
La Hna. Zita Rema visitó a mujeres indígenas en el distrito montañoso de Bandarban, Bangladés, durante un seminario de sensibilización. (Foto: cortesía Zita Rema)
La hermana Zita Rema, de las Misioneras Salesianas de María Inmaculada, comenzó a trabajar en 2006 en Daca, la capital de Bangladés, donde defendió los derechos de los trabajadores migrantes y les proporcionó atención pastoral.
Nacida en 1959 —es la segunda de tres hermanos de una familia de la tribu garo— en la parroquia de Bhalukapara, en la diócesis de Mymensingh, Rema comenzó su carrera como profesora y después trabajó en el sector sanitario. Atender a pacientes, especialmente mujeres embarazadas, y ver su sufrimiento la impulsó a convertirse en religiosa: en 1986 ingresó en la comunidad salesiana, en 1990 hizo sus primeros votos en Bangalore Sur, India, y en 1997 profesó sus votos perpetuos.
Rema ha trabajado con la Comisión Juvenil de la Conferencia Episcopal Católica de Bangladés, las Obras Misionales Pontificias y la Red Mundial de Oración del Papa. Recientemente ha hablado con Global Sisters Report (GSR) sobre su ministerio, los problemas a los que se enfrentan los migrantes y las posibles soluciones.
GSR: Usted trabaja en la promoción de los derechos de los migrantes. ¿Por qué eligió este ministerio?
Rema: Trabajo en la oficina nacional de la Comisión Juvenil de la Conferencia Episcopal Católica de Bangladés desde 2006. En aquella época vi que quienes venían a trabajar a Daca, especialmente las que trabajaban como empleadas domésticas, sufrían mucho. Sus empleadores las torturaban, las maltrataban físicamente, no les pagaban lo debido y no les daban vacaciones. Lo mismo ocurría con las chicas que trabajaban en salones de belleza.
Cuando nos enteramos de estas cosas, hablamos con los propietarios para resolver el problema y, si era necesario, emprendíamos acciones legales. Traje a gente conmigo y les proporcioné refugio en Daca. Desde ese momento trabajé para todos los trabajadores migrantes.
¿Cómo es la situación de los trabajadores migrantes en la ciudad portuaria de Chittagong?
Aunque tenía algo de experiencia, fue difícil. La mayoría de las migrantes trabajan como empleadas en salones de belleza, fábricas de ropa, desguaces de barcos y otras fábricas. No se les paga adecuadamente si sufren un accidente en el trabajo. Si se enferman, no reciben tratamiento. Los despidos sin previo aviso son más comunes en Chittagong.
El mayor problema es que, si alguien muere, no hay dinero para enviar el cuerpo a su pueblo y la empresa no lo paga. Cuando alguien muere tenemos dificultades para reunir el dinero [que se necesita] para enviar el cuerpo a su pueblo. Mi congregación aporta algo de dinero y yo pido donaciones a la gente, así es como funciona. Si pudiéramos crear un fondo, sería mejor.

Como parte de un programa de sensibilización contra la trata de personas, la Hna. Zita Rema visitó a jóvenes de una aldea indígena de Bangladés. (Foto: cortesía Zita Rema)
¿Cómo se enfrentan a estos problemas?
Vamos a todos los salones donde se encuentran nuestras trabajadoras migrantes y las escuchamos. Nos reunimos con las que trabajan en las fábricas textiles y escuchamos sus sufrimientos.
Si tienen algún problema, hablo con su patrón. A menudo planteo estos problemas a los representantes de la Organización Internacional del Trabajo. Ellos resuelven el problema y, a veces, acudo a la policía y ayudo a resolverlo. A quienes necesitan tratamiento, los llevamos al hospital, especialmente al hospital público. Algunos médicos ofrecen tratamiento gratuito a estos trabajadores y los ponemos en contacto con ellos.
¿Cuál es su mayor obstáculo?
No se nos permite acceder a las fábricas, por lo que desconocemos los problemas ocultos de los trabajadores. Los trabajadores a menudo no nos cuentan todos sus problemas porque temen perder su empleo. El dinero es un gran problema. Trabajan por salarios bajos y ni siquiera pueden mantener adecuadamente a su familia con su sueldo, y si se enferman, no tienen dinero para comprar medicamentos.
¿Qué más se está haciendo para ayudar a los trabajadores migrantes?
Hay un refugio para migrantes en Daca donde cualquiera puede [refugiarse] durante unos días. También hemos creado un pequeño refugio en Chittagong, pero tienen que pagar el alojamiento y la comida. Sería mejor que fuera gratuito para las personas necesitadas. Es muy importante proporcionar este tipo de alojamiento en las grandes ciudades donde se concentran los migrantes. Esta iniciativa debería ser tomada por la Conferencia Episcopal Católica.
¿Cómo prestan atención pastoral a los migrantes?
Es un trabajo enorme. Averiguo dónde viven, voy allí y hablo con ellos. Rezo con ellos. Cuando nace un niño, preparo a los padres y a los padrinos para el bautismo. También preparo a los que se van a confesar o a recibir la Eucaristía enseñándoles las oraciones [apropiadas]. Para los que trabajan y no pueden asistir a la misa semanal, llevo a un sacerdote a su zona y se celebra allí la misa. De esta manera, los trabajadores de otras religiones también pueden escuchar la palabra de Cristo.

La Hna. Zita Rema organiza un programa de sensibilización para los trabajadores migrantes en la archidiócesis de Chittagong, Bangladés. (Foto: cortesía Zita Rema)
Lleva casi 20 años trabajando con los trabajadores migrantes. ¿Cuáles considera que son sus mayores logros?
Es imposible trabajar sola con toda la comunidad migrante. Sin embargo, ha habido cambios positivos. Ha aumentado enormemente la sensibilización entre los trabajadores. La gente era víctima de la trata con la promesa de un trabajo, pero ahora, gracias a nuestros programas de sensibilización, no van a trabajar sin saber adónde los llevan.
En muchos casos, me llaman y yo les garantizo la seguridad de su lugar de trabajo. También organizo seminarios al menos una vez al mes en las zonas donde viven los migrantes en Chittagong, donde escucho sus problemas y los sensibilizo.
¿Qué puede hacer la Iglesia católica para ayudar a los migrantes?
Es necesario realizar un trabajo más amplio. Las iglesias deberían crear oficinas para migrantes en todas las diócesis donde trabajan migrantes, como en Chittagong y Daca. Esto daría a las personas esperanza y valor al saber que alguien trabaja para ellos. No solo los salesianos, sino también las hermanas, los padres y los hermanos de otras congregaciones deben dar un paso al frente y servir a estos trabajadores migrantes. Es esencial escuchar y servir a los trabajadores migrantes.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 24 de junio de 2025.
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