ENTREVISTA | Hna. María González Díaz: "Me consagré" para atender a las mujeres en situación de prostitución

La Hna. María de la Luz González Díaz, a la izquierda, junto a la Hna. Obdulia Guerrero Jiménez en las instalaciones del Centro Eudes, creado como asociación civil por las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en 2006 y fundado para proporcionar educación académica y desarrollo personal a mujeres que ejercen la prostitución en Nuevo Laredo, México. (Foto: GSR/ Luis Donaldo González)

La Hna. María de la Luz González Díaz, a la izquierda, junto a la Hna. Obdulia Guerrero Jiménez en las instalaciones del Centro Eudes, creado como asociación civil por las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en 2006 y fundado para proporcionar educación académica y desarrollo personal a mujeres que ejercen la prostitución en Nuevo Laredo, México. (Foto: GSR/ Luis Donaldo González)

por Luis Donaldo González

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Las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor llegaron hace tres décadas a la ciudad fronteriza de Nuevo Laredo, México, para compartir el amor de Dios, acompañar y promover a mujeres en situación de violencia, prisión o prostitución.

"Nosotras estamos aquí para proteger, ayudar y sanar la vida de toda mujer que sufre violencia o es maltratada en cualquier parte de su dignidad", dijo la hermana María de la Luz González Díaz, quien a lo largo de sus 58 años de vida religiosa ha acompañado a mujeres en situaciones vulnerables.

Originaria de Zacatecas, México, González Díaz profesó sus primeros votos en 1965. Desde entonces ha trabajado en distintas ciudades en México y en Costa de Marfil, en donde permaneció 14 años trabajando con mujeres en situación de prostitución. 

González Díaz llegó por primera vez a Nuevo Laredo en 2003. Ese año logró que la Iglesia católica entrase progresivamente a "la zona" de tolerancia de la ciudad para acompañar y celebrar la fe junto con las mujeres y hombres que ahí trabajaban.

"Fue un trabajo lento", dijo González Díaz, quien añadió: "Tardé dos años y medio para que confiaran en mí. Nunca tuve miedo de acercarme, pues siempre me di cuenta que cuando estaba con ellas, yo iba a recibir en lugar de dar".

Para atender este ministerio, las hermanas fundaron el Centro Eudes en 2006, eenfocado en la educación primaria y en el desarrollo personal para mujeres en situación de prostitución, explicó la hermana Josefina López Arredondo, actual superiora de la comunidad.

La llegada de la pandemia en 2020 imposibilitó que las hermanas continuaran con su trabajo en "la zona"; sin embargo, esto no ha impedido que mujeres en situación de dificultad sean acogidas y acompañadas. "Hoy seguimos nuestro trabajo de escucha y acompañamiento humano y psicológico a mujeres en situación de violencia", dijo López Arredondo. "Últimamente, también proporcionamos ayuda humanitaria a los migrantes que pasan por esta frontera", agregó.

Según los medios de comunicación, la prostitución sigue creciendo en México. Sin embargo, hoy no existen fuentes oficiales que presenten la realidad específica de "“la zona" en las últimas décadas, dijo Cynthia Martínez Leija, autora del libro Galáctica. Los testimonios del barrio rojo

A pesar de las dificultades, atender a mujeres en situación de prostitución o víctimas de trata en Nuevo Laredo ha sido vital para la vida y la vocación de González Díaz.

"El trabajo pastoral con las mujeres de la zona me ha dado la vida", dijo González Díaz.

La Hna. Josefina López Arredondo, actual superiora de la comunidad, junto a la Hna. María de la Luz González Díaz en el jardín del convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en Nuevo Laredo, México.  (Foto: GSR /Luis Donaldo González) 

La Hna. Josefina López Arredondo, actual superiora de la comunidad, junto a la Hna. María de la Luz González Díaz en el jardín del convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en Nuevo Laredo, México. (Foto: GSR /Luis Donaldo González) 

Global Sisters Report: ¿Cómo comenzó su trabajo en "la zona"?

González Díaz: Siempre acompañada por laicos y otras hermanas, comencé a ir a "la zona" en 2003. 

Empezamos visitando todas las casas de paso hasta que encontré a "la patrona" (la jefa). Me presenté y le pedí permiso para visitar a las muchachas. Ella accedió.

Se trataba de ir pasando cuarto por cuarto, y si ellas nos recibían nos quedábamos a charlar. Siempre lo hicimos con mucho respeto, por eso poco a poco fuimos ganando la confianza de las muchachas. 

Me di cuenta de muchas cosas y vi que eran personas que tenían fe, así que como la Semana Santa estaba próxima pensé que podíamos celebrarla con ellas. 

Derrumbamos la barrera imaginaria que existía y nuestro trabajo siguió. Con el paso de los años pasamos de solo pequeñas celebraciones a realizar el Viacrucis viviente entre los bares. Siempre incluíamos a todos, incluso a los dueños de los bares.

Entre ellas se decían: "Mira cómo es Dios tan grande que hasta aquí viene a vernos". 

Fue una experiencia muy fuerte para todos. 

¿Cómo se acercaba a las chicas?

Llegaba, saludaba y preguntaba: "¿Cómo estás?, ¿cómo te sientes?". Siempre les decía: "Soy religiosa y me consagré por ti. Cuando me necesites yo estaré aquí".

Me fui dando cuenta de que muchas de ellas estaban ahí porque no tenían otra opción para trabajar y otras tantas estaban a la fuerza, ya que las traían hasta aquí a base de engaños y luego les decían que tenían que trabajar para pagar una deuda.

Los proxenetas o "padrotes" les pagan lo que les da la gana; por eso la deuda de las chicas no termina fácilmente. 

¿Cómo surgió el Centro Eudes?

Cuando las mujeres ya me tuvieron confianza les pregunté: "Muchachas, ¿no les gustaría cambiar de vida?".

Una de ellas me dijo: "Madre, si no sabemos hacer nada ni tenemos estudios, ¿quién nos va a aceptar?". No sabía cómo hacerlo pero les dije que yo iba a cambiar eso.

Fui a hablar con la secretaría de educación local, les expliqué lo que quería hacer y ellos me dieron maestros muy sólidos. También fui a escuelas de computación, de belleza, de costura y de enfermería para pedir apoyo. A todos los maestros les pedíamos absoluto respeto para que las muchachas conocieran otro tipo de hombre.

También hablé con los proxenetas para que dejaran estudiar a las muchachas.

Así surgió el Centro Eudes y allí logramos que las mujeres obtuvieran sus estudios básicos. Hoy, muchas de ellas ya tienen una familia, un trabajo, una casa. Ocasionalmente vienen a visitarme.

¿La misericordia de Dios está presente en la zona de tolerancia?

La misericordia de Dios ahí es más grande que en cualquier otra parte. No olvidemos que Dios no abandona a nadie, y menos a los que más sufren. 

Recuerdo un Viernes Santo en que una mujer de unos 70 años me dijo: "Yo soy una maldita, ¿cree que Dios me va a aceptar?". Yo le dije que Dios verdaderamente la amaba, pues Jesucristo no vino por los sanos sino por nosotros, los enfermos y pecadores. 

Cuando estas mujeres y hombres nos hablan, necesitan que les veamos con ojos de misericordia. Nosotros tenemos que sacarlos de la miseria para darles el amor, la vida y lo que necesitan para vivir dignamente.

La Hna. María de la Luz González Díaz, sentada, y la Hna. Obdulia Guerrero Jiménez, de pie, junto a un grupo de migrantes procedentes de diversos países latinoamericanos en el jardín del convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en Nuevo Laredo, México. (Foto: GSR/ Luis Donaldo González)

La Hna. María de la Luz González Díaz, sentada, y la Hna. Obdulia Guerrero Jiménez, de pie, junto a un grupo de migrantes procedentes de diversos países latinoamericanos en el jardín del convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en Nuevo Laredo, México. (Foto: GSR/ Luis Donaldo González)

¿Podría describir el corazón de una mujer en situación de prostitución?

Es un corazón dividido, pues es una mujer que en realidad vive y no vive al mismo tiempo. Está viviendo por sobrevivir. Algunas están a la fuerza, otras no tienen opción para sacar a sus hijos adelante. Todas ellas viven con miedo y con vergüenza en su corazón. 

Alguna me decía que estaba ahí para pagarle la escuela a su hijo. Lo hacía a escondidas, y su hijo llegó a la universidad. Vivir con la culpa de dedicarse a la prostitución es quizás el sufrimiento más grande que padecen estas mujeres.

Aunque las personas las ven mal, yo puedo decir que ellas tienen un corazón bueno y puro, a diferencia de muchos de nosotros. 

¿Por qué la Iglesia tiene que trabajar en estos lugares?

Porque toda persona tiene derecho a ser salvada. 

¿Qué pasó con aquella que querían apedrear o con la samaritana? Jesús salió al encuentro de ellas.

Así nosotros tenemos que seguir el ejemplo del Señor y olvidar aquello de que si nos acercamos a ellas nos contaminamos. Yo soy testigo de que es al contrario, recibimos cosas mayores.

¿Las prostitutas nos adelantan en el reino?

Cada quien se va ganando el cielo según su propia vida, sin embargo, yo he visto que cuando una de ellas se convierte lo hace de verdad. 

La gran mayoría de ellas son víctimas de una sociedad que las ha aplastado y que tampoco las ha sabido valorar. 

No me queda duda de que ellas tienen un corazón bueno. Eso lo sabía Jesús y así lo vemos en el Evangelio.

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 24 de octubre de 2023.