
La Hna. Pepa Torres, miembro de las Hermanas Apostólicas del Corazón de Jesús, camina en el histórico barrio de Lavapiés en Madrid, España. "Este barrio es un mundo donde caben muchos mundos", dijo la religiosa. (Foto: Luis Donaldo González)
A solo una milla (1,6 km, aproximadamente) del corazón de Madrid se encuentra el barrio de Lavapiés, históricamente conocido por sus luchas sociales, su integración multicultural y su constante resistencia a ser devorado por la gentrificación. En este barrio es en donde la Hna. María José Torres Pérez —o Pepa, como la llama todo el mundo— realiza su apostolado y lleva adelante su lucha en favor de las mujeres, los empobrecidos y los migrantes.
"Vivo en Lavapiés porque es un lugar donde se toca lo más profundo de lo humano", manifestó Pepa a Global Sisters Report (GSR) mientras iba saludando a los vecinos que se encontraba en el camino. Con un djeredieuf, que significa 'gracias' en wolof —una de las lenguas senegaleses—, finalizaba cada conversación.
"Este barrio es un mundo donde caben muchos mundos", dijo la religiosa y agregó: "Aquí también se conoce la resiliencia de aquellos que se resisten a ser devorados por los sistemas sociales injustos".
Además de ser una reconocida teóloga feminista, profesora y activista social, Pepa es miembro de las Hermanas Apostólicas del Corazón de Jesús. "En el corazón de mi ministerio están aquellos que no se resignan a perder la esperanza… aquellos que creen que otro mundo es posible", dijo.
Debido a la constante migración, Lavapiés es al mismo tiempo uno de los barrios más multiculturales de la ciudad y uno de los más estigmatizados. "Aquí está el corazón migrante de Madrid", afirmó.
"Me hago llamar Pepa porque los migrantes africanos no podían pronunciar mi nombre", explicó. "Ellos me rebautizaron", añadió.

Mohamed Fazle Elahi, fundador de la Asociación Valiente Bangla, charla con la Hna. Pepa Torres afuera del local de la asociación. (Foto: Luis Donaldo González)
Desde hace 19 años este nombre representa su misión en la vida. Simboliza su lucha con las personas migrantes, especialmente con los que provienen de África, Bangladesh y Latinoamérica.
"Con Pepa aprendí a luchar", dijo Mohamed Fazle Elahi, fundador de la Asociación Valiente Bangla, que aboga por los derechos de los bangladesíes en España. "Ella siempre identifica dónde están los problemas y se queda con la gente para ayudar. Ella es un símbolo de Lavapiés", apuntó.
"Ella es católica y yo musulmán, pero rezamos juntos", afirmó Elahi y agregó: "Pepa es un regalo que Dios, mi Alá, me ha dado en mi vida".
Por su parte, la religiosa dijo que junto con otras personas lucha por los derechos de las personas migrantes. "Luchamos contra la implementación de las redadas, las deportaciones 'en caliente' y también por el cierre de los centros de internamiento de personas migrantes", indicó.
La cercanía de Pepa a los problemas sociales de las mujeres y los inmigrantes la ha llevado a unir fuerzas con otras personas y a fundar diversas asociaciones civiles, entre ellas Senda de Cuidados, la Red Interlavapiés y Territorio Doméstico.

Algunas de las mujeres que participan de la asociación Territorio Doméstico en una de las reuniones organizadas por la Hna. Pepa Torres en enero de 2025. (Foto: Luis Donaldo González)
"Fundamos Senda de Cuidados para ofrecer trabajo digno a mujeres y hombres inmigrantes en Madrid", explicó Pepa y añadió: "En la Red Interlavapiés unimos a locales e inmigrantes para luchar juntos contra el racismo y la precariedad".
"Las mujeres trabajadoras domésticas son frecuentemente violentadas ahí donde trabajan. "[Por eso] fundamos Territorio Doméstico, para ofrecerles apoyo personal y asesoría legal", afirmó.
Para la boliviana Nilda Jiménez Vino, su llegada a España no hubiera sido igual sin el apoyo de Pepa. "Cuando uno llega a otro país, el proceso es muy difícil. Más allá de los procesos legales, Pepa también me mostró un rostro cercano y cuidadoso", dijo.
Desde 2016, Jiménez Vino es la coordinadora de Senda de Cuidados, desde donde ayuda a docenas de familias a conseguir un trabajo digno en Madrid.
“Pepa es una monja distinta”, dijo a GSR la activista dominicana y trabajadora doméstica Rafaela Pimentel Lara. “Ella es una religiosa revolucionaria y rebelde”, apuntó.
"El Dios que Pepa muestra me atrae. Es un Dios que permite que todos nos acerquemos a Él. Es un Dios que nadie me había mostrado antes", añadió Pimentel Lara.

La activista dominicana y trabajadora doméstica Rafaela Pimentel Lara conversa con la Hna. Pepa Torres. (Foto: Luis Donaldo González)
Desde hace más de dos décadas, Pepa trabaja en fortalecer las iniciativas sociales y pastorales que favorecen el desarrollo comunitario de aquellos a los que sirve en la capital española.
"Creo profundamente en la fuerza que tienen las iniciativas comunitarias para lograr cambios sociales", explicó Pepa. "Tenemos que alzar nuestras voces y gritar para denunciar las injusticias", puntualizó.
GSR: ¿Cómo vives tu opción por las mujeres, los pobres y los migrantes en Lavapiés?
Pepa Torres: Vivo mi ministerio compartiendo la vida con ellos y ellas. Esto significa compartir sus luchas y sus sueños. Este es un modo de aprender a cuidarnos y apoyarnos colectivamente para generar una comunidad humana e intercultural.
Por ejemplo, si es necesario salir a la calle para exigir respeto, justicia y trabajo digno para las mujeres, salimos. Pero salimos con ellas. Gracias al liderazgo y organización de las trabajadoras domésticas, ellas han conseguido por sí mismas logros históricos en sus derechos como trabajadoras.
Otro ejemplo es la Red Interlavapiés en la que, entre otros proyectos, creamos una escuela de derechos. Con esta iniciativa, que es asesorada por abogados y abogadas, ofrecemos recursos a mujeres y hombres inmigrantes para que conozcan sus derechos y puedan defenderse por sí mismos frente a las injusticias que amenazan sus vidas.
Junto con los inmigrantes alzamos la voz para denunciar que las políticas en las fronteras son políticas de muerte. Luchamos por hacer ver que ningún ser humano es ilegal.
¿Por qué es necesario gritar para pedir justicia?
Existen muchas formas de alzar la voz. Yo creo y vivo una ‘teología del grito’. Esta es una teología que nace de la contemplación del Dios que se encarna en la vida de las personas más empobrecidas. Desde ellos y con ellos, Dios nos urge al anuncio y a la denuncia de la injusticia. El Evangelio exige justicia.
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Estoy convencida [de] que el grito de quienes habitan las periferias debe ser la brújula de la Iglesia. Cuando dejamos de escuchar y servir a los pobres, la teología pierde su función profética.
No todos los gritos son de opresión y sufrimiento. También hay gritos de júbilo y acción de gracias. Paradójicamente, el mundo de los pobres no es solo el mundo de la carencia, sino también es el mundo de la creatividad, la fiesta, la gratuidad y la solidaridad.
¿Cuál es la motivación más honda de su vida?
Me hice religiosa por amor y el amor es lo que sigue sosteniendo e impulsando mi vida. El amor no es un sentimiento romántico ni superficial, tampoco es meramente individual.
El amor es también social y político, como dice el papa Francisco. Creo que el amor es político porque busca el bien común, es decir, el bien de todas las personas, incluyendo a los empobrecidos en el mundo.
Para mí, el amor hace que la fe sea inseparable del compromiso que tenemos con la justicia. El amor puede hacer otro mundo, uno en el que todas las vidas importen.
¿Por qué la vida religiosa debe estar con los pobres?
Creo que la vida religiosa debe estar con los pobres porque en ellos y con ellos Jesús de Nazaret anunció su programa de vida y su utopía.
Los religiosos debemos trabajar en la Iglesia para ensancharla, es decir, para estirarla allá donde esta no llega. Allá en las periferias, en donde la tradición cristiana nos recuerda que Dios se revela con más fuerza. Los pobres son los vicarios de Cristo.
Estar con los pobres nos hace familia de la gente más invisible. Es una forma de cuidar y de vivir las relaciones humanas. Es una manera de compartir nuestros afectos, lo que somos y tenemos de forma comprometida con quienes se sienten excluidos y excluidas.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 1 de abril de 2025.