La Hna. Innocent Joseph Ayyankanal, miembro de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada, enseña a las comunidades tribales a preparar medicamentos a base de hierbas en sus hogares en el distrito de Wayanad, en Kerala, al suroeste de la India. (Foto: cortesía Hna. Innocent Ayyankanal)
La Hna. Innocent Joseph Ayyankanal, miembro de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada, lleva más de 40 años promoviendo el ayurveda (medicina tradicional india) y otras formas de medicina tradicional entre las comunidades rurales y tribales del distrito de Nilgiris, en Tamil Nadu, y del distrito de Wayanad, en la vecina Kerala.
Ayyankanal ha impartido más de 2000 clases de sensibilización en toda la India, en colaboración con la Asociación Católica de Salud de la India, para promover el ayurveda en las zonas rurales del país. También ha formado a monjas, sacerdotes y otros trabajadores sanitarios, que ahora promueven estos remedios en sus respectivas zonas.
Nacida en el seno de una familia de vaidyas (curanderos tradicionales), Ayyankanal ha combinado sus conocimientos de fitoterapia con su vocación de monja, y a sus 78 años continúa con su misión: ayuda a las personas necesitadas y colabora, con organizaciones como Shalom TV, en la promoción de la medicina tradicional.
Actualmente la religiosa reside en el convento Maryknoll de Kunnalady, en el distrito de Nilgiris, en el estado de Tamil Nadu, al sur de la India, donde comenzó su andadura en el ámbito de la atención sanitaria entre los pueblos tribales en 1975.
Ayyankanal compartió su misión de cinco décadas con Global Sisters Report.
GSR: ¿Qué le inspiró a promover el ayurveda?
Ayyankanal: En 1967 entré con las Hermanas Misioneras de María Inmaculada. Después de mis primeros votos, trabajé como técnica de laboratorio en el Little Flower Hospital de Angamaly, una ciudad, y en Nilambur, un pueblo, ambos en Kerala.
Cuando mi congregación abrió un convento en Kunnalady, me uní a la comunidad. Pronto me di cuenta de que esta zona remota no tenía centros de salud. Así que monté un dispensario alopático para ayudar a la población local. Sin embargo, mucha gente no podía permitirse los medicamentos alopáticos.
Además, no podíamos encontrar dinero para comprarles medicamentos modernos. Esto me llevó a pensar: "¿Por qué distribuir medicamentos caros cuando la gente ya tiene sus remedios transmitidos de generación en generación?".
Mi familia también practicaba la medicina tradicional. Mi formación como técnico de laboratorio y mis antecedentes familiares me ayudaron a comprender los principales problemas de salud de la gente: afecciones estomacales, contusiones, lesiones y quemaduras.
La Hna. Innocent Joseph Ayyankanal, miembro de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada, visita a un paciente en su casa y le aplica medicina herbal para tratar quemaduras en una casa tribal en el distrito de Wayanad, en Kerala, al suroeste de la India. (Foto: cortesía Hna. Innocent Joseph Ayyankanal)
Empecé a experimentar con hierbas locales para ayudar a la gente. Quería utilizar remedios locales en lugar de depender de costosos medicamentos alopáticos. Así que convertí nuestra clínica alopática en [una] clínica ayurvédica.
En 1986 asistí a un curso de formación de seis semanas para trabajadores sanitarios rurales en Chennai [capital de Tamil Nadu] que se centraba en las tradiciones de la atención sanitaria rural.
Más tarde fui seleccionada para otro curso de formación de seis semanas en medicina rural en el Instituto Asiático de Salud de Japón. También visité Singapur y Filipinas como parte de la formación.
Todo ello me ayudó a profundizar aún más en mi compromiso con la promoción de la medicina tradicional.
¿Por qué creó pequeñas clínicas en lugar de grandes hospitales?
El fundador de nuestra congregación, monseñor C. J. Varkey (1921-2009), solía decirnos que no gestionáramos grandes hospitales, sino que nos centráramos en pequeñas clínicas que pudieran atender mejor a la gente común. Su visión era garantizar que los hospitales no fueran solo grandes instituciones, sino lugares donde las personas recibieran atención con un toque humano.
Antes, solíamos establecer pequeñas clínicas cerca de nuestros conventos; e proporcionaban la atención necesaria sin complicar las cosas ni mecanizarlas.
Ahora, nuestra congregación gestiona un hospital ayurvédico y una unidad de fabricación de medicamentos autorizada en Pulpally (distrito de Wayanad, en Kerala). Tres monjas trabajan allí como médicas ayurvédicas. También tenemos una clínica moderna en Gudallur (distrito de Nilgiris, en Tamil Nadu).
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¿Su entorno familiar influyó en su trabajo?
Sí, mi familia tuvo una gran influencia en mi trabajo. Mi abuelo y mi padre eran curanderos tradicionales muy respetados en Kadaplamattom, [distrito de Kottayam, en Kerala]. Más tarde, mi padre emigró a Chemperi [distrito de Kannur, en Kerala].
Crecí viéndolos preparar medicinas con hierbas. Mi padre distribuía medicinas a base de hierbas para la malaria, que era muy frecuente en aquella época. Por lo tanto, el uso de hierbas y remedios naturales me resultó algo natural.
¿Cómo ha ayudado su trabajo a las personas, especialmente a las comunidades tribales?
Mi interacción habitual con ellos me ayudó a comprender sus problemas de salud, pero no había ningún hospital disponible para tratarlos. Vi cómo las familias gastaban la mayor parte de sus ingresos en medicamentos y tratamientos.
Por lo tanto, mi objetivo era hacer que la atención sanitaria fuera más accesible para las comunidades rurales y tribales. Trabajé con organizaciones como Cáritas India y la Wayanad Social Service Society [dependiente de la diócesis de Mananthavady]. Desarrollé remedios herbales fáciles de preparar. Creé kits familiares para almacenar medicamentos de emergencia.
Otra medida fue distribuir pastillas elaboradas con una mezcla de hierbas que ayudaban a curar la diarrea y los problemas estomacales. Mi aceite medicinal, elaborado con ocho hierbas diferentes, ayudaba a curar contusiones, esguinces y fracturas leves.
También enseñé a las mujeres de las parroquias y aldeas a preparar estos medicamentos en casa. Esto les ayudó a cuidar de sus familias sin tener que desplazarse a hospitales lejanos.
La Hna. Innocent Joseph Ayyankanal, miembro de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada, imparte una sesión sobre medicamentos a base de hierbas para las comunidades tribales del distrito de Wayanad, en Kerala, al suroeste de la India. (Foto: cortesía Hna. Innocent Joseph Ayyankanal)
¿Qué retos ha afrontado a la hora de promover la medicina tradicional?
No ha sido un camino fácil. El principal reto vino de los partidarios de la medicina alopática o moderna.
En 1984 organizamos una exposición sobre hierbas medicinales como parte de las celebraciones del aniversario de la Asociación Católica de Salud de la India en el Hospital St. John's de Bangalore (estado de Karnataka). Desgraciadamente, muchos profesionales médicos nos criticaron. No aceptaban nuestro enfoque y cuestionaban la eficacia del ayurveda y las medicinas tradicionales.
A pesar de la oposición, no nos rendimos. Publicamos un libro en el que compartíamos toda la información que habíamos recopilado sobre la medicina herbal. Esto ayudó a concienciar a la gente y a hacerla más receptiva a los remedios tradicionales.
Otro reto importante fue trabajar con las comunidades tribales. Los pueblos tribales tienen sus propias prácticas curativas y medicinas tradicionales. Creían que compartir sus conocimientos sobre remedios con otras personas molestaría a sus deidades. Con gran dificultad, conseguimos aprender sus métodos.
Llegar a las personas que vivían en zonas remotas fue otro reto. A menudo tenía que caminar largas distancias a través de bosques para visitar a pacientes en aldeas tribales. Los pacientes no vienen a nosotras, nosotras tenemos que ir a ellos. Tenía que caminar unos 20 km (unas 12,4 millas) al día.
En una ocasión fui perseguida por elefantes salvajes cuando me dirigía a una aldea. Corrí y encontré refugio en una casa cercana. Poco después, la gente nos trajo a una persona herida que había sido atacada por un elefante. Me impactó mucho, pero me convenció de la importancia de nuestro trabajo.
La Hna. Innocent Joseph Ayyankanal aparece en la foto con otros miembros del Convento Maryknoll de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada en Kunnalady, Tamil Nadu, sur de la India. De izquierda a derecha: Hnas. Camilla Joseph, Princy Devasia, Prasanna Joseph, Innocent Joseph Ayyankanal (centro), Roselet Varkey, Sinobi Joseph y Jobitta George. (Foto: cortesía George Kommattam)
Usted trató la anemia falciforme entre los pueblos tribales. ¿Cómo lo abordó?
La anemia falciforme es una enfermedad hereditaria que afecta a la forma de los glóbulos rojos. Los glóbulos rojos adquieren forma de media luna, lo que provoca obstrucciones y dolor. La enfermedad era frecuente entre los pueblos tribales de Wayanad. Tras una exhaustiva investigación, desarrollé unas pastillas a base de hierbas que resultaban eficaces para tratar la anemia falciforme.
Un momento memorable de mi trabajo fue con una niña de Pulpally que estaba a punto de morir. Después de administrarle mis medicamentos, se recuperó por completo. Ahora trabaja en nuestro hospital de Pulpally, preparando medicamentos.
¿Por qué se hizo monja?
Mi familia influyó en mi decisión. Mi padre era trabajador social y su trabajo con la población local me inspiró a servir a los demás. Durante mi infancia vi a monjas de nuestra congregación viviendo con agricultores pobres desalojados de Shimoga, en Karnataka. Esas hermanas llevaban a los pacientes al hospital y los traían de vuelta. Su acto desinteresado me conmovió.
Por eso quise convertirme en alguien que no solo pudiera cuidar de la salud física de las personas, sino también ser una fuente de cuidado espiritual.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 22 de agosto de 2025.
