Las panelistas de La Vida de abril reflexionaron sobre lo que la naturaleza puede enseñarle a la vida religiosa, las amenazas que el cambio climático plantea para la paz mundial y las acciones que las hermanas católicas están llevando a cabo en sus congregaciones para hacerle frente. En la fotografía, el papa Francisco (†) reza en un cementerio en Italia, el 13 de septiembre de 2014. El papa, en su encíclica Laudato Si', dijo que toda la creación está cantando en alabanza a Dios, pero las personas la están silenciando. (Foto: CNS/Paul Haring)

Desde que el papa Francisco presentó Laudato Si’ en 2015, hermanas alrededor del mundo han escuchado con atención el clamor de la Tierra y el grito de los pobres. Sintonizando el corazón con la sabiduría y las heridas de la creación, han sembrado árboles, restaurado cuencas hidrográficas, acompañado a comunidades desplazadas e invitado a otros a una conversión ecológica.
Este mes preguntamos a nuestras panelistas de La Vida: ¿Qué podemos aprender a través de la naturaleza, de ella y para ella? ¿Qué tipo de amenaza representa el cambio climático para la paz? ¿Qué estás haciendo tú para transformarlo?
Las respuestas de las hermanas consultadas reflejan el legado vivo del amor del papa Francisco por la creación, un legado que sigue inspirándonos a cuidar con ternura y reverencia nuestra 'casa común'.
La Vida, testimonios de la vida consagrada
Claudia Navarro, miembro de las Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas, es docente y dedicada acompañante de jóvenes en discernimiento y en las primeras etapas de formación (aspirantado y postulantado). Integra los equipos de comunicación y redes y de pastoral vocacional de su congregación. Reside en una casa de oración y formación entre las pintorescas sierras de Córdoba, Argentina. Su camino de consagración ha estado profundamente vinculado al arte, primero a través del dibujo y la pintura, luego la música, y actualmente la poesía y la escritura, dones que enriquecen su vocación y ministerio.
Pedir permiso a un río para cruzarlo o a un árbol para tomar uno de sus frutos, puede sonar extraño. Sin embargo, esta práctica era habitual entre nuestros pueblos originarios en Argentina y posiblemente en otros lugares también. Estas palabras son más que una expresión de cortesía, nos hablan de respeto, de atención, y sobre todo de un vínculo.
Escuchamos cotidianamente "este sol quema demasiado, antes no sucedía" o "nunca este lugar sufrió tormentas, vientos tan fuertes". "Hablamos de", pero no "hablamos con".
Muchos estudian por qué pasan estas cosas y entendemos su lenguaje, pero no estamos dispuestos a ayudar.
Cuando hay catástrofes naturales se dice "inclemencias del tiempo", pero en realidad es el calentamiento global, que afecta más a los pobres. La excesiva producción, el consumo desmesurado, las ansias de poder político y económico son como una gran venda sobre nuestros ojos que nos impide darnos cuenta de que estamos atentando contra otros seres a los que no le pedimos ni perdón ni permiso. No hay vínculo, y por lo tanto no hay cortesía, ni respeto ni atención sobre ese orden o equilibrio natural que aguarda ser escuchado para la paz de todos.
Como comunidad religiosa franciscana centrada en la educación y la catequesis, creemos en cuidar nuestra casa común conectándonos con Dios y la creación. Proponemos a san Francisco de Asís como hombre de paz y de una increíble comunión con todo. Providencialmente este año celebramos 800 años del cántico de las creaturas compuesto por él. Según fuentes hagiográficas, es en el período doloroso previo a su muerte, que Francisco alaba al creador con y por sus creaturas.

Casa de oración de las Misioneras Terciarias Franciscanas en Agua de Oro, Córdoba, Argentina. (Foto: cortesía de Claudia Navarro)
Francisco lleva una venda en sus ojos porque sufría tracoma, sin embargo, es capaz de cantar, de 'ver' y vincularse con cada elemento de la creación y llamarla con el dulce nombre de "hermana, hermano".
Aunque nos sintamos pequeños frente a las grandes potencias mundiales, siempre hay algo que se puede hacer con creatividad, atención y especial cariño por nuestra casa común, por esta fraternidad universal silenciada y subestimada. Quizás nuestra primera tarea podría ser entrar con sumo respeto en esta comunión de vida con todos, y hacerlo desde la experiencia de compartir el mismo origen que es el amor del Padre. Así lo hicieron nuestro santo patrono y los que nos precedieron en estas tierras. Entonces brotará la poesía y el canto, el respeto, la admiración, la belleza y el cuidado… y tal vez sea posible la paz.
Como diría san Francisco antes de morir: "Comencemos hermanos que nada hemos hecho".
"Como comunidad religiosa franciscana centrada en la educación y la catequesis, creemos en cuidar nuestra casa común conectándonos con Dios y la creación": Hna. Claudia Navarro
María Baffundo pertenece a las Hijas de María Auxiliadora (FMA), salesiana, de Uruguay. Es periodista y diseñadora gráfica. Ha realizado su misión con adolescentes en diferentes centros educativos de Uruguay, como animadora de curso, catequista y docente; también ha colaborado en la Pastoral Juvenil Salesiana y en grupos de gestión. En su instituto a nivel mundial y provincial trabajó en el ámbito de la comunicación desde los inicios de su vida religiosa. Desde 2018 a inicios de 2024 fue responsable de la comunicación de la Confru (Conferencia de Religiosos del Uruguay). Es miembro de Acssa (Asociación de Estudiosos de la Historia Salesiana). Actualmente reside en Roma, donde estudia la espiritualidad salesiana.
“Necesitamos repensar entre todos la cuestión del poder humano, cuál es su sentido, cuáles son sus límites. Porque nuestro poder ha aumentado frenéticamente en pocas décadas. Hemos hecho impresionantes y asombrosos progresos tecnológicos, y no advertimos que al mismo tiempo nos convertimos en seres altamente peligrosos, capaces de poner en riesgo la vida de muchos seres y nuestra propia supervivencia. Cabe repetir hoy la ironía de Soloviev: 'Un siglo tan avanzado que era también el último'. Hace falta lucidez y honestidad para reconocer a tiempo que nuestro poder y el progreso que generamos se vuelven contra nosotros mismos" (Laudate Deum, n.º 28).
Hoy en la Tierra parece que todo comienza y termina en una sola palabra: poder. Desde el poder que tienen —y usan en su favor— el director de una empresa, una gerente de recursos humanos, hasta el presidente de un país (devenido en pequeño dios), y el de tantos gobernantes que, para tomar grandes decisiones, miran solo su bienestar y renombre, en lugar de observar a su alrededor.
Ese mal uso del poder ha ido transformando en las últimas décadas a la humanidad, aumentando las zonas vulnerables y conflictivas del planeta y la competencia por los recursos naturales (algunos en vías de extinción); causando grandes migraciones, falta de alimentos para todos y conflictos violentos entre países y regiones.
El documental La Carta, estrenado en 2022, muestra algunos de los conflictos generados por el cambio climático. También muestra las vivencias de las personas que en realidades diversas, buscan y ponen todos sus dones y fuerzas para que el cuidado del planeta sea posible. De este modo, se hace posible poder enfrentar juntos el impacto humano sobre la Tierra y sobre nosotros mismos.

El papa Francisco nos llamó en Laudato Si' a cuidar de la Tierra, nuestra casa común. (Composición digital: Unsplash/Carl Wang)
Vivir en un mundo más cálido es mucho más que un eslogan. Hablar sobre seguridad y desarrollo del cambio climático nos ayuda a entender mejor estos problemas. Es necesario un enfoque global para analizar el cambio climático, el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad.
Cuando se violan los derechos de las personas, como la vivienda, la comida, el hogar, el trabajo, la salud y la educación, aumentan los conflictos nacionales e internacionales y se vulnera la paz.
Cómo Hijas de María Auxiliadora, estamos en varios países en conflicto. Apostamos por la educación y el acompañamiento de las jóvenes, y estamos con las familias. "Nos comprometemos a colaborar con el desarrollo sostenible, la ecología integral, la justicia y la paz, la comunión de bienes, las migraciones y los derechos humanos" (CG XXIV). Queremos que nuestras comunidades sean lugar de encuentro y tolerancia. Este es nuestro aporte para el futuro.
"Vivir en un mundo más cálido es mucho más que un eslogan. Hablar sobre seguridad y desarrollo del cambio climático nos ayuda a entender mejor estos problemas": Hna. María Baffundo
María de Jesús Bringas nació en una familia católica en Torreón, Coahuila, México, y creció con fuertes valores y tradiciones, inspirada en sus padres y abuelos. Tras ingresar a las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, en 1984, dedicó su vida al ministerio de la educación, pastoral vocacional y pastoral social. Sus ministerios más recientes: directora de vocaciones y coordinadora del ministerio hispano en el Santuario de Nuestra Señora de las Nieves en Belleville, Illinois, Estados Unidos. Apasionada por servir a comunidades vulnerables, encarna el llamado de su fundador a hacer presente el amor de Dios, promoviendo la dignidad humana.
Nací en Torreón Coahuila, al norte de la república mexicana. Mi ciudad es desértica. En nuestro himno se lee: "La ciudad que venció al desierto". Crecí sabiendo que hay que cuidar con esmero las plantas y el agua. Allí hay tolvaneras, que son remolinos de polvo que nos hace barrer el frente de nuestras casas todos los días.
He visto el sufrimiento de la gente por falta de agua. En algunos lugares de Durango, donde he ido de misión, nos ha tocado 'acarrear' agua para bañarnos y usar esa misma agua para el inodoro. Viviendo hoy en Estados Unidos, acompañando a la comunidad hispana de Illinois, puedo ver con qué facilidad se deja la llave del agua abierta, y dejarla correr sin preocuparse. Esta situación puede causar problemas entre los grupos mencionados.
Cada vez más vemos con asombro las consecuencias del poco cuidado del medio ambiente. El cambio climático, definitivamente, puede afectar la estabilidad social y la paz. Una de las formas más urgentes es la escasez de agua dulce en muchas regiones, lo que puede generar tensiones entre comunidades, regiones o incluso países que dependen de los mismos recursos hídricos. Existe un tratado de abastecimiento de agua entre México y Estados Unidos desde 1944, que debido a la sequía es probable que México incumpla, al querer abastecer el campo del estado de Chihuahua. Esto puede ocasionar conflictos entre países vecinos.

En la aridez del desierto de Coahuila, México, y ante el desafío del suministro de agua para todos, recordamos las palabras del papa Francisco en Laudato Si': "La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común". (Foto: Unsplash/Priss Enri)
De igual manera, el aumento del nivel del mar, los fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, inundaciones y sequías, y la pérdida de medios de subsistencia pueden obligar a millones de personas a abandonar sus hogares. Estos desplazamientos masivos pueden generar tensiones en las regiones receptoras, especialmente si los recursos son limitados. El cambio climático tiende a afectar más a las comunidades vulnerables, lo que puede ampliar las brechas económicas y sociales, generando resentimiento y conflictos.
Para mitigar estos riesgos, es esencial adoptar enfoques integrales que incluyan la adaptación al cambio climático, la cooperación internacional y el fortalecimiento de las instituciones locales y globales. La paz y la estabilidad futuras dependen en gran medida de cómo la humanidad haga frente a este desafío global.
Yo he optado por usar menos papel, no imprimir documentos innecesarios, leer libros electrónicos o solicitarlos en la biblioteca, reutilizar artículos, reciclar, cuidar plantas, sembrar árboles, comer menos carne. También he hablado con mis amigos y familiares sobre el cuidado del agua, la siembra de árboles y plantas, y evitar viajar a reuniones cuando es posible tenerlas vía electrónica.
"El cambio climático puede afectar la paz. La escasez de agua dulce en muchas regiones puede generar tensiones entre comunidades, regiones o incluso países que dependen de los mismos recursos hídricos": Hna. María de Jesús Bringas
Yolanda Olivera, religiosa peruana de la congregación Franciscana Misionera de la Madre del Divino Pastor, es licenciada en Psicología Clínica con especialización en Cuidado y Protección de Niños, Adolescentes y Adultos Vulnerables, Ciencias Humanas, Evaluación Psicológica y Acompañamiento Espiritual. Ha trabajado en la educación formal y no formal. Acompañó a los laicos de su congregación en Perú. Fue misionera en Boa Vista, Brasil, apoyando la emergencia humanitaria. Actualmente vive en Moreno, Argentina, donde colabora en un centro comunitario que ofrece actividades socioeducativas. Disfruta acompañando procesos personales y promoviendo espacios seguros. A través de su labor pastoral busca construir relaciones justas y asegurar la participación de la mujer en la toma de decisiones.
El cambio climático es un grito profundo de las entrañas de nuestra madre tierra. Ella "(…) sufre dolores de parto" (Rm 8, 22), pide misericordia, compasión, cuidado y protección. Hoy vivimos las consecuencias más duras de la destrucción que nosotros mismos hemos hecho al planeta.
El papa Francisco, en su encíclica Laudato Si' (2015) hace un llamado urgente a todas las organizaciones a trabajar en conjunto en el cuidado de la casa común. Francisco dice que ya no podemos negar ni esconder ni disimular o relativizar los signos palpables del cambio climático que está generando graves consecuencias para la humanidad y que son nuestra responsabilidad. Seguro que muchos de nosotros nos preguntamos: ¿Qué tipo de planeta queremos dejar para nuestros hijos, nietos y bisnietos? ¿Cómo crear entornos seguros llenos de paz para las generaciones futuras?
El cambio climático ha incrementado la pobreza, la inseguridad, la violencia, la desnutrición y las enfermedades. Ha creado inestabilidad, generando una amenaza constante para la construcción de la paz y provocando que familias enteras vivan en constante estrés, angustia, miedo e inseguridad, con la consecuente pérdida de su paz interior.

Hna. Yolanda Olivera, de pie, junto a Dalila Marques Lemos, y las hermanas Sofía Quintans Bouza y Clementine Kikadi Kwakenda, durante una visita a la comunidad indígena macuxi en Boa Vista, Roraima, Brasil, en diciembre de 2023. Al fondo, el río Blanco, que atraviesa el territorio ancestral de este pueblo originario. (Foto: cortesía Yolanda Olivera)
Me acuerdo de los pueblos indígenas brasileños, del extremo norte de Brasil, que fueron prácticamente expulsados de sus tierras por la minería ilegal. Cuando salió a la luz, muchos de ellos presentaban signos de desnutrición crónica, enfermedades como el dengue y la fiebre amarilla. Algunos de ellos fallecieron. Esta realidad también está presente en otros lugares del mundo. Los más vulnerables siguen clamando justicia e igualdad de derechos.
Me pregunto cómo acompañar a los pobres y vulnerables en estos contextos, y acojo como respuesta las palabras de 1 Cor 12, 26: "Si un miembro sufre, todos sufren con él".
La paz no es solo ausencia de guerras o de conflictos; es cultivar relaciones saludables, fomentar entornos seguros y propiciar encuentros de hospitalidad donde todos seamos agentes y sujetos responsables de construir la paz, reduciendo así todo tipo de violencia.
Ante esta realidad dolorosa que he mencionado, quiero compartir algunas opciones que como congregación y desde nuestra espiritualidad franciscana realizamos para mitigar las situaciones adversas del cambio climático.
Desde nuestra presencia y con nuestro estilo franciscano, tratamos de realizar un trabajo en conjunto con las organizaciones locales civiles y religiosas. En nuestras instituciones (colegios, centros comunitarios, centros pastorales, parroquias) buscamos sensibilizar a través de talleres en el cuidado de la casa común. Además, promovemos la concientización y apropiación de las tres 'r': reducir, reutilizar y reciclar.
Finalmente, como mujeres franciscanas buscamos ser referentes en el cuidado de la casa común, haciendo nuestro el Cántico de las Criaturas. Por ello, cada día decimos: ¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz!... Nuestro deseo es ser instrumentos de vida y de paz para nuestros hermanos. Termino invitándoles a escuchar la canción Todo está interligado.
"El cambio climático ha incrementado la pobreza, la inseguridad, la violencia, la desnutrición y las enfermedades. Ha creado inestabilidad, generando una amenaza constante para la construcción de la paz": Hna. Yolanda Olivera