El arzobispo Shelton Fabre de Louisville, Kentucky, Estados Unidos, y la Hna. Jannette Pruitt, quien diseñó y creó su vestido, así como los ornamentos litúrgicos de Fabre. (Foto: cortesía de Jannette Pruitt)
Cuando la hermana Jannette Pruitt era niña, soñaba con ser religiosa. Pruitt, de 76 años, rememora que sus amigas de la escuela primaria la recuerdan diciendo en el patio: "Voy a ser hermana y todos me llamarán hermana Jannette".
Pero el ambicioso plan de aquella niña tardó años en materializarse. Era la década de 1950 en el sur profundo [de Estados Unidos]. Durante años, la parroquia a la que asistían sus abuelos era una iglesia 'de blancos': los negros que querían casarse o bautizar a un hijo tenían que hacerlo en el coro. Y aunque existía un seminario para los jóvenes negros llamados al sacerdocio, no existían oportunidades similares para las jóvenes negras.s.
Sor Jannette Pruitt, 76 años, de las Hermanas de San Francisco, Oldenburg, Indiana. (Foto: cortesía de Jannette Pruitt)
"Estaba en tercer grado cuando la hermana Mildred me preguntó qué quería ser de mayor, y yo le respondí: 'Oh, voy a ser hermana'", relató Pruit.
A esta declaración le siguió la sugerencia de que la niña también considerara la posibilidad de ser madre. Al final, eso es exactamente lo que hizo Pruitt. El matrimonio no duró: su marido acabó en la cárcel, la pareja se divorció y Pruitt anuló el matrimonio. Pero es una orgullosa madre de tres hijos, abuela y bisabuela.
Aun así, Pruitt creció en su fe gracias a sus abuelos. Cada mañana iba a misa con su abuela, que asistía todos los días para estar "pura y limpia para el Señor". Su abuelo formaba parte del equipo de construcción que edificó la ahora histórica parroquia de Santa Rosa de Lima, que durante décadas ha prestado servicio a una congregación mayoritariamente negra.
La casa de sus abuelos era el lugar donde se celebraban las reuniones familiares semanales después de la misa, en las que se servía el pescado del Golfo capturado esa misma mañana en un guiso que se repartía y se comía en cualquier lugar donde hubiera espacio. Fue la abuela de Pruitt quien le enseñó a coser, cuando se sentaban juntas en el gran porche delantero de la casa.
Una mitra diseñada y creada por la hermana Jannette Pruitt. (Foto: cortesía de Jannette Pruitt)
"Me decía: 'Jannette, haces demasiadas preguntas'. Pero de lo que más hablaba era de su fe", cuenta Pruitt. "Mi abuela y mi abuelo eran amantes del Señor, de la fe, y eso se remonta a generaciones anteriores a ellos", agrega.
Y aunque el sueño de Pruitt se retrasó, no se frustró. A los 47 años decidió unirse a las Hermanas de San Francisco en Oldenburg, Indiana. Fue allí donde las enseñanzas de su abuela cobraron vida de una manera que su yo de niña nunca hubiera imaginado.
Global Sisters Report: Después de criar a sus hijos y trabajar en el sector sanitario, ¿qué le llevó a decidir perseguir su sueño de convertirse en hermana?
Pruitt: A instancias de una amiga, me mudé a Indianápolis y trabajé como asistente en la Escuela Santa Rita con una de las profesoras de jardín de infancia. Estuve allí dos años y, en el segundo, sentí esa necesidad, esa llamada. Yo era el tipo de persona que... estudiaba la Biblia. Rezaba, rezaba y rezaba. Y entonces vi algo en el boletín sobre un fin de semana de concienciación sobre la vida para cualquiera que estuviera pensando en hacerse religiosa. Tenía más de 40 años y llevaba décadas sin pensar en ser monja.
Ornamentos litúrgicos confeccionados por la hermana Jannette Pruitt que celebran la herencia afrocéntrica. (Foto: cortesía de Jannette Pruitt)
¿Qué pasó cuando empezaste a pensar en ello de nuevo?
No podía quitármelo de la cabeza. Estaba en mi mente y en mi corazón, y me mantenía despierta por la noche. En mis escritos (diario) escribí: "¿Qué quieres que haga?". Y sentí, supe, que tenía que llamar al centro (donde se celebraba el fin de semana). Pregunté por el precio, y era una cantidad astronómica de dinero, y dije: "Oh, bueno, no puedo hacerlo, es demasiado". Y ella me dijo: "No pasa nada. Tenemos una beca para ti".
En el momento en que crucé el umbral (del centro), sentí algo muy profundo. Todas las preocupaciones se esfumaron.
¿Cómo acabaste en las Hermanas de San Francisco en Oldenburg?
Un mantel de altar diseñado y creado por la hermana Jannette Pruitt. (Foto: cortesía de Jannette Pruitt)
Las hermanas, los sacerdotes y los hermanos estaban todos alineados por orden en estas mesas. Tenían allí a las Hermanas de San Francisco, y vi esos terrenos, eran tan bonitos, y tenían libros que mostraban a las hermanas en comunidad. La hermana Marge Wissman estaba detrás de mí y me dijo: "¿Por qué no vienes a ver?".
Cuando fui en auto, me pasé la salida, paré y llamé a la casa madre y, de alguna manera, el Señor me llevó hasta allí. Las hermanas fueron muy acogedoras; estaban deseando hablar conmigo mientras estuve allí. Me sentí como en casa.
¿Hubo algo más que inclinó la balanza a favor de las Hermanas de San Francisco?
Cuando hablaba con la hermana Marge, mencionó el Centro de Espiritualidad Nia Kuumba en St. Louis (patrocinado por las Hermanas de San Francisco). Le dije: "¿Tienen un lugar para mí?".
Conduje hasta St. Louis, y cuando crucé la puerta me sentí como en casa. Había una foto de la hermana Theo Bowman en lo alto de las escaleras. Arriba, había una gran muñeca negra en la cama y, sobre la cama, una foto de una niña negra con trenzas adornadas con abalorios [o cuentas]. Yo solía adornar el pelo de mis hijas con abalorios. Al ver todo eso y vivir esa experiencia, supe que ese era mi lugar.
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¿Cómo llegaste a involucrarte tanto en la difusión de la labor de las personas negras en la Iglesia, especialmente de las religiosas negras?
Pienso mucho en ello. Mi responsabilidad es animar. Tal y como está el mundo hoy en día, en comparación con la forma en que me criaron a mí, muchos niños no tienen esa experiencia. Como he estado en parroquias, he visto y trabajado con muchas buenas familias, y hay mucho que enseñar.
¿Cómo empezó a celebrar su cultura en sus creaciones de costura?
Una mitra episcopal creada por la hermana Jannette Pruitt. (Foto: cortesía de Jannette Pruitt)
Un día entré en la iglesia de Santa Rita y los gemelos, el padre Chester Smith y el padre Charles Smith, me vieron. Uno de ellos me preguntó: "¿Dónde has conseguido ese traje?". Era un vestido, pero la parte superior tenía una capa y era muy colorido. Le dije: "Lo hice yo". Y él respondió: "Bueno, entonces nos harás algunos ornamentos sacerdotales". Y lo único que pude decir fue: "¿Padre?".
Pero luego, como sabes, empecé a diseñar y confeccionar ornamentos para diferentes eventos. ¡Incluso hice una mitra para un obispo! Hice manteles para el altar, estandartes... Hice estandartes con pájaros Sankofa. Su cabeza mira hacia adelante, como un cisne, pero su largo cuello se gira y mira hacia atrás. Porque miramos hacia el futuro, pero volvemos al lugar de donde venimos y llevamos todo ese conocimiento con nosotros hacia el futuro.
Háblenos un poco más sobre los diseños y colores que utiliza en sus piezas.
Ornamentos creados por la hermana Jannette Pruitt. (Foto: cortesía de Jannette Pruitt)
Se remonta a la familia. Mi abuela me enseñó a hacer ganchillo. Mi madre puede coser cosas con la mano más rectas que con una máquina de coser. Está en nuestra familia. He utilizado símbolos adinkra, como el sankofa (pájaro) y el gye nyame, que representa a Dios. Todos los símbolos significan algo.
¿Por qué cree que este tipo de representación es tan importante?
Hay muchas hermanas y sacerdotes negros que se reúnen para hablar de lo que hay que hacer por nuestro pueblo. Participo activamente en la Conferencia Nacional de Hermanas Negras y he sido nominada cinco veces para el premio Harriet Tubman.
Estoy en la Iglesia de una manera que muchos otros no pueden estar, y Dios nos eligió. Él nos vio y entiende todo lo que pasamos. Ha hecho pasar a mi pueblo por muchas cosas. No solo debemos tomar y vivir nuestra propia experiencia, sino que debemos compartirla, transmitirla a la próxima generación para que puedan entender.
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 9 de agosto de 2025.
