ENTREVISTA | Hna. Momoko Nishimura: "En Japón no tenemos un valor cristiano muy importante, el del perdón"

"Los jóvenes de familias católicas sufren mucho, porque aprenden y conocen el perdón, pero en la escuela o con los amigos no se tiene el mismo ambiente": Hna. Momoko Nishimura. En la imagen, Nishimura (abajo en el centro) con un grupo de jóvenes en la capilla de la casa de la misión en Yokohama, en donde se les acoge. (Foto: cortesía Momoko Nishimura)

"Los jóvenes de familias católicas sufren mucho, porque aprenden y conocen el perdón, pero en la escuela o con los amigos no se tiene el mismo ambiente": Hna. Momoko Nishimura. En la imagen, Nishimura (abajo en el centro) con un grupo de jóvenes en la capilla de la casa de la misión en Yokohama, en donde se les acoge. (Foto: cortesía Momoko Nishimura)

por Leopoldina Reis Simões

Ver perfil del autor

Con 25 años como misionera consagrada de la comunidad misionera de los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios, Momoko Nishimura tiene una vida cotidiana y una misión siempre de gran cercanía a los jóvenes. Actualmente, vive y sirve en su país, Japón.

"La sociedad japonesa a veces impide a los jóvenes vivir sus sueños, no se conocen los valores cristianos; somos una minoría. De cada mil japoneses, solo cuatro son católicos; u ocho de cada mil, cuando calculamos los católicos extranjeros que viven en Japón", comentó la Hna. Nishimura, quien explicó que en un país donde se desconocen los valores del perdón y de la reconciliación, la labor de evangelización es forzosamente lenta. 

Tras seis años viviendo en Argentina, Nishimura regresó a su tierra natal en 2017 con otras cuatro misioneras consagradas, todas de distintas nacionalidades. La comunidad trabaja en universidades, colegios y en las diócesis de Tokio y Yokohama. Desde allí trabajan también en la pastoral juvenil nacional y están en estrecho contacto con la Iglesia de Filipinas y de Corea del Sur. 

"Las familias [japonesas] no practican el perdón. Si un hijo o una hija comete un error (…) no se le perdona. Todavía tenemos la pena de muerte, e incluso los cristianos [no perdonan] a alguien que mata": Hna. Momoko Nishimura

Tweet this

"Es bien sabido que somos el país con más suicidios, 20 000 personas al año, y muchos de ellos son suicidios de jóvenes. La primera causa de muerte entre los jóvenes es el suicidio, no las enfermedades ni los accidentes. Es una realidad muy dura a la que nos enfrentamos", afirmó.

Nishimura es más conocida por haber sido nombrada por el papa Francisco presidenta delegada de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, en octubre de 2023. Pero en un país donde los cristianos son una minoría religiosa, donde ni siquiera las religiones sintoísta y budista son practicadas por sus creyentes y donde crecen las sectas religiosas, el Sínodo de la Sinodalidad no atrae a los jóvenes. La atracción tiene que ser, dice, por amor a Dios, por cercanía a Jesús". 

Traductora oficial de la encíclica Fratelli tutti al japonés, Nishimura comentó: "Nuestra 'cruz' es la lengua", un aspecto que se deja sentir con fuerza en acontecimientos católicos mundiales como la Jornada Mundial de la Juventud, donde el japonés no es la lengua oficial.   

"Decidí dar mi vida por los jóvenes, especialmente por aquellos que también buscan el amor de Dios, de Jesús, pero que no tienen la oportunidad de conocerlo": Hna. Momoko Nishimura.  En la gráfica, la religiosa (centro) acompañada por jóvenes en una peregrinación a Portugal. (Foto: cortesía de Momoko Nishimura)

"Decidí dar mi vida por los jóvenes, especialmente por aquellos que también buscan el amor de Dios, de Jesús, pero que no tienen la oportunidad de conocerlo": Hna. Momoko Nishimura.  En la gráfica, la religiosa (centro) acompañada por jóvenes en una peregrinación a Portugal. (Foto: cortesía de Momoko Nishimura)

GSR: ¿Cómo describiría a los jóvenes de su país? 

Nishimura: Como la economía japonesa no ha mejorado en los últimos 40 años, los jóvenes japoneses que tienen trabajo, porque hay escasez de mano de obra, trabajan duro, día y noche, y aunque tengan dinero no son felices.  

Otros no viven tan bien, porque la sociedad japonesa es difícil y exigente. Por ejemplo, la educación es gratuita, pero si después de formarte sales del sistema para hacer voluntariado, y si tienes que dejarlo porque estás cansado, cuándo quieres volver a trabajar y entrar en el sistema, la integración es muy difícil. Nunca llegas muy lejos. 

Los católicos somos una minoría. Desde hace 20 años, hasta la tercera generación de emigrantes que se fueron de Japón a América Latina, por ejemplo, han podido volver sin visado, y muchos han vuelto y son católicos. También hay muchos católicos filipinos que se casaron con japoneses y también tenemos una comunidad importante de católicos de Vietnam, que vinieron huyendo de la guerra, y ahora tenemos una segunda generación de vietnamitas que también ha venido a Japón para trabajar. Pero aun así, somos pocos. 

¿Cuáles son los sueños de los jóvenes?

El dinero. Tener un trabajo realmente bueno no es el objetivo de los jóvenes japoneses, que valoran tener tiempo libre, viajar, salir con sus amigos, tener sus aficiones. Algunos jóvenes tienen otros sueños, como construir un mundo mejor, hacer voluntariado, cumplir una misión, poder trabajar en lo que les gusta, lo que les da alegría. 

En Japón no tenemos un valor cristiano muy importante, el del perdón. Las propias familias no practican el perdón. Si un hijo o una hija comete un error, se aparta a la persona, no se le perdona. Todavía tenemos la pena de muerte, e incluso los cristianos están de acuerdo en esto: nadie perdona a alguien que mata, por ejemplo. 

"Si el amor es auténtico, no ves la diferencia entre los que tienen fe y los que no la tienen, porque estás viviendo el reto de la fraternidad. Necesitamos tiempo para convencer a los jóvenes de que vivan la fe": Hna. Momoko Nishimura

Tweet this

"Los jóvenes no saben mucho del camino sinodal, pero cuando doy mi testimonio, cuando hablo de mi participación, es una puerta de entrada a la conversación, porque les gusta el papa": Hna. Momoko Nishimura. (Foto: cortesía de Secretaría General del Sínodo de los Obispos)

"Los jóvenes no saben mucho del camino sinodal, pero cuando doy mi testimonio es una puerta de entrada a la conversación, porque les gusta el papa": Hna. Nishimura. (Foto: Secretaría Sínodo Obispos)

¿Cómo surgió en ustedes esta opción por los jóvenes?

Los jóvenes de familias católicas sufren mucho, porque aprenden y conocen el perdón, pero en la escuela o con los amigos no se tiene el mismo ambiente. Cuando llegan a la adolescencia o más tarde, muchos dejan de ir a la iglesia y otros optan por vivir otros valores. Somos una isla, y eso también nos cierra; valoramos la uniformidad.

Los no bautizados que buscan la fe también sufren, es una lucha para ellos también. Porque es una opción muy alejada de lo que vive la comunidad. 

Yo también tengo una historia así. Mi mamá es católica, mi padre no; pero respetaba la fe de mi madre, y era una buena persona, ¡decíamos que era tan bueno que era más católico que nosotros los que estábamos bautizados!   

Como adolescente, no era feliz. A veces incluso me sentía mal, porque me sentía infeliz y lo tenía todo, porque veía situaciones mucho peores en otros países de guerra y pobreza. A través de los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios a los que me uní más tarde y en mi comunidad católica, conocí el amor de Dios, que me ama tal como soy. Jesús me dio una felicidad que no podía encontrar en otras cosas. 

Así que decidí dar mi vida por los jóvenes, especialmente por aquellos que también buscan el amor de Dios, de Jesús, pero que no tienen la oportunidad de conocerlo. Por eso me consagré a esta misión como misionera. 

¿Quiere recordar un momento especial?

En la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa, el año pasado, fui la delegada de Japón. Fue muy interesante. Tuvimos un tiempo de preparación en Fátima y tuvimos que ocuparnos de muchos aspectos de la organización: dónde dormir, comer, cómo viajar... En los días diocesanos, fuimos a Coimbra, porque tenemos una comunidad laica en Coimbra (en el centro de Portugal).  

Aprecié mucho la preparación del momento Rise Up, de la catequesis, en el que por primera vez en la Jornada Mundial de la Juventud los jóvenes fueran realmente protagonistas. Quisimos organizarlo precisamente con el método sinodal de la Conversación en el Espíritu, escuchando las distintas propuestas, rezando, hasta llegar a un consenso sobre cómo íbamos a hacerlo.

Para nosotros, los japoneses, nuestra 'cruz' es el idioma. El ambiente en Lisboa era muy bueno; el encuentro con millones de jóvenes fue muy provechoso, pero sufrimos mucho porque a menudo no entendíamos el mensaje del papa en ese preciso momento, y no había traducción oficial porque éramos muy pocos. Tuvimos que improvisar, sobre todo cuando se trataba del mensaje del papa. Yo resumí su mensaje del español al japonés, y fue muy positivo con la ayuda de la tecnología. 

Volviendo a Japón, ¿cómo es ser misionero en un país con una minoría cristiana?

Es un trabajo muy bonito, y nací en este ambiente. Conozco lo bueno y lo que nos hace sufrir. Pero es hermoso ver que es el amor lo que atrae a la gente. Cuando el ambiente es de amor y fraternidad, eso es lo que atrae. Los jóvenes que no son cristianos sienten que tenemos algo diferente, lo que nos obliga a tener la mirada de Jesús en cada joven. 

Aprendo mucho de los jóvenes porque son exigentes, en el buen sentido; lo que no entienden, lo preguntan, y piden respuestas concretas. Es un proceso continuo de aprender juntos y profundizar nuestra fe. 

Si el amor es auténtico, no ves la diferencia entre los que tienen fe y los que no la tienen, porque estás viviendo el reto de la fraternidad. Necesitamos tiempo para convencer a los jóvenes de que vivan la fe. 

"Para nosotros, los japoneses, nuestra 'cruz' es el idioma. En [la Jornada Mundial de la Juventud] (…) el encuentro (…) fue muy provechoso, pero sufrimos mucho porque no entendíamos el mensaje del papa": Hna. Momoko Nishimura 

Tweet this

Comunidad misionera de los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios en Asia, presente en Japón, Corea del Sur y Filipinas. (Foto: cortesía Momoko Nishimura)

Comunidad misionera de los Servidores del Evangelio de la Misericordia de Dios en Asia, presente en Japón, Corea del Sur y Filipinas. (Foto: cortesía Momoko Nishimura)

 

¿Dónde cumple su misión?

La idea de un Dios misericordioso no existe culturalmente aquí. Y este es uno de los caminos en que los cristianos tenemos que trabajar, pero es un camino muy lento. Como la sociedad no tiene valores cristianos, incluso inconscientemente vivimos otros valores. Tenemos que pedir a Dios la gracia de poder vivir los valores de la fe.  

En nuestra misión en Japón somos cinco mujeres, todas de diferentes países: una portuguesa, una polaca, una española, una venezolana y yo, japonesa. Compartimos nuestros días y misión en la universidad, en escuelas, en la pastoral juvenil en las diócesis de Tokio y Yokohama; yo estoy en Yokohama. Pero como hay pocos católicos en todo el país, también servimos a nivel nacional, por ejemplo, en la organización de la participación de los jóvenes de Asia en la Jornada Mundial de la Juventud. 

Otro encuentro nacional es el Network Meeting, donde dos veces al año nos encontramos jóvenes, obispos, curas y consagrados para conocernos mutuamente. También hacemos actividades en mi comunidad, convocando a los jóvenes para hacer la misión, voluntarios... 

Además, en febrero organizamos un encuentro en Filipinas, al que llevamos a jóvenes de Japón y Corea del Sur. Siempre es una experiencia muy positiva, porque muchos jóvenes japoneses que no son cristianos se interesan y participan en este encuentro, en un país donde hay muchos católicos, que es una realidad que no conocen, de gente muy sencilla, pero que es feliz porque tiene fe.

Hay una historia de heridas entre Japón y Corea del Sur, porque Japón ocupó Corea del Sur, y aunque los jóvenes de Japón no saben mucho de esta parte de nuestra historia, los jóvenes de Corea del Sur la conocen bien. Para promover este camino de reconciliación, organizamos un encuentro cada agosto. 

Luego está el trabajo con los jóvenes que quieren ser misioneros, como nosotros. En todas estas dimensiones, lo más importante es el encuentro personal con los jóvenes. Hacemos lo que podemos para ayudarles a encontrar a Dios a través de nuestra cercanía a ellos, y por eso tenemos que estar donde ellos están.

"Japón es un país sintoísta y budista, pero la gente no pone mucho en práctica su religión. Los que más ponen en práctica su fe son los cristianos. (…)", quienes son despreciados por las sectas: Hna. Momoko Nishimura

Tweet this

"La idea de un Dios misericordioso no existe culturalmente aquí [en Japón]. Como la sociedad no tiene valores cristianos, incluso inconscientemente [los católicos] vivimos otros valores": Hna. Momoko Nishimura

Tweet this

¿Pueden la amistad y el respeto ser también evangelizadores?

Sí, la amistad y el respeto son los aspectos más importantes de la misión de evangelización, en Japón, e imagino que en todo el mundo. Si no hay respeto por la vida del otro, todo es más difícil. 

Japón es un país sintoísta y budista, pero la gente no pone mucho en práctica su religión. Los que más ponen en práctica su fe son los cristianos. Como no hay mucha formación religiosa, tenemos el problema de las sectas. La gente que está metida en sectas desprecia a los cristianos, y no es fácil. 

El respeto y la amistad son una puerta de entrada, [porque] crean confianza y diálogo. 

¿Cree que ser la presidente delegada de la primera sesión general del Sínodo de los Obispos ha atraído más atención hacia su misión entre los jóvenes?

Los jóvenes no saben mucho del camino sinodal, pero cuando doy mi testimonio, cuando hablo de mi participación, es una puerta de entrada a la conversación, porque les gusta el papa. Los adultos se interesan más por el camino sinodal, me piden más que dé mi testimonio, que dé una charla, y gracias a esto estoy conociendo a mucha gente y todos estamos abriendo horizontes.  

Usted fue la traductora de la encíclica del papa Francisco Fratelli tutti al japonés. ¿Cómo fue traducir este mensaje del papa y cómo fue recibido en su país?

Fue un reto difícil, porque la gramática japonesa es muy diferente. Por ejemplo, hay formas muy diferentes de dirigirse a la gente en japonés. Incluso yo misma, cuando leo las encíclicas del papa y otros documentos, prefiero leerlos en inglés o en otro idioma, [porque] es más comprensible. En el caso del papa Francisco, como es una persona de proximidad, intenté traducir sus palabras de esta manera, con cercanía. Intenté transmitir lo más posible el espíritu del papa, y disfruté mucho traduciéndolo. 

Para comprender mejor la encíclica, algunos grupos en Japón la leyeron juntos e incluso me invitaron a explicarla. Entre los jóvenes, solo los que estudiaban teología estaban interesados, los demás no. Como digo, el camino aquí en Japón es muy lento, pero no podemos darnos por vencidos.