
En esta foto de 2012 aparecen fieles sosteniendo velas. Los líderes de la Iglesia tienen un papel y un deber cruciales en la reconstrucción de la confianza tras los escándalos de abusos sexuales que han salpicado a clérigos y otros representantes de la Iglesia, escribe la hermana Matilda Owolagba. (Foto: Archivo CNS/Gregory A. Shemitz)
Como canonista, actualmente cursando un doctorado en derecho canónico en la Universidad St. Paul de Ottawa (Canadá), he tenido la oportunidad de reflexionar profundamente sobre cómo se puede restaurar la confianza en nuestra Iglesia.
En noviembre de 2024 asistí a una conferencia internacional en la universidad titulada "¿Hablamos de confianza? ¿Cómo restaurar la confianza en la Iglesia católica tras su traición en los escándalos por abusos?". Allí presenté una ponencia titulada: "El papel de los líderes de la Iglesia en la construcción de la confianza: una necesidad en una Iglesia sinodal".
Tras reflexionar detenidamente, me doy cuenta de que sí creo que todavía podemos hablar de confianza después de los escándalos por abusos, pero solo si los líderes de la Iglesia ponen en marcha medidas para garantizar que nunca más se traicione la confianza como se ha hecho en el pasado.
Los líderes de la Iglesia tienen un papel y un deber cruciales en la reconstrucción de la confianza tras los escándalos por abusos sexuales que han involucrado a clérigos y otros representantes de la Iglesia. Muchos líderes han aprendido de los errores del pasado y están realizando esfuerzos deliberados para restaurar la confianza en las comunidades.
El papa Francisco [†] también ha pedido una Iglesia más participativa y receptiva a través del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad. La construcción de la confianza es una parte esencial de la sinodalidad. No podemos caminar juntos ni relacionarnos de forma auténtica como pueblo si falta la confianza.
Fomentar la confianza no es opcional, es una necesidad para los líderes de la Iglesia actualmente, incluido el papa, líder de la Iglesia universal en comunión con el colegio episcopal. También incluye a los obispos diocesanos y obispos auxiliares, quienes dirigen las diócesis y otras iglesias particulares, así como a los responsables de las instituciones e institutos eclesiásticos a diversos niveles.
Hablando desde mi experiencia y por observaciones en dos diócesis, una en Nigeria y otra en Canadá, creo que todavía podemos hablar de confianza. Sin embargo, esta confianza no se extiende a las diócesis o instituciones que no cuentan con medidas suficientes para prevenir los abusos.

Esta ilustración fotográfica muestra a un sacerdote preparándose para distribuir la comunión durante la misa. "Hablando desde mi experiencia y por observaciones en dos diócesis... creo que todavía podemos hablar de confianza", escribe la hermana Matilda Owolagba. "Sin embargo, esta confianza no se extiende a las diócesis o instituciones que no cuentan con medidas suficientes para prevenir los abusos", apunta. (Foto: OSV News/Bob Roller)
Fui miembro del Comité para la Protección de Menores y Personas Vulnerables de la Diócesis Católica de Ijebu-Ode, en el estado de Ogun (Nigeria), y actualmente soy coordinadora parroquial para un entorno seguro en la parroquia Canadian Martyrs, en Ottawa (Canadá). A partir de esta experiencia de primera mano, y al ser testigo de los esfuerzos del papa Francisco y de las iglesias locales, veo que se está abordando activamente la cuestión de la confianza, especialmente mediante el desarrollo de nuevas normas y procedimientos.
En Vos Estis Lux Mundi (Vosotros sois la luz del mundo), un documento publicado en 2019 por el papa Francisco, se ordena a todas las diócesis e instituciones que establezcan políticas de protección. En respuesta, el obispo de Ijebu-Ode formó un comité de expertos —que incluye canonistas, teólogos, abogados civiles, psicólogos, médicos y otros profesionales— para revisar las políticas de protección existentes. A continuación, organizó un taller obligatorio sobre protección para todos los sacerdotes, diáconos y religiosos que trabajan en la diócesis con el fin de sensibilizar y prevenir los abusos a menores y personas vulnerables.
La arquidiócesis de Ottawa-Cornwall también cuenta con sólidas políticas de protección para el clero y los voluntarios que participan en la labor pastoral. Entre ellas figura un código de conducta pastoral para sacerdotes, diáconos, seminaristas, empleados y voluntarios. La Conferencia de Obispos Católicos de Canadá elaboró una política titulada "Proteger a los menores del abuso sexual: un llamamiento a los fieles católicos de Canadá para la sanación, la reconciliación y la transformación". Este documento invita a toda la comunidad eclesiástica a participar en los esfuerzos para prevenir los abusos y proteger a los menores y a las personas vulnerables.
Mi propio instituto, las Hermanas de San Luis, cuenta con políticas a varios niveles para la protección de menores y personas vulnerables. Las instituciones que gestionamos tienen directrices de protección infantil que deben seguir las hermanas, el personal y los colaboradores. En 2021, la provincia de Nigeria revisó su política de protección. Una oficina de protección de la infancia supervisa cada institución para garantizar que se siguen las políticas, y se espera que todas las instituciones cuenten con representantes.
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Durante mi presentación, compartí con el grupo que a través de mi ministerio y mis estudios he llegado a comprender que restaurar y construir la confianza debe implicar acciones deliberadas y concretas. Algunas de las formas más eficaces son:
• Reconocer los errores del pasado, asumir la responsabilidad y ofrecer disculpas sinceras.
• Garantizar la responsabilidad en todos los niveles del liderazgo de la Iglesia.
• Crear y mantener sistemas de denuncia creíbles en todas las diócesis e instituciones.
• Promover la transparencia en la toma de decisiones y la comunicación.
• Hacer cumplir las leyes y procedimientos de protección existentes.
• Impartir talleres de protección continuos para el clero y el personal de la Iglesia.
Creo que la formación del futuro clero y religiosos no es responsabilidad exclusiva de los seminarios y casas de formación. La confianza también se puede construir a través de la formación cristiana en la familia y mediante programas que promuevan la dignidad humana y los límites necesarios. La aplicación de políticas, las medidas de seguridad, la garantía de la justicia cuando se traspasan los límites y el fomento de la participación activa de los fieles, especialmente a través de la escucha, son pasos fundamentales.
También creo que debemos reparar a quienes fueron acusados injustamente y posteriormente declarados inocentes tras exhaustivas investigaciones civiles y canónicas.
Existen muchos obstáculos para construir la confianza, entre ellos la falta de apertura y la renuencia a escuchar por parte de algunos líderes eclesiásticos, el clericalismo, la aplicación inadecuada de las leyes y los procedimientos, y el secularismo generalizado, junto con el miedo y la vergüenza.
He experimentado muchos de los obstáculos para construir confianza, pero también he sido testigo y tomado parte en los esfuerzos sinceros que fomentan la sanación. La construcción de la confianza conduce a relaciones más cordiales, a la coexistencia pacífica, a la reparación de los lazos rotos y al progreso hacia una Iglesia y una sociedad más sanas.
Es muy importante que los líderes de la Iglesia reconozcan que su papel en la construcción de la confianza es hoy más necesario que nunca. El liderazgo debe ir más allá de la promulgación de políticas: debe garantizar que estas se cumplan y que se tomen las medidas necesarias. Sin este compromiso, las palabras quedan vacías y no se puede restaurar la confianza.
La actitud y la disposición de los líderes de la Iglesia son de suma importancia. Una postura de humildad, responsabilidad y escucha auténtica es esencial para reconstruir la credibilidad de la Iglesia.
También quiero reconocer los esfuerzos de algunos líderes eclesiásticos en las últimas décadas, aquellos que han dado pasos valientes para abordar los escándalos del pasado, prevenir los abusos y garantizar entornos seguros para los menores y las personas vulnerables. A medida que más líderes sigan su ejemplo, sigo teniendo esperanza: todavía podemos hablar de confianza en la Iglesia.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 16 de abril de 2025.