ENTREVISTA | La Hna. Ianire Angulo Ordorika reflexiona sobre el abuso de poder en la vida consagrada

La Hermana Ianire Angulo Ordorika, de las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, expone en una conferencia el 21 de octubre en el campus de Madrid de la Universidad Pontificia de Salamanca.

La Hermana Ianire Angulo Ordorika, de las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, expone en una conferencia el 21 de octubre en el campus de Madrid de la Universidad Pontificia de Salamanca. (Foto: cortesía del Instituto Teológico de Vida Religiosa)

Joyce Meyer

International Liaison, Global Sisters Report

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Traducido por Helga Leija

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A la Hna. Ianire Angulo Ordorika le apasiona no solo la teología en sí, sino también transmitirla. Es profesora de teología  en la Universidad Loyola Andalucía en Granada, España, y profesora invitada del Instituto Teológico de Vida Religiosa de la Universidad Pontificia de Salamanca (campus Madrid).

Creció en el norte de España y asistió a los colegios de las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. Cuando se sintió llamada a la vida religiosa, dijo que quiso ingresar allí porque la comunidad se dedica a la evangelización a través de la educación, e hizo sus votos perpetuos en 2002. La congregación también tiene un fuerte componente contemplativo: las hermanas hacen un cuarto voto de devoción a la adoración del Santísimo Sacramento, que es importante para ellas. Su congregación se dedica principalmente a los colegios y ella es una de las pocas miembros que trabaja fuera de los ministerios de la congregación.  

“Por mi forma de ser, necesito entender”, dijo y agregó: “Fue esta necesidad de entender la que me llevó a apasionarme por el mundo teológico desde el principio de mi formación en la vida consagrada: entender en qué creo, quién es el Dios en el que confío y me ha ayudado a crecer como persona y como creyente”.

Para la Hna. Angulo Ordorika no fue fácil estudiar Teología, ya que no era lo habitual en su congregación; sin embargo, obtuvo una licenciatura en Teología y se licenció, además, en dos especialidades: Teología de la Vida Religiosa, en la Universidad Pontificia de Salamanca, y Sagrada Escritura, en la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid, en donde también consiguió, en  2018, el doctorado en Sagrada Escritura.  

En octubre, la hermana publicó un artículo sobre el abuso de poder en la vida religiosa, titulado La Presencia Innombrada: Abuso de Poder en la Vida Consagrada, en la revista Teología y Vida, una publicación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. La Unión Internacional de Superiores Generales (UISG) organizó un curso en dos partes, 21 y 22 de marzo, basado en su artículo. (El curso ha sido patrocinado por la Fundación Conrad N. Hilton, que es la principal financiadora de Global Sisters Report).

GSR: ¿Cómo y por qué decidiste hacer este trabajo?

Angulo Ordorika: Llegué al tema de los abusos de dos maneras diferentes.

Primero, acompañé a hermanas de varios institutos religiosos que habían sufrido abusos sexuales. Algunas habían sufrido abusos de niñas, otras de adultas y otras de religiosas. Era principalmente un ministerio de escucha y dirección espiritual. Yo impartía cursos, daba ejercicios espirituales y las hermanas querían hablar un poco más. Esto me dio no solo un conocimiento muy experiencial de las víctimas, de sus dificultades personales e institucionales y de las consecuencias del abuso, sino también una sensibilidad especial hacia este tema en medio de la crisis global de abuso que vive la Iglesia.

En segundo lugar, mientras conocía este tema por mi cuenta y motivada por una inquietud muy personal derivada de las confidencias de las hermanas, la provincia jesuita a la que pertenece la Universidad Loyola Andalucía pidió a todos los centros universitarios de la Compañía de Jesús en España que realizáramos una investigación conjunta sobre el abuso como realidad estructural en la Iglesia.

Llevamos dos años trabajando en equipo. En este equipo hay profesores y expertos de diferentes disciplinas —Psicología, Derecho Canónico, Teología, Escritura, Vida Religiosa, etc.— y juntos intentamos hacer una reflexión teológica sobre este tema para sensibilizar. 

Allí me di cuenta de que los abusos son la expresión de un problema en la gestión del poder y del liderazgo. Me di cuenta de que había algo específico sobre lo que no se preguntaba ni se hablaba. Así que, al escuchar a las víctimas de abusos sexuales y de otros tipos de abusos de la vida consagrada femenina, quise profundizar en el estudio de esto.

Esta reflexión no es fruto del trabajo del equipo. El campo es muy amplio y el grupo de investigación estudia muchas cuestiones. Debido a mi formación y a la experiencia de escuchar a hermanas de diferentes institutos, me decanté por estudiar la compleja realidad de los abusos de poder y de conciencia en la vida consagrada femenina.

La Hna. Ianire Angulo Ordorika las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios.

La Hna. Ianire Angulo Ordorika las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios. (Foto: cortesía de la Universidad Loyola Andalucía)

¿Cuál ha sido la reacción al mismo?

Me ha sorprendido la acogida que ha tenido mi reflexión. Aunque todos los temas que tienen que ver con las situaciones de abuso despiertan muchos mecanismos de defensa, en varias ocasiones he sentido que muchas hermanas, siendo víctimas o testigos de estas situaciones, han planteado que es un tema que debemos abordar.

¿Por qué crees que el tema del abuso de poder y de conciencia ha sido descuidado en las congregaciones de mujeres? ¿Está relacionado con el género?

Creo que se ha descuidado en todas las instituciones eclesiales, tanto masculinas como femeninas. La diferencia más notoria tiene que ver con la forma en que varones y mujeres se relacionan con el poder.

El modelo de comportamiento que por razones culturales e históricas hemos integrado las mujeres niega el deseo de poder que es inherente a todo ser humano. Esto hace que adopte formas más discretas y menos evidentes, más cercanas a la manipulación.

Algo similar ocurre en la forma en que niños y niñas hacen bullying [acoso o intimidación] en los colegios. Los chicos suelen ser más violentos o más evidentes, pero las chicas manipulan de forma diferente, más sutil.

Si a esto añadimos el discurso religioso, que permite una mayor manipulación en nombre de la obediencia, la humildad y la ascesis, tenemos una combinación explosiva.

¿Por qué sale a la luz ahora el tema del abuso de poder en las congregaciones de mujeres?

Está empezando a salir a la luz tímidamente, no de un modo generalizado. Creo que tiene que ver con una mayor sensibilidad ante los abusos sexuales y, sobre todo, porque cada vez somos más conscientes de que los abusos sexuales son una expresión extrema de un abuso de poder. El Papa lo ha reconocido en varias ocasiones cuando habla del clericalismo como la causa fundamental de los abusos o cuando subraya la necesidad de reflexionar sobre la sinodalidad en la Iglesia. El clericalismo no solo atañe a los clérigos, sino que es una forma de percibir la jerarquía y el poder predominante en la Iglesia que provoca fácilmente situaciones de abuso. Las mujeres no estamos libres de ello y, además, somos más sutiles a la hora de crear estas situaciones.

 

¿Tienes alguna sugerencia sobre cómo abordar la falta de datos sobre los abusos a las hermanas por parte del clero o dentro de sus propias congregaciones, ya sean sexuales o no? Has expresado en tu documento: “Es poco probable que el problema de los abusos sexuales a religiosas salga a la luz en su verdadera magnitud, aunque algunas voces ya lo han advertido”. ¿A qué se debe esto?

Las víctimas no hablan cuando quieren, sino cuando pueden. Solo hablan cuando han pasado por un proceso psicológico que les permite verbalizar lo que les ha sucedido. Lo mismo ocurre con los abusos sufridos durante la infancia: las víctimas no denuncian a sus agresores hasta mucho más tarde.

Por eso, algunos estados y muchos lugares intentan cambiar las leyes para que no prescriban y las víctimas tengan la oportunidad de denunciar a sus abusadores. Muchas veces, no son capaces de reconocer lo que les ha pasado debido a los mecanismos de defensa psicológica que tienen.

En el caso de los abusos sexuales, también hay que tener en cuenta la constante revictimización que sufren las personas que han sido abusadas. Siempre hay una sospecha porque se suele asumir que entre adultos, si no hay violencia explícita, debe considerarse una práctica consentida. Esto supone un gran desconocimiento de cómo se producen los abusos y de cómo el poder de las relaciones asimétricas es capaz de manipular a las víctimas.

A la culpabilidad característica de toda víctima de abusos, se añade esta sospecha permanente, a menudo expresada, que les hace sentirse juzgadas y supone una doble victimización. Cuando por fin tienen el valor de hablar, la reacción de otras personas puede hacerles sentir de nuevo como víctimas. El proceso penal, civil y canónico se hace de tal manera que convierte a la persona en víctima una vez más. La mayoría de nuestras congregaciones no están preparadas para acoger a las víctimas en su seno, por lo que es preferible que permanezcan en silencio a que sufran una nueva victimización.

No solo nuestras congregaciones, sino también los procesos eclesiales no están preparados para tratar los abusos sexuales cometidos contra adultas. Los procesos canónicos están siempre bajo la sospecha de que se trata de un 'pecado consentido' y no de un delito. La sensibilización tiene que ser mucho mayor para poder tratar estas situaciones, y el derecho canónico tiene mucho trabajo que hacer para desarrollar los procesos y humanizarlos para que las víctimas no sean, además, juzgadas por un grupo de clérigos varones.

Exploras la vivencia del voto de obediencia y de cómo está sensibilizando sobre los abusos y los posibles abusos de poder en la vida religiosa. Mencionas que la realidad de los abusos de poder “debería fomentar una reflexión teológica sobre esta vocación... [y repensar] la forma práctica de vivir este voto así como de tomar decisiones institucionales”. ¿Qué ideas tienes sobre formas prácticas de repensar el voto de obediencia y la toma de decisiones en las congregaciones?

Esta es una cuestión que debería dar lugar a mucha reflexión. La teología de la vida consagrada debe ser reconsiderada a la luz de todas estas situaciones. Menciono solo un par de cuestiones que deben ser replanteadas.

En primer lugar, la comprensión del voto de obediencia y el papel de los superiores. Los superiores son responsables del fuero externo, es decir, de tomar las decisiones necesarias para que el entorno de la comunidad pueda alimentar la vivencia vocacional de cada uno de sus miembros. Este ámbito externo nunca debe mezclarse con el fuero interno, o la conciencia de los miembros.

Con frecuencia, una cierta espiritualización de la responsabilidad de los superiores, “que hacen las veces de Dios”, como afirma el Código de Derecho Canónico, hace que estas funciones se mezclen, otorgándoles una autoridad de guía o discernimiento espiritual que va mucho más allá de su función. Hay constituciones y reglas de vida de institutos que, por ejemplo, establecen una 'cuenta de conciencia' o 'cuenta de oración' en la que cada religiosa discute su fuero interno con su superior, lo que puede dar lugar a abusos. También va en contra del Canon 630, que reconoce la debida libertad de cada miembro en cuanto a la dirección de su conciencia, y que dice que un superior no puede obligar a los miembros a revelarles su conciencia.

Es necesario repensar lo que implica el voto de obediencia, porque cuando se vive de esta manera se secuestra la capacidad de discernimiento del individuo. También hay que repensar el papel del superior. No se le puede asignar, como tarea, una mayor capacidad de discernimiento.

 

Hna.  Ianire Angulo Ordorika, de las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, en una conferencia el 21 de octubre de 2022 en el campus de Madrid de la Universidad Pontificia de Salamanca.

Hna.  Ianire Angulo Ordorika, de las Esclavas de la Santísima Eucaristía y de la Madre de Dios, en una conferencia el 21 de octubre de 2022 en el campus de Madrid de la Universidad Pontificia de Salamanca. (Foto: cortesía del Instituto Teológico de Vida Religiosa)

¿Cómo funciona eso de la denuncia? Si he sufrido un abuso y no quiero hablar de ello con mi superior, ¿cómo se denuncia cualquier tipo de abuso?

No hay un protocolo o proceso canónico establecido, y las prácticas de las que he oído hablar implican que la hermana que denuncia [a un abusador] se traslade a otra provincia. El abuso de conciencia y de poder no es fácil de probar porque vas contra alguien que siempre tiene autoridad.

Uno de los patrones que se repiten en alguien que abusa es que su comportamiento de abuso es inesperado. Las personas que abusan no suelen proyectar la imagen de un abusador. Los mayores abusadores eran personas realmente carismáticas, y eso resta credibilidad a las víctimas que los denuncian.

Esto me lleva al punto n.º 2. Es importante que los sistemas de control sugeridos por el [Código de] Derecho Canónico sean realmente efectivos. El límite temporal de las responsabilidades [de los superiores] y la obligación de los consejos tienen por objeto precisamente evitar los excesos.

La función de un consejo es aportar otra voz a la opinión del superior, y es importante que los miembros del consejo se expresen para que haya un equilibrio en la discusión. A menudo, los consejos no son críticos y están hechos para estar de acuerdo con la voz del superior. Los superiores también tienen un cierto límite de tiempo según el Derecho Canónico, pero hay mil maneras de engañar al sistema. Se van a otra comunidad y se convierten en vicarias y luego vuelven a ser superioras, por lo que se puede tener a la misma persona durante mucho tiempo como responsable.

¿Qué responsabilidad y recurso tienen los miembros si reconocen o experimentan un abuso de poder u otras formas de abuso en su congregación, especialmente si esto implica al líder?

Me temo que tenemos toda la responsabilidad pero ningún recurso. A día de hoy, los recursos que ofrece el [Código de] Derecho Canónico son prácticamente inexistentes. Es urgente generar procesos efectivos que ofrezcan herramientas para detener las situaciones de abuso. Desgraciadamente, la práctica actual consiste en adaptarse a la situación y aceptarla sin más o enfrentarse a ella. La consecuencia de esto último suele ser que la víctima abandone el instituto [o la congregación], cambie de monasterio o de provincia. Una vez más, son las víctimas las que más sufren, incluso cuando se denuncian las situaciones.

¿Cómo se difunden estos estudios sobre los abusos? ¿Cómo van a marcar la diferencia?

La reflexión teológica es importante por la necesidad de comprenderlo primero y darle un nombre. Una vez que se le pueda dar un nombre, se podrá dar a conocer la situación. Hay mucha gente que está sufriendo esta realidad pero no entiende realmente lo que está pasando. Por eso la reflexión teológica es lo primero; luego viene la sensibilización y darle un nombre.

No hay procesos canónicos porque no ha habido demanda de ellos. Cuando haya una demanda, los procesos canónicos llegarán. Quizás podamos leer nuestras reglas de vida, nuestras constituciones a la luz de esta sensibilización. La sensibilización es lo más importante, y el curso de la UISG es un paso muy importante para sensibilizar sobre este tema.

Nota del editor: Esta entrevista, realizada en español, fue publicada originalmente en inglés el 15 de marzo de 2022, después de haber sido traducida por Helga Leija, hermana benedictina con experiencia y formación académica en traducción.