenas de vidas, guerras que reducen hogares a escombros. Hay tanto sufrimiento que preferiría esconder la cabeza bajo la arena y no volver a abrir nunca más mi aplicación de noticias.
La gente asiste a una marcha y manifestación a favor de los inmigrantes tras una misa en español en la iglesia de San Juan Evangelista en Riverhead, Nueva York, Estados Unidos, el 22 de junio de 2025, festividad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. El ministerio social de la parroquia de San Juan organizó el evento, que atrajo a unos 300 participantes. La parroquia atiende a un gran número de inmigrantes latinoamericanos que viven y trabajan en el extremo este de Long Island. (Foto: OSV News/Gregory A. Shemitz)
Pero ignorar el sufrimiento no lo disminuye. Del mismo modo, no todas las noticias son negativas. (Prueba goodnewsnetwork.org para obtener una perspectiva refrescante). Aunque el sufrimiento nunca es bueno, ofrece a las personas buenas la oportunidad de mostrar la profundidad de su bondad.
Las recientes inundaciones en Texas [Estados Unidos] tuvieron sus héroes: el director del campamento que pereció tratando de salvar a los niños de su campamento, el oficial de la Guardia Costera en su primera misión que rescató a 165 personas, la avalancha de empatía y donaciones de todo Texas y la nación. La tragedia fue enorme y el dolor sin precedentes. Al mismo tiempo, quienes la observaban también vieron la gloria de Dios brillando a través de la oscuridad.
Ninguna de estas cosas (y muchas otras) son fáciles de presenciar, y aún más difíciles de combatir. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a mirar más profundamente. Recordemos la evaluación que Dios hizo de la Creación (Génesis 1): "Dios vio lo que había creado y vio que era bueno". Y en el último día, al mirar a los seres humanos, "Dios vio que era muy bueno".
Mi inclinación a ocultar mi rostro ante los horrores del mundo puede protegerme de ellos hasta cierto punto, pero también me aleja de la belleza que puede surgir y de mi propio llamado a responder al dolor.
Nuestros proveedores de noticias quieren que consumamos su producto, por lo que destacarán la descripción más sensacionalista de cualquier acontecimiento. Los acontecimientos apocalípticos llaman la atención, como dice el refrán, igual que la gente que observa un accidente de tren. (Nota al margen: ¿sabías que los accidentes de tren simulados eran una forma de entretenimiento a finales del siglo XIX?). Tenemos que buscar deliberadamente el bien que hay ahí fuera, para recordarnos quiénes somos: la imagen y semejanza de Dios, creados buenos desde el principio.
Los seres humanos sufren. Causan sufrimiento a otros. Y ellos (nosotros) cometen pecados. Pero nuestro núcleo, nuestra esencia es la bondad, la bondad que es la imagen y semejanza de Dios implantada en nosotros en lo más profundo de nuestro ser desde el principio. En esa bondad fundamental reside nuestra esperanza.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 8 de agosto de 2025.
