
El buen samaritano cura las heridas del viajero herido, óleo de Balthasar van Cortbemde, 1647. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)
Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.

«Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?". Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?". Él le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo". "Has respondido exactamente, obra así y alcanzarás la vida", le dijo Jesús. Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?". Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver". "¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?", le preguntó Jesús. "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera"» (Lucas 10, 25-37).
Las parábolas son un género literario utilizado por Jesús y tienen la propiedad de involucrar al oyente para interpelarlo sin que se sienta atacado de frente. Esto es lo que hace Jesús con este doctor de la ley, quien —conociendo perfectamente las Escrituras— quiere probar a Jesús haciéndole una pregunta obvia: "¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?". Jesús no cae en la provocación, sino que le hace una contra pregunta: "¿Qué está escrito en la Ley?". El doctor de la ley contesta acertadamente y Jesús le confirma la respuesta de "amar a Dios y al prójimo" para alcanzar la vida eterna. Pero el doctor de la ley sigue insistiendo con otra pregunta: "¿Quién es mi prójimo?". Y Jesús responde con la conocida parábola del buen samaritano para que sea el mismo doctor de la Ley quien dé la respuesta.
"Es urgente recuperar una fe capaz de ejercer una compasión efectiva frente a las necesidades de nuestro mundo, de manera que vivamos el hacernos prójimos, especialmente de los más necesitados": teóloga Consuelo Vélez
Todas las parábolas presentan situaciones insólitas con el objetivo de involucrar al oyente, como ya lo dijimos. En este caso, lo insólito son los personajes que pasan frente al hombre asaltado en el camino. En primer lugar, un sacerdote y luego un levita. Ambos pasan de largo y podríamos pensar que no tuvieron compasión. Pero la razón es su compromiso con la pureza ritual que ha de ser conservada si quieren hacer prestar su servicio en el templo. Por lo tanto, ellos están cumpliendo la ley, y esta tiene una primacía para la religiosidad judía.
El tercer personaje es un samaritano, alguien que no cumple las leyes judías. Pero, será él quien actúe con compasión y se encargue del hombre caído en el camino con todas las consecuencias: le pagará al dueño del albergue hasta que el hombre herido se cure totalmente.
Después de contar la historia, Jesús le pregunta al doctor de la ley quién actúo como prójimo. Él no podía tener otra respuesta: "El que tuvo compasión de él". En otras palabras, Jesús no se limita a dar una respuesta teórica a la pregunta hecha, sino que, a través de una parábola, muestra la práctica concreta que ha de realizarse.
Pero no es suficiente subrayar la necesaria compasión para detenerse ante los caídos en el camino. El contraste de los personajes afirma la praxis de Jesús frente a la Ley: esta ha de estar al servicio de la persona y no la persona al servicio de ella. De nada les sirve al sacerdote y al levita cumplir con la Ley si no la ponen al servicio de las necesidades de los demás, para hacerse 'prójimos' de ellos.
Hoy es urgente recuperar una fe capaz de ejercer una compasión efectiva frente a las necesidades de nuestro mundo, de manera que vivamos el hacernos prójimos, especialmente de los más necesitados. Es esta praxis la primaria y fundamental, y todo culto, liturgia y expresión de fe han de estar a su servicio.