La Hna. Lucy Kanjira dirige un grupo de formación sobre violencia de género en Meru, Kenia. (Foto: cortesía Doreen Mukami)
Nota de la editora: Esta historia forma parte de Salir de las sombras: luz contra la violencia de género, la serie de Global Sisters Report y Global Sisters Report en español que se enfoca en cómo las hermanas católicas responden a este fenómeno mundial o se ven afectadas por él.
Detrás de las exuberantes tierras altas de Meru, hogar de vibrantes mercados con abundantes productos frescos y fértiles tierras de cultivo que abastecen al país y más allá con café, té y khat, persiste desde hace años una crisis: la violencia de género.
Según los datos disponibles en la Política del Condado de Meru sobre Violencia Sexual y Basada en Género de 2019, casi el 67 % de las mujeres de esta jurisdicción indicaron que habían sufrido algún tipo de violencia de género en los últimos 12 meses.
En el documento consultado también se informa que en un estudio que "analizaba las formas comunes de violencia de género en cinco condados, los datos recopilados en el condado de Meru revelaban altas tasas de violencia de género, con golpes/maltrato/palizas" en un 88 % y "asesinatos/homicidios de víctimas de violencia de género" en un 34,9 %.
Cinco años después, la violencia de género en Meru continúa. Según un informe reciente del diario keniano The Star, la policía registró 336 casos de violencia de género entre enero de 2024 y el 15 de mayo de 2025. The Star también informó sobre los embarazos de adolescentes en Meru, con "más de 9500 madres adolescentes registradas solo en 2023" y el subcondado de Igembe Central reportando 1700 embarazos entre enero y mayo de 2025.
La Hna. Lucy Kanjira, en el centro, posa con sus alumnos de la guardería durante el Día Internacional del Niño Africano 2025. Kanjira es coordinadora de proyectos de la congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, provincia de África Central Oriental. (Foto: cortesía Doreen Mukami)
"Debido a las estadísticas sobre violencia de género en el condado de Meru y a las conversaciones sobre embarazos adolescentes, queríamos determinar el alcance de la crisis. Convocamos una reunión [este año] para madres adolescentes de la comunidad", dijo la hermana Lucy Kanjira, coordinadora de proyectos de la congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor de Meru. "Para nuestra consternación, 118 madres adolescentes se presentaron en la primera reunión. En cada reunión posterior, damos la bienvenida a más de 50 caras nuevas. La reunión más reciente, celebrada el mes pasado, contó con 459 madres adolescentes", indicó.
"Una chica me llamó la atención. Tiene 18 años, dos hijos y marcas de mordiscos de su marido en la cara. Ahora alquila su propia casa", agregó Kanjira, quien señaló que la mayoría de las chicas con las que trabaja viven una vida más pobre que la de sus padres.
Kanjira atribuye la alta tasa de violencia de género a la inestabilidad de las familias, afectadas por altos índices de pobreza. Cuando las necesidades básicas de las jóvenes no se satisfacen en casa, se hacen amigas de hombres que, a cambio de comprarles productos básicos como compresas higiénicas, les exigen favores sexuales.
Doreen Mukami, trabajadora social de Brighten Her Future, la iniciativa de defensa de la congregación para las sobrevivientes de la violencia de género, asocia la alta tasa de violencia de género con las normas y valores culturales de la comunidad Meru. Culturalmente, la mutilación genital femenina se consideraba un signo de nobleza, y las mujeres circuncidadas eran muy respetadas. Aunque ya no es una creencia generalizada, algunas comunidades siguen aferrándose a esta práctica. Casarse en el dialecto local se dice kugurwa, que se traduce aproximadamente como 'comprar'.
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"En la cultura Meru, el factor vinculante en el matrimonio son los hijos", explicó Kanjira a Global Sisters Report (GSR) y agregó: "Una vez que tienen hijos, a las mujeres les resulta difícil marcharse, incluso cuando sufren abusos".
Según explicó a GSR, otras formas de maltrato en el matrimonio son ampliamente reconocidas, pero el abuso sexual de las mujeres en el matrimonio se ocultaba anteriormente. Solo gracias a las reuniones que han organizado ha salido a la luz este problema.
La iniciativa Brighten Her Future se centra en ayudar a las supervivientes de violencia de género de entre 16 y 35 años. El programa empodera a las madres jóvenes, sensibiliza a la comunidad a través del diálogo sobre la violencia de género y ofrece charlas en escuelas primarias y secundarias.
Las hermanas católicas organizan una reunión mensual en la que hablan con las niñas sobre la conciencia de sí mismas, los derechos humanos, el embarazo adolescente, la mutilación genital femenina, el embarazo precoz y la violencia sexual y de género. Se han asociado con el Centro para la Educación y la Concienciación sobre los Derechos (Creaw) para empoderar a las supervivientes de la violencia de género.
El Creaw patrocinó a cinco consejeros durante tres días para que realizaran sesiones de asesoramiento individualizadas con 100 mujeres jóvenes y niñas. A continuación, organizaron una sesión de formación de una semana para las mayores de 19 años, centrada en la educación financiera, la creación de pequeñas empresas y la elaboración de presupuestos. Al final de la formación, las beneficiarias crearon un presupuesto para poner en marcha su propia pequeña empresa. Más tarde recibieron subvenciones de 25 000 chelines kenianos (unos 193 dólares).
Judy Mukami, beneficiaria del proyecto Brighten Her Future, ahora vende zuecos de goma tipo crocs en el mercado de Kangeta. (Foto: Mourine Achieng)
Judy Mukami, de 31 años, beneficiaria de la subvención, no pudo continuar sus estudios después del octavo curso, equivalente al octavo grado en Estados Unidos, debido a la falta de dinero para pagar las tasas escolares, a pesar de haber obtenido una puntuación de 281 sobre 500. Se vio obligada a trabajar como empleada doméstica durante tres años. Al ver que su futuro era sombrío, lo dejó y se casó. Cuando se unió a Brighten Her Future, era trabajadora ocasional. Hoy en día, vende zuecos de goma tipo crocs en el mercado de Kangeta.
"Nunca en mi vida he tenido una cuenta bancaria ni he ahorrado dinero. Pero ahora tengo 5000 chelines kenianos (unos 37 dólares) en mi cuenta como ahorros", afirma llena de orgullo.
Hay planes en marcha para matricular a jóvenes de entre 16 y 18 años en centros de formación profesional para que aprendan peluquería, estética o diseño de moda.
"Cuando empoderamos a una madre joven, ella es capaz de protegerse del abuso, cuidar de sus hijos y, con suerte, romper el ciclo de la pobreza", subraya la Hna. Kanjira.
Dado que la congregación solo cuenta con un trabajador social a tiempo parcial y otro a tiempo completo, crearon Safe Space, un grupo que reúne a las partes interesadas de la comunidad para ayudar en la defensa de los derechos. Safe Space incluye al jefe de la zona, varios profesionales de la salud, agentes de policía del departamento de violencia de género, profesores y a las Hermanas del Buen Pastor.
Una agente de Safe Space de Igembe South forma a unas adolescentes sobre los derechos de los niños. Safe Space organiza foros de sensibilización comunitaria sobre los derechos de los niños y los derechos humanos, así como sobre cuestiones relacionadas con la violencia de género. (Foto: cortesía Doreen Mukami)
Safe Space organiza foros de sensibilización comunitaria sobre los derechos de los niños y los derechos humanos, así como sobre cuestiones relacionadas con la violencia de género. Al final de cada trimestre escolar, el equipo visita las escuelas para crear conciencia, ya que la mayoría de los casos de violencia de género se producen durante las vacaciones.
Aunque la iniciativa ha tenido un impacto positivo, Kanjira dijo que no está exenta de desafíos. Una miembro de Safe Space fue amenazada recientemente por mujeres mayores de la comunidad y se le pidió que dejara de crear conciencia, con las monjas, sobre los problemas de violencia.
Reunión sobre violencia de género organizada por la responsable de violencia de género en el condado de Meru de Safe Space, un grupo que reúne a las partes interesadas de la comunidad para ayudar en la defensa de los derechos: iincluye al jefe de la zona, varios profesionales de la salud, agentes de policía del departamento de violencia de género, profesores y a las Hermanas del Buen Pastor. (Foto: cortesía Doreen Mukami)
"Fuimos a [hablar con] los niños de una escuela sobre la mutilación genital femenina y ellos nos explicaron sus ventajas. Nos dimos cuenta de que aún nos queda un largo camino por recorrer. En algunas zonas, las niñas son circuncidadas a partir de los 8 años. Cuando llegamos a ellas en la escuela primaria, ya es demasiado tarde", contó la religiosa sobre otro incidente.
Las hermanas reconocen que, con el número cada vez mayor de asistentes a cada reunión, el Creaw no puede patrocinar a todo el mundo. Como solución, las hermanas están considerando reabrir su antiguo centro de formación para aumentar la ayuda que pueden proporcionar.
A pesar de los retos, Kanjira afirma su objetivo de empoderar a las niñas emocional, económica y socialmente para que puedan levantarse de nuevo, satisfacer sus necesidades y cuidar de sus hijos.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 15 de septiembre de 2025.
