Las Carmelitas Descalzas moran en silencio en el lugar de Nuestra Señora de Guadalupe

Detrás de las rejas del Monasterio de San José de Guadalupe, que cuenta con 130 años de antigüedad, la Hna. Dora Patricia del Jesús Resucitado, carmelita descalza, cuenta brevemente su historia el 27 de agosto junto al recinto de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Detrás de las rejas del Monasterio de San José de Guadalupe, que cuenta con 130 años de antigüedad, la Hna. Dora Patricia del Jesús Resucitado, carmelita descalza, cuenta brevemente su historia el 27 de agosto junto al recinto de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Traducido por Purificación Rodríguez Campaña

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Siempre es extraño llamar a la puerta de un desconocido. Y así ocurrió al llamar a la puerta del Monasterio de San José de Guadalupe, en el cerro del Tepeyac de Ciudad de México, donde viven ocho hermanas carmelitas descalzas en uno de los lugares más venerados por los católicos de América.

Una sencilla placa sobre la puerta del monasterio repite la historia tantas veces contada según la cual cerca de ese lugar "al amanecer del sábado 9 de diciembre de 1531, la madre de Dios habló por primera vez con Juan Diego", refiriéndose al santo indígena mexicano, del que se dice que fue testigo en el siglo XVI de algunas apariciones de María cerca del cerro del Tepeyac. 

Las pinturas del interior de la iglesia adyacente al monasterio carmelita describen cómo ella le pidió que dijera al obispo que construyera para ella un santuario en esa colina y, cuando el prelado exigió alguna prueba, envió a Juan Diego a recoger rosas, en invierno. Cuando Juan Diego se las entregó al obispo, la tradición dice que la imagen (reconocida ahora mundialmente como Nuestra Señora de Guadalupe) estaba grabada en el manto en el que llevaba las flores.

La placa indica que donde ahora viven las hermanas, "el día 12 de diciembre por la mañana, Juan Diego recogió de este sitio las rosas del milagro". Desde ese lugar, las hermanas carmelitas tienen ahora una excelente perspectiva de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Aunque el santuario es la principal atracción, muchos peregrinos, incluidos algunos con limitaciones físicas, emprenden la agotadora subida al cercano cerro del Tepeyac.

Una placa sobre la puerta del Monasterio de San José de Guadalupe, ubicado cerca de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad de México, indica que cerca de ese lugar "al amanecer del sábado 9 de diciembre de 1531, la madre de Dios habló por primera vez con Juan Diego", en referencia al santo indígena mexicano, del que se dice que fue testigo en el siglo XVI de algunas apariciones de María cerca del cerro del Tepeyac. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Una placa sobre la puerta del Monasterio de San José de Guadalupe, ubicado cerca de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad de México, indica que cerca de ese lugar "al amanecer del sábado 9 de diciembre de 1531, la madre de Dios habló por primera vez con Juan Diego", en referencia al santo indígena mexicano, del que se dice que fue testigo en el siglo XVI de algunas apariciones de María cerca del cerro del Tepeyac. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Aunque en el exterior se reúnen grandes multitudes, las hermanas mantienen un espacio silencioso y contemplativo en el monasterio, que cumplió 130 años el pasado mes de mayo, si bien pocos se han percatado de ello.

En un artículo de 2021, el portal de noticias mexicano Milenio se refirió a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe como el "convento secreto". Comentaba que, antes de la pandemia, apenas había señalización que permitiera a la gente saber que estaba allí y al estar tan bien integrada en la fachada barroca de la iglesia, conocida como la Capilla del Cerrito, es difícil distinguirla de otra estructura.

Estos días, sin embargo, hay una pancarta en el exterior con fotos de las hermanas y una pregunta: "¿Te sientes llamada a la vida religiosa?". Aparece también un número de teléfono y, para los curiosos, la frase "llama al timbre" junto al cartel es una invitación. 

Llamé al timbre.

No me acuerdo muy bien de lo que dije, aparte de que era una periodista y una visitante que quería conocer a las hermanas. Después de lo que me pareció un buen rato sin respuesta, la hermana carmelita Dora Patricia del Jesús Resucitado me hizo pasar.

Debido al silencio es difícil saber, mientras subes por la escalera de caracol, que estás cerca de uno de los lugares más visitados del catolicismo. El año pasado, el Gobierno mexicano estimó que más de 12.5 millones de personas visitaron el santuario y sus alrededores en 2022, una cifra récord que se espera que aumente este año.

Un visitante observa el Monasterio de San José de Guadalupe, la zona de color marrón situada a la derecha de una capilla en la cima del cerro del Tepeyac, cerca de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en Ciudad de México el 27 de agosto. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

Un visitante observa el Monasterio de San José de Guadalupe, la zona de color marrón situada a la derecha de una capilla en la cima del cerro del Tepeyac, cerca de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en Ciudad de México el 27 de agosto. (Foto: GSR/Rhina Guidos)

La Hna. Dora Patricia del Jesús Resucitado compartió con Global Sisters Report en agosto que aunque el monasterio pasa desapercibido, hay peregrinos que se fijan en el cartel y se detienen.

"Vienen continuamente [...] a encomendarse, sobre todo a nuestras oraciones, que es para lo que viene la gente y nos traen sus intenciones. Algunos quieren hablar o que les hablemos; bueno, de la experiencia que se vive aquí, porque es un lugar santo, por la presencia de la Virgen", explicó.

Aunque ahora es un lugar relativamente tranquilo, la comunidad de las carmelitas del Tepeyac sufrió durante la Guerra Cristera de México a finales de los años veinte.

En una publicación de 2020, monseñor Jorge Antonio Palencia Ramírez de Arellano, teólogo, declaró que el presidente mexicano Plutarco Elías Calles expulsó a las hermanas del edificio en 1926. En medio del tumulto, quemaron los archivos por su seguridad mientras abandonaban el edificio. Regresaron a él en 1930.

La Hna. Dora Patricia del Jesús Resucitado, natural de Veracruz (México), aseguró que había encontrado allí un lugar donde realizar su vocación: seguir a Jesús rezando por la humanidad, por aquellos que le piden oraciones. En su caso, suelen ser peregrinos, muchos de ellos gente humilde con un lugar especial en su corazón para María.

"Más que nada, buscan empaparse más del amor de nuestra Madre Bendita, porque ellos traen [...] lo que sus padres les transmitieron", señaló. "Para los peregrinos, más que nada, la Madre Bendita es siempre la intercesora más segura para llegar a Jesús. Y se van más confiados", acotó.

Para la Hna Del Jesús Resucitado, acuden tantos peregrinos a la basílica y sus alrededores que los responsables eclesiásticos están tratando de alentar a los grupos parroquiales a que la visiten en distintas épocas del año, pero la comunidad espera que el aumento signifique también más atención hacia su materia vocacional, de ahí la pancarta exterior. Antes de que se colocara hace unos dos años, poca gente sabía que estaban allí, añadió.

Tras ofrecer algunos folletos vocacionales, la religiosa indicó que el superior general de la orden las ha animado a que divulguen quiénes son y en dónde están, y a que expliquen lo que allí hacen.  Además del folleto, tienen una dirección de correo electrónico, un vídeo vocacional en YouTube y una página en Facebook.

"[El superior] nos dijo: 'Que la gente de vuestro entorno sepa que estáis ahí. No queráis esconderos'. Y no nos escondemos. No nos escondemos de nada. Al contrario, queremos que la gente vea que estamos aquí, rezando por ellos", sentenció la Hna. Dora Patricia del Jesús Resucitado.

Nota del editor: Este artículo fue publicado primero en inglés el 12 de diciembre de 2023. 

This story appears in the Marian Shrines and Devotions feature series. View the full series.