
(Composición gráfica: Olivia Bardo, a partir de fotografía de Rhina Guidos)
Con el ritmo del tambor y su tierna voz, la Hna. Blanca Meza compartió la historia de su pueblo afrocolombiano con miembros del V Congreso Latinoamericano y Caribeño de Vida Religiosa.
"Somos afrocolombianos, tenemos identidad, trabajamos muy unidos por la justicia social. Nuestro principio de vida es luchar por la igualdad, para que todos podamos vivir la fraternidad", cantó en un momento emotivo del evento.
El canto recoge la espiritualidad del mundo afrocolombiano: "Lo que nosotros somos", explicó sobre los descendientes de personas que llegaron a las Américas desde África y que ahora forman parte de la vida religiosa católica en América Latina.
La experiencia de Meza como religiosa afrocolombiana es poco común, por eso le gusta compartirla, como lo hizo con miembros de la vida religiosa a fines de 2024, a pesar de que se trata de temas dolorosos, del pecado de la esclavitud, la discriminación, el racismo, pero también de esperanza.
La esperanza, dice ella, se encuentra en el reconocimiento de los errores del pasado para poder sanar heridas profundas que todavía existen entre miembros afrodescendientes de la Iglesia.
"¿Quiénes somos nosotros, los negros? Muchos se preguntarán: ¿Por qué vemos tan pocas personas negras en la vida religiosa? ¿Por qué no hay más religiosas o religiosos negros en las comunidades? ¿Quiénes somos las/los negros? Somos personas", dijo a religiosas y religiosos durante un panel del congreso.
"Me sorprende ver tan poca presencia de personas negras en las comunidades religiosas. Esto debe ser un llamado a la reflexión, especialmente para las congregaciones": Hna. Blanca Meza
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La Hna. Blanca Meza, de la Congregación Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena en Colombia, posa para una foto el 24 de noviembre del 2024 en Córdoba, Argentina. Meza compartió con religiosas y religiosos algunas de las dificultades relacionadas con el racismo que católicos afrocolombianos, y otros, enfrentan como miembros o aspirantes a la vida religiosa. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
Meza, de la Congregación Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, contó parte de la historia de cómo, entre el siglo XVI y XIX, aproximadamente 12 millones de africanos fueron llevados a las Américas para ser vendidos como esclavos y obligados a trabajar en condiciones inhumanas.
"A través de este proceso, nuestros ancestros vivieron innumerables tragedias y sufrimientos. La religión jugó un papel fundamental en la vida de los afroamericanos. Aunque llegaron a América con sus propias creencias y religiones, pronto se encontraron con una realidad diferente", dijo. "La iglesia católica, en su afán evangelizador, se encargó de imponer su fe a los africanos esclavizados, los cuales fueron obligados a adoptar nuevas creencias", agregó.
Esta es una lucha que continúa para los miembros afrodescendientes de la Iglesia, dice.
"En nuestra Iglesia y en nuestras comunidades religiosas, esperamos que se escuche espiritualmente el clamor de nuestros pueblos. Necesitamos una Iglesia inclusiva, no exclusiva", apuntó. "¿Por qué insisto en esto? Porque en el pasado, las/los negros no fueron aceptados dentro de los conventos ni las congregaciones religiosas, y mucho menos los indígenas", añadió.
A lo largo de la historia, los afrodescendientes han sido vistos como un problema, como una carga, expresó, y han sido excluidos, incluso dentro de las instituciones de la vida religiosa.
"Me sorprende ver tan poca presencia de personas negras en las comunidades religiosas. Esto debe ser un llamado a la reflexión, especialmente para las congregaciones", afirmó
En una entrevista con Global Sisters Report en español, Meza habló sobre los desafíos, retos y oportunidades para la vida religiosa en América Latina con respecto a los afrodescendientes y otros grupos.

La Hna. Blanca Meza, derecha, de la Congregación Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena en Colombia, compartió el 24 de noviembre del 2024 con miembros del V Congreso Latinoamericano y Caribeño de Vida Religiosa en Córdoba, Argentina, la historia de su pueblo afrocolombiano. (Foto: GSR/Rhina Guidos)
"La Iglesia y las congregaciones tienen que ser inclusivas, no exclusivas, porque como siempre, históricamente han prevalecido los blancos, lo colonial": Hna. Blanca Meza
¿Por qué es importante que la Iglesia escuche sobre estos temas?
Yo pienso que es muy importante que la Iglesia sepa esto, porque en este momento somos centinelas de esperanza. La Iglesia tiene que abrirse a eso, abrirse a dar de verdad esa esperanza a los pueblos, para que los pueblos se puedan sentir acogidos y puedan sentirse en ese ambiente de esperanza, para ser esperanzadores también. Entonces, creo que la Iglesia tiene que ir dando esos pasos, y esos pasos se van dando en la medida que se abren a escucharnos, a dejar que nos expresemos y que no nos juzguen, sino que más bien que escuchen atentamente esos gritos para encontrar los caminos. Y que, obviamente, esos caminos se tienen que ir encontrando juntos. En la medida en que nos acogen y vamos interactuando, vamos compartiendo. Juntos vamos encontrando esos caminos de cómo ser esperanza. Y para, desde nuestro puesto como religiosos, salir a dar esperanza a otros, porque allá afuera hay muchísimos, hay mucha gente que, obviamente, está desesperanzada. Entonces, nosotros, al compartir y vivenciar esa esperanza, podemos dar esperanza a otros.
Usted encontró esperanza para seguir adelante con su vocación, pero cuénteme un poco sobre los retos de su experiencia como religiosa.
Cuando yo entré al convento, a medida que fueron pasando los años, fui encontrando en compañeras, en las hermanas, esa posibilidad de que es posible ser religiosas aun en medio de vivir cosas duras. Cuando yo entré, era la única negra dentro del grupo. Éramos 19.
Yo sentía siempre ciertas miradas, ciertas barreras. Algo que me favoreció mucho a mí, personalmente, fue mi actitud, porque nosotros, como negros, somos alegres, somos, como decimos allá, muy metelones, no nos quedamos quietos. Entonces, esa pesadez que en cierto momento sentía, yo la fui transformando como en alegría y me fui metiendo tanto que en mi grupo yo sentía al final que yo era muy querida por mis compañeras.
O sea, esa barrera la fui superando. Pero hay otros casos en los que la alegría no vale, ni el uno sentirse [parte] del grupo, porque hay ciertas cosas que le hacen a uno echar un paso atrás. Pero gracias a Dios llevo 24 años en la vida religiosa y he ido dando pasos, y siento que la gente ha ido dando el paso. Pero hace falta. En eso estamos, en la lucha, para que eso que se ha ido construyendo no se pierda, sino que hay que seguir, hay que seguir abriendo camino.
¿Siente que de vez en cuando alguna gente se siente incómoda por lo que dice, especialmente por hablar del racismo?
Sí. Yo siento que estos temas crean, de alguna manera, escozor en la gente… y por eso digo que la Iglesia y las congregaciones tienen que ser inclusivas, no exclusivas, porque como siempre, históricamente han prevalecido los blancos, lo colonial. Se ha llegado a escuchar términos [en frases] como: "La congregación se va a 'negrear'". Entonces, esos son términos muy fuertes, pero uno dice: "Esas son expresiones ignorantes". Nosotros no somos una pieza aparte, somos parte de un todo que Dios creó. Simplemente ese todo está formado por esas partes diferentes y que forman, ya como se dice, el tejido completo.
No nos tienen que mirar como personas diferentes en todos los sentidos, sino diferentes en cultura, pero que formamos parte, o sea, si a nosotros no nos hacen parte de ese todo, están incompletos.
¿Y qué le diría usted a una persona joven que está interesada en la vida religiosa, pero también ve esos retos que todavía siguen?
Yo lo que les digo es que no les dé miedo, que no sientan ese temor de que quiero entrar, pero yo soy negra o soy negro y me da susto. Que no les dé miedo, que hay que enfrentarlo. Yo, por ejemplo, en este momento, ayer, cuando decía: "Es un milagro que esté aquí, de verdad que es un milagro". En un momento llegué a pensar en decir: "No, no vengo, no asumo esto", pero yo dije: "No tenemos que tener miedo, hay que vencer ese miedo".
Entonces, que no les dé miedo, que se arriesguen, que venzan todos esos temores. Y desde dentro, ya uno puede ir aportando a todos estos procesos de enseñarle a la gente, de hacer ver nuestra realidad y de hacernos sentir que tenemos que estar bien todos.
A veces ciertos tipos de autoridades crean como el miedo para que las cosas no se digan o no se hagan ver. Pero gracias a Dios, yo una cosa que agradezco es que, por lo menos, ya veo avances; hay ciertos avances que permiten que uno se exprese, porque antes no se podía. Y por eso muchas personas, muchos religiosos o religiosas, se abstienen de expresar sus sentimientos, de decir las cosas, porque a veces se sienten solas.