ENTREVISTA | Nick Ripatrazone y la contribución de las hermanas a la cultura literaria

Portada del libro El Hábito de la Poesía

Portada del libro El Hábito de la Poesía. (Foto; GSR/cortesía Fortress Press) 

Chris Herlinger

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Traducido por Purificación Rodríguez Campaña

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El libro The Habit of Poetry: The Literary Lives of Nuns in Mid-century America [El hábito de la poesía: La vida literaria de las religiosas en la América de mediados de siglo], del autor Nick Ripatrazone y publicado este año por Fortress Press, aborda la contribución de las religiosas a las letras y la poesía norteamericanas. Se trata de un estudio breve, pero exhaustivo, de las vidas y obras de seis hermanas que fueron reconocidas por sus poemas publicados en medios laicos, como Atlantic Monthly, Poetry y Sewanee Review, así como en medios más abiertamente católicos, como América.

Ripatrazone destacó la trayectoria de las hermanas en una época en la que la cultura literaria florecía en Estados Unidos. Para estas hermanas, "la poesía era el lenguaje de sus corazones y mentes y la forma más perfecta de reflexionar sobre la creencia y la duda", escribió Ripatrazone.

Aunque el libro se centra en la poesía de las hermanas, Ripatrazone señaló la relación de estas religiosas (en gran parte a través de cartas) con sus contemporáneos literarios, como Flannery O'Connor, el padre trapense Thomas Merton, Wallace Stevens y John Berryman.

En la conclusión del libro, Ripatrazone destacó que Madeleva Wolff, Jessica Powers, Mary Bernetta Quinn, Madeline DeFrees, Maura Eichner y Mary Francis no representaban una "escuela monolítica" de poesía.

"Eran mujeres con talentos, personalidades y procedencias diversas. Algunas eran contemplativas; otras, maestras. Pero todas eran poetas", escribió.

"Su poesía era sintácticamente hábil, estilísticamente ambiciosa y enraizada en las paradojas de la fe. Estas mujeres católicas escribieron y publicaron poesía en una época en la que religiosas y hermanas luchaban por el respeto y el apoyo", apuntó.

Nick Ripatrazone es el autor de The Habit of Poetry: The Literary Lives of Nuns in Mid-century America. (Foto: cortesía Nick Ripatrazone)

Nick Ripatrazone es el autor de The Habit of Poetry: The Literary Lives of Nuns in Mid-century America. (Foto: cortesía Nick Ripatrazone)

Al ser publicadas "junto a los mejores poetas seculares de su época", también recibieron el respeto y la admiración de sus coetáneos. "Lo suyo fue un renacimiento artístico en la América de mediados de siglo: el reconocimiento de que religiosas y hermanas podían plasmar complejas interpretaciones de la vida y el amor. Su obra es significativa. Y las vidas de estas religiosas y hermanas son modelos para los artistas que desean cantar a la duda y a la creencia", defiendió Ripatrazone.

Además de dar clases en un colegio público de Nueva Jersey, Ripatrazone también ha impartido literatura y escritura en la Universidad de Rutgers, donde obtuvo un máster en escritura de ficción. Es editor cultural de Image Journal, colaborador de The Millions y columnista de Literary Hub.

GSR: ¿Qué le llevó a interesarse por este tema?

Ripatrazone: A menudo escribo sobre los archivos de las revistas literarias. Por ejemplo, si escribo sobre Don DeLillo o Thomas Pynchon, me interesa mucho saber cómo evolucionaron esos grandes escritores. Así que busco en los números pasados de la Kenyon Review o de cualquier otra publicación literaria para ver cuándo empezaron a publicar sus relatos.

Como pasé mucho tiempo hojeando esos archivos, al ver a otros escritores empecé a fijarme en que decían "Hermana esto" o "Madre esto otro" en esas revistas. Me sorprendió, no en el sentido de que esas mujeres no fueran inteligentes o literarias, sino en el de que en las publicaciones seculares no se veían muy a menudo. Lo vi tantas veces en mis vagabundeos por esos archivos que empecé a buscarlo directamente. Me di cuenta de que se publicaban con regularidad y se les rendía homenaje, y era algo que llamaba la atención. Creo que eso fue lo que me abrió los ojos.

Así que empecé a buscar su poesía y a ver qué se había escrito sobre ellas, pero no había gran cosa. Me di cuenta de que una de las mujeres, la Hna. Quinn, era una escritora de cartas increíblemente prolífica que compartía correspondencia con una larga lista de los mejores escritores de su generación: Wallace Stevens, William Carlos Williams, cualquiera que fuese alguien. Le escribían como si fuera casi una guía espiritual, pero también una compañera literaria. Y fue entonces cuando me di cuenta de que algo estaba pasando realmente en aquella época.

Usted dice al principio del libro que en lo que respecta a las hermanas y la poesía en Estados Unidos a mediados de siglo, "algo estaba pasando". ¿Qué cree que estaba ocurriendo? ¿Cómo lo describiría?

En el país de Estados Unidos de mediados de siglo, que yo extendería desde los años treinta hasta los setenta, las religiosas y hermanas estadounidenses publicaban sistemáticamente en las "más prestigiosas" colecciones de poesía de Estados Unidos, que eran los medios en los que publicaban los principales escritores de la época. 

No era como si hubiera un poema aquí o allá y fuera una especie de casualidad. Publicaban poesía constantemente. Publicaban críticas literarias. Algunas incluso publicaban ficción, aunque mi libro se centra, por supuesto, en su poesía. Así pues, publicaban obras ingeniosas, significativas y arriesgadas en revistas seculares de alto nivel, algo poco habitual.

La Hna. Mary Madeleva Wolff es una de las seis religiosas y hermanas estadounidenses cuya poesía se pone de relieve en un nuevo libro, The Habit of Poetry. (Foto: cortesía St. Mary's College)

La Hna. Mary Madeleva Wolff es una de las seis religiosas y hermanas estadounidenses cuya poesía se pone de relieve en un nuevo libro, The Habit of Poetry. (Foto: cortesía St. Mary's College)

En su libro señala que Thomas Merton afirmó que, gracias a la Hna. Madeleva Wolff, los religiosos y religiosas pudieron publicar en medios laicos. Parece que esta deuda no ha sido reconocida ni registrada hasta este libro.

Creo que la relación de Merton con sus hermanas literarias no se ha investigado a fondo. Lo que descubrí al leer sus cartas dirigidas a ellas es que reconocía su talento. Creo que es una parte de la tradición intelectual católica estadounidense que en cierto modo no se ha investigado realmente. En los círculos católicos conocemos muy bien a Gerard Manley Hopkins, el sacerdote jesuita (británico del siglo XIX) que era poeta, y se le considera como el gran ejemplo de religioso católico que también era artista. Pero creo que, en el caso de las religiosas, se plantea la cuestión de por qué la tradición intelectual católica no se ha fijado en ellas y ha reconocido su valía.

Así que, con Merton, su encuentro con su mundo lo hace de alguna manera; no quiero decir que las valide, porque no lo necesitan; pero les da una especie de reconocimiento por ser alguien que era amigo de ellas, que buscaba su opinión. La Hna. Wolff leía la obra de Merton; mantenía correspondencia con él. En cierto modo, es bueno tener su nombre en la conversación, porque demuestra que un escritor estadounidense muy importante de la época, que era católico y religioso, también reconocía su valía.

¿Cuál cree que era y es la sensibilidad literaria católica?

Creo que desde una sensibilidad literaria católica se representa lo que es ser un católico cultural. [Los escritores] pueden utilizar el simbolismo de la Iglesia. Pueden basarse en el simbolismo de la misa o la liturgia, pero tienden a incrustarlo en la experiencia personal y suelen escribir mucho más sobre pecadores que sobre santos; no se trata de un tipo de literatura puramente devocional. Es una literatura muy sensorial, que está muy metida en la maleza, por así decirlo. Es muy desordenada y moralmente ambigua, pero en última instancia está impregnada de un sentido de esperanza y optimismo sobre el mundo.

Creo que lo que yo como lector busco son escritores que se sientan culturalmente católicos y no doctrinarios. Una de las mujeres que aparecen aquí, la Hna. Maura Eichner, escribía poemas satíricos. Son muy progresistas y muy, muy sorprendentes. Pero se nota, por sus alusiones, por sus referencias, que llegó a ese mundo desde un punto de vista católico.

Una cosa que me llamó la atención de los ejemplos que dio de la poesía es que gran parte de esta no hablaba abiertamente de religión; trataban temas seculares y no siempre empleaban simbolismo religioso. ¿Es eso correcto?

Eso es totalmente cierto. No eran exclusivamente dogmáticos. No eran exclusivamente bíblicos. De hecho, cuando hacían alusiones bíblicas, lo hacían de forma muy dinámica y fresca.

Parece haber una tradición de lo que yo llamaría sentimentalismo cristiano, de hacer que los símbolos y las imágenes religiosas sean sentimentales. Pero las hermanas que usted cita parecían alejarse realmente de eso: estaban convencidas de que la artesanía y la capacidad crítica eran más importantes que ser abiertamente piadosas.

Sí. Creo que eso demuestra la seriedad de su forma de arte y el hecho de que Madeline DeFrees (que era la Hna. Mary Gilbert hasta que abandonó la orden, creo que a mediados de los 70 o finales de los 60) quedase finalista en premios de libros seculares; ella estudiaba con el poeta John Berryman. Son mujeres muy reacias a lo que tú describes con precisión como la visión sentimental cristiana, que es algo problemático para un artista serio que se limita a señalar el dogma como justificación del arte. Se abrieron camino desde la base y lo hicieron sin sentimentalismos.

¿Cree que las hermanas que ha presentado se sentían cómodas en esa tensión entre crear poesía y mantenerse fieles a su vida religiosa?

Creo que al menos la Hna. Mary Gilbert vio en algún momento que aquella tensión indicaba o representaba algo más en su existencia, ya que ingresó en la orden cuando era muy joven, creo que a los 16 o 17 años. En sus poesías cuenta que fue su madre quien la empujó en esa dirección. Por lo tanto, creo que al menos para una de las mujeres la tensión se convirtió en un ejemplo de otras cosas en su existencia con las que estaban luchando espiritualmente.

Pero considero que las mujeres que siguieron siendo hermanas y religiosas encontraron en esa tensión un elemento generador. Pienso que en la historia de la literatura podemos ver si un escritor es piadoso sin lugar a dudas, o si un escritor es absolutamente contrario a la religión. Esas polaridades no suelen crear una literatura grande y compleja. Muchas veces, es el escritor el que tiene predilección por la creencia, pero quizá cierta medida de escepticismo mundano. Esa interacción suele crear las obras literarias o artísticas más sutiles. Así que creo que las mujeres estaban en una posición excelente para tener esa lucha espiritual sin dejar de ser creyentes.

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 5 de julio de 2023.