Jóvenes, no se rindan

Durante una visita misionera al pueblo de Santa Namaya, en el estado mexicano de Michoacán, un grupo de jóvenes se reúne para recibir formación de integración de sentimientos por parte de un grupo de voluntarios.

During a mission journey to the village of Santa Namaya in the Mexican state of Michoacán, a group of children gather to receive training on the integration of feelings from a group of volunteers. (Courtesy of Jetsa Figueroa)

por Blanca Alicia Sánchez Olvera

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Actualmente estoy con destino en Morelia, Michoacán, México. Recientemente, nos ha conmocionado la alarmante realidad de las altas tasas de suicidio entre los jóvenes de aquí. La sobrina de uno de nuestros amigos se suicidó el mes pasado y su familia está destrozada. Esta trágica noticia nos suscita numerosas preocupaciones como miembros de la Fraternidad Misionera Verbum Dei. ¿Por qué tantos adolescentes y jóvenes se quitan la vida? ¿Qué les llevaría a dar un paso tan radical? 

No podemos evangelizar sin abordar las realidades concretas a las que se enfrenta la gente.  Al ir de pueblo en pueblo anunciando la buena nueva del Evangelio, pienso en cómo Jesús nos prometió vida en abundancia. (Juan 10, 10) ¿Cómo puede llegar el mensaje de Jesús al corazón de estos jóvenes? ¿Cómo podemos asegurarles que la vida es realmente abundante? ¿Cómo podemos, como misioneros, responder a esta devastadora realidad que llama a nuestras puertas?   

Ahora, el tema de la difusión de una cultura de prevención del suicidio ocupa un lugar destacado en todas nuestras iniciativas. Aunque ya apoyamos a varios adolescentes para que reciban ayuda adicional mediante el acceso a una atención especializada, reconocemos que nos espera un enorme desafío. No obstante, tenemos claro nuestro objetivo: ¡hacer todo lo posible para promover esta cultura de prevención del suicidio!  

Al investigar sobre el suicidio juvenil, descubrí su conexión con la depresión, lo que conlleva una honda tristeza, una profunda infelicidad, una pérdida de sentido de la vida y el aislamiento. La depresión hace que los jóvenes se interesen cada vez menos por sus estudios y sus aficiones. Además, muchos no pueden expresar y articular sus sentimientos, miedos y dudas. Por esta razón, veo la necesidad de hablar de una manera abierta y honesta con ellos sobre la importancia de la salud mental y el bienestar en general. Por desgracia, la salud mental es un tema tabú para muchos jóvenes en esta parte de México. Por ello, en nuestros grupos, retiros y otras actividades, es aún más crucial que proporcionemos a los jóvenes una buena educación en materia de salud mental. 

Un sentido de pertenencia claro y sólido es esencial para todos, especialmente para los jóvenes. Cuando sentimos que no pertenecemos, que no tenemos un lugar y que no somos aceptados y acogidos por lo que somos en nuestras familias, por nuestros amigos y por la sociedad, nuestra sensación general de bienestar, felicidad y esperanza, disminuye. Los seres humanos fueron creados con un profundo anhelo de pertenencia, de ser amados por los demás y de amar a cambio. Este anhelo debe cumplirse porque no podemos vivir sin amor. Por tanto, el sentirnos rechazados, no deseados y no aceptados puede dejar una cicatriz bastante profunda en nuestro corazón. En cada persona que se suicida, descubrimos un alma rota y herida que ha perdido toda esperanza y las ganas de vivir.  

Algunos adolescentes que he conocido han perdido la esperanza de una vida mejor. Tienen muchas preguntas. ¿Por qué debo aplicarme en la escuela cuando cada vez hay menos oportunidades de empleo? ¿Por qué seguir luchando por el futuro en un mundo de inseguridades y violencia? 

Lo primero que tengo que hacer es estar disponible y escuchar. Necesito verdaderamente escuchar  para comprender las preguntas y lo que están viviendo estos jóvenes.  A menudo, las personas necesitan a alguien que les dedique libre y generosamente su tiempo para ofrecerles un oído abierto, que les escuche y no les juzgue. 

El segundo paso consiste en atender sus necesidades y los temas más importantes para ellos; por ejemplo: ¿Dónde se puede encontrar el sentido de la vida? ¿Cómo podemos gestionar mejor el estrés? ¿Cómo podemos integrar nuestros sentimientos de forma saludable? ¿Cómo puedo conectar conmigo mismo? A menudo ofrecemos la oración como uno de esos medios. Algunos adolescentes quieren aprender a rezar y estar en contacto con la fuente de paz y felicidad que habita en cada uno de ellos. Es asombroso ver cómo recuperan el deseo de vivir una vida más gratificante a través de una relación creciente con Jesús y apoyados por el acompañamiento adecuado. El amor de Dios cura sus heridas y les ofrece una esperanza más fuerte y profunda.

¡Ha sido un don increíble poder promover esta cultura de prevención del suicidio a través del carisma único de nuestra comunidad de oración y predicación de la palabra de Dios de una forma tan práctica! Vamos de pueblo en pueblo ofreciendo formación, talleres de oración, acompañamiento personal y grupos de apoyo que llamamos Revisiones de vida. Estos grupos de apoyo entre iguales son espacios en los que los jóvenes pueden expresar y compartir su fe, así como las alegrías y los retos a los que se enfrentan, descubriendo y construyendo una red de apoyo mutuo.  

Como  Misioneros Verbum Dei consagrados, formamos parte de una familia misionera más amplia, compuesta también por miembros laicos, a los que impartimos formación para que de igual modo puedan participar en la misión de evangelización. Algunos miembros laicos de nuestra comunidad, que son psicólogos y psiquiatras capacitados, ofrecen voluntariamente sus conocimientos profesionales y experiencia para acompañar a los jóvenes. Juntos, como familia misionera, estamos abriendo  nuevos caminos de evangelización. Lo que más me llena de alegría es que algunos jóvenes también se ofrecen generosamente a compartir sus experiencias y testimonios con otros adolescentes. Están respondiendo a la llamada que está presente en todo ser humano:  vivir para Dios y servir a los demás.   

Es esencial que ofrezcamos nuevas perspectivas de esperanza y felicidad a nuestros jóvenes; al fin y al cabo, ellos son la esperanza de nuestro país y del mundo. En palabras del papa Francisco en Fratelli Tutti, son el “ahora de Dios”. No podemos esperar a mañana para que vivan... para que vivan una vida en abundancia. Tenemos un largo camino por delante y mucho trabajo que hacer; todavía hay muchos pueblos y ciudades que esperan que se les predique la palabra de Dios. Tenemos muchos más jóvenes a los que tenemos que llegar. ¿Y ustedes? ¿Se sienten llamados a donar su tiempo de algún modo? ¿Les gustaría utilizar su vida y sus talentos para construir un mundo mejor? Todos tenemos algo que ofrecer, por pequeño que sea. 

Sus palabras pueden ser un faro de luz para alguien que está caminando por un sendero de dudas y confusión, para alguien que puede estar esperando oír: ¡Por favor, no te rindas! Unámonos a  Mario Benedetti, escritor uruguayo, para proclamar a los jóvenes: “No te rindas; aún estás a tiempo de levantarte y empezar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar tus cargas, volar de nuevo”.  Lo hacemos porque queremos que nuestra juventud vuele alto.