Después del fin del Título 42, hermanas estudian el panorama del migrante

"Karla", joven de Michoacán que debido a la violencia tuvo que dejarlo todo atrás. Ella está refugiada en un albergue de Tijuana, México, mientras espera una audiencia para solicitar asilo en Estados Unidos. Miguel Meza, oficial de proyectos de migración de CRS, asegura que muchas mujeres se ven obligadas a migrar de sus países de origen con sus hijos para evitar que las bandas criminales y las pandillas los recluten o los asesinen. (Foto: OSV News/Oscar Leiva, Silverlight para CRS)

"Karla", en una foto de archivo, es una joven de Michoacán que debido a la violencia tuvo que dejarlo todo atrás. Ella está refugiada en un albergue de Tijuana, México, mientras espera una audiencia para solicitar asilo en Estados Unidos. Miguel Meza, oficial de proyectos de migración de CRS, asegura que muchas mujeres se ven obligadas a migrar de sus países de origen con sus hijos para evitar que las bandas criminales y las pandillas los recluten o los asesinen. (Foto: OSV News/Oscar Leiva, Silverlight para CRS)

Últimamente, autoridades estadounidenses han estado promocionando las últimas estadísticas mostrando un número disminuyente de migrantes que ingresan al país por la frontera sur. En vez de aumentar, como algunos habían pronosticado tras el fin de una regla de salud de la era Trump, las entradas no autorizadas entre los puertos de entrada a lo largo de la frontera sur de los EE. UU. han bajado un 25 % con respecto a lo que eran hace un año, dijo la Patrulla Fronteriza de ese país. en un comunicado del 20 de junio.

Muchos noticieros habían advertido sobre un número sin precedentes de migrantes que cruzaban la frontera, una “crisis” que se acercaba tras el fin de la restricción de salud Título 42 el 11 de mayo, una regla implementada en 2020 al comienzo de la pandemia del coronavirus. Pero gran parte del tráfico peatonal en muchos puertos de entrada a lo largo de la frontera sur alrededor de esa fecha se debió a las compras para el Día de la Madre, y no por el ingreso de migrantes.

Sor María Elena de San José, de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, camina desde Ciudad Juárez, México hacia El Paso, Texas, a lo largo del Puente de las Américas el 13 de mayo de 2023. (Foto: GSR/ Rhina Guidos)

Sor María Elena de San José, de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, camina desde Ciudad Juárez, México hacia El Paso, Texas, a lo largo del Puente de las Américas el 13 de mayo de 2023. (Foto: GSR/ Rhina Guidos)

Después de que la crisis migratoria proyectada en el lado fronterizo de EE. UU. no se materializó, miembros de la Iglesia católica, incluso muchas hermanas, comenzaron a ver las cifras y otras situaciones para evaluar mejor cómo ayudar a los migrantes y hablar sobre lo que han aprendido y cómo seguir adelante después del Título 42.

Los números pueden haber disminuido en el lado estadounidense, pero en la ciudad fronteriza de Piedras Negras, México, “la cantidad de migrantes que han llegado y siguen llegando ha aumentado” después del Título 42, dijo la hermana franciscana sor Isabel Turcios en una presentación por Zoom el 22 de junio para conmemorar la Jornada Mundial del Refugiado.

“Estamos en una situación difícil en la frontera”, dijo durante la presentación y agregó: “Tenemos una gran tarea”.

Antes del Título 42, las hermanas del refugio de Piedras Negras armaron listas que compartieron con las autoridades del lado estadounidense, señalando a algunas familias que posiblemente podrían calificar para asilo, así como a adultos o niños con necesidades especiales en sus refugios. Muchos de ellos pudieron ingresar a los EE. UU., pero cuando se terminó el Título 42 y las autoridades impulsaron el uso de la aplicación CBP One para solicitar asilo  “cambió la realidad”, dijo Turcios.

“Es como una lotería”, añadió Patrick Giuliani, analista de políticas del Hope Border Institute, una organización sin fines de lucro en El Paso, quien participó en la presentación. “Hay gente que le sale la cita [para pedir asilo en los EE. UU.] en unos días y otros que nunca les sale cita. Hay muchos con niños enfermos esperando una oportunidad (de ingresar a los EE. UU.)”, explicó.

Monseñor Mark Seitz, obispo de la diócesis de El Paso, habla el 15 de mayo de 2023 con una de las Siervas del Sagrado Corazón, quien ayuda a migrantes en un refugio de la diócesis, tras un servicio de oración por los migrantes en la Catedral de San Patricio en El Paso. Religiosas, por su organización y liderazgo, han sido la columna vertebral de la respuesta de la diócesis, dijo Seitz, presidente del comité de migración de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU. (Foto: GSR por Rhina Guidos)

Monseñor Mark Seitz, obispo de la diócesis de El Paso, habla el 15 de mayo de 2023 con una de las Siervas del Sagrado Corazón, quien ayuda a migrantes en un refugio de la diócesis, tras un servicio de oración por los migrantes en la Catedral de San Patricio en El Paso. Religiosas, por su organización y liderazgo, han sido la columna vertebral de la respuesta de la diócesis, dijo Seitz, presidente del comité de migración de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU. (Foto: GSR por Rhina Guidos)

En El Paso, como en otras partes del país, las hermanas han seguido orando por los migrantes, por sus problemas legales, mientras se han levantado otro tipo de barreras para mantenerlos fuera, dijo Turcios. Mientras tanto, muchas hermanas continúan supervisando el trabajo de los refugios para que los viajeros tengan comida, ropa, agua, a veces una palabra de consuelo o consejo legal. Pero cada vez es más difícil ayudarlos a mantener el ánimo debido a los cambios rápidos y las dificultades que enfrentan las personas que no pueden avanzar desde el lado de México, agregó.

El trabajo de las hermanas en la frontera con los migrantes en la diócesis de El Paso ha sido invaluable, dijo el obispo Mark Seitz durante un servicio de oración el 15 de mayo en la Catedral de San Patricio de la ciudad.

“Siempre he dicho que el trabajo de las religiosas con los inmigrantes ha sido la columna vertebral de nuestra respuesta”, aseveró Seitz, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU., a Global Sisters Report. “Han estado bien sintonizadas con la necesidad, amorosas con los que sufren, y están dispuestas a darse a sí mismas con tanta generosidad que han sido insustituibles en términos de nuestra respuesta. Nuestra gente aquí es generosa y está dispuesta a ayudar, pero las hermanas aportan la capacidad de liderar y organizar. Estoy agradecido”, indicó. 

Sor María Elena de San José, de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, hace fila para cruzar a los Estados Unidos en el puerto de entrada del Puente de las Américas, desde Ciudad Juárez, México, hacia El Paso, Texas, el 13 de mayo de 2023. La hermana dijo que su orden contemplativa reza para que los gobiernos puedan asistir mejor a los migrantes. (Foto: GSR/ Rhina Guidos)

Sor María Elena de San José, de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, hace fila para cruzar a los Estados Unidos en el puerto de entrada del Puente de las Américas, desde Ciudad Juárez, México, hacia El Paso, Texas, el 13 de mayo de 2023. La hermana dijo que su orden contemplativa reza para que los gobiernos puedan asistir mejor a los migrantes. (Foto: GSR/ Rhina Guidos)

Los migrantes se encuentran cada vez más desesperados, dijo Turcios, mientras navegan un nuevo sistema, nuevas reglas que muchos a lo largo de la frontera aún no conocen.

Las hermanas dicen que su trabajo no se trata únicamente de la ayuda que ofrecen a los migrantes, sino también de lo que las hermanas reciben, las lecciones aprendidas de las personas a las que ayudan.

“Te dan nueva vida al dar y seguir caminando con ellos”, dijo a GSR en El Paso la hermana Joannes Klas, de las Hermanas Escolares de San Francisco, poco después de que expirara el Título 42.

Ella asistió al evento de oración con la Hna. Josefina López y la Hna. Arlene Woelfel, miembros de las Hermanas Escolares de San Francisco, quienes atienden a migrantes en ambos lados de la frontera sur, incluso en la vecina Ciudad Juárez, México, visible desde El Paso en la distancia. Las comunidades católicas de ambos lados a menudo hablan con cariño, unas de las otras, de su admiración al ver cómo cada una abre sus hogares y corazones, y muestra bondad al extranjero a medida que pasan por sus alrededores las diferentes olas de migrantes.

“Esas personas, a cientos de millas de aquí, no saben lo que se pierden”, dijo Seitz durante el servicio de oración, que luego se convirtió en una oportunidad para organizar a voluntarios para servir a los migrantes que acuden a la diócesis. “No conocen la alegría que se puede encontrar en nuestros albergues, y en nuestras calles cuando tenemos la oportunidad de encontrarnos con Cristo” en forma de forastero, añadió.

Religiosas de la congregación Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor acompañan a mujeres y niños migrantes en un taller para hacer jabón patrocinado por el consulado de El Salvador el 13 de mayo de 2023 en Casa Eudes, donde las religiosas atienden a los migrantes en Ciudad Juárez, México. (Foto: GSR, Rhina Guidos)

Religiosas de la congregación Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor acompañan a mujeres y niños migrantes en un taller para hacer jabón patrocinado por el consulado de El Salvador el 13 de mayo de 2023 en Casa Eudes, donde las religiosas atienden a los migrantes en Ciudad Juárez, México. (Foto: GSR, Rhina Guidos)

Es un sentimiento compartido por Klas, quien ha trabajado durante años con migrantes, incluido 9 años en un campo de refugiados en Guatemala. Su trabajo principal ahora, dijo, es uno que le permite pasar tiempo con ellos en un refugio.

“Camino y visito”, dijo y añadió: “Ves los regalos que aportan a la sociedad”.

Para los que están cerca de la frontera, es una oportunidad de vivir una vida “contracultural”, dijo Seitz, bromeando con algunos de los baby boomers en la catedral, preguntando durante su homilía si alguien más recordaba la década de los años 60. “¿Recuerdan todo ese movimiento de revolución contracultural y esos días de Acuario?”, dijo. 

La contracultura de hoy es una revolución del amor fraterno, expresó, de construir un mundo para ayudar a los hermanos y hermanas que migran a recuperar su dignidad.

“No dejes que esas cosas se pongan en el camino; el color de la piel de una persona, dónde naciste o no naciste, la religión, la cultura o el idioma de una persona”, dijo, alternando entre inglés y español. “No dejes que esas líneas nos dividan. No funcionan como fronteras de nuestro amor”, instó.

Mientras algunas hermanas en El Paso pasan tiempo con los migrantes presencialmente; otras, como la Hna. María Elena de San José, de las Hermanas de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento, las acompaña en oración. Los familiares, preocupados, a veces llaman a la comunidad contemplativa pidiendo oraciones y peticiones particulares relacionadas con la inmigración, a veces para que un miembro de la familia en proceso de cruzar la frontera salga sano y salvo. Pero la hermana Sacramentina también enfoca sus oraciones en el panorama general.

“Para que se iluminen los gobiernos, para que sepan cómo ayudarles”, le dijo a GSR poco después de cruzar el Puente de las Américas desde Ciudad Juárez, México, hacia El Paso, Texas, el 13 de mayo.

Es difícil ver cómo se desarrolla el drama, dijo, pero reza por el bienestar de los migrantes y por sabiduría para que, si se les ofrecen oportunidades para prosperar en otro país en el camino, reconsideren cruzar ilegalmente y escuchen la voz de Dios, dado el peligro físico y la posible pérdida de vidas que enfrentan al tratar de ingresar sin autorización a los Estados Unidos.

“Yo también pido por los migrantes, que sean dóciles… que confíen en nuestro Señor, de que si les ofrecen un trabajo en México, pues, por un tiempo [lo acepten]”, dijo. “Que si ellos vienen con esa ilusión, si Dios quiere, pues, les van a dar el pase… que ellos no dejen de luchar por sus sueños. Para eso vinieron”, manifestó.

La cálida recepción de El Paso a lo largo de los años, y hoy, es un ejemplo de que la narrativa negativa dominante sobre los inmigrantes en los EE. UU. puede ser reemplazada por el amor de Cristo, las enseñanzas que dejó, dijo Seitz. Las hermanas, en ese sentido, “dan un buen ejemplo” de cómo hacerlo, agregó, dirigiéndose a los que se reunieron en la catedral para ver qué podían hacer ellos también para ayudar, a través de oraciones y obras.

Monseñor Mark Seitz posa el 15 de mayo para una foto con la hermana Joannes Klas, a la derecha; la hermana Josefina López, de frente y a la izquierda; y la hermana Arlene Woelfel, al fondo a la izquierda, religiosas de la comunidad Hermanas Escolares de San Francisco, quienes atienden a los inmigrantes en su diócesis, así como al otro lado de la frontera en Ciudad Juárez, México. Las religiosas son la columna vertebral del trabajo de la diócesis con los inmigrantes, dijo Seitz. (Foto: GSR/ Rhina Guidos)

Monseñor Mark Seitz, de El Paso, Texas, posa el 15 de mayo para una foto con la hermana Joannes Klas, a la derecha; la hermana Josefina López, de frente y a la izquierda; y la hermana Arlene Woelfel, al fondo a la izquierda, religiosas de la comunidad Hermanas Escolares de San Francisco, quienes atienden a los inmigrantes en su diócesis, así como al otro lado de la frontera en Ciudad Juárez, México. Las religiosas son la columna vertebral del trabajo de la diócesis con los inmigrantes, dijo Seitz. (Foto: GSR/ Rhina Guidos)

“Como dijo Jesús, ‘no tengan miedo’. Estamos viviendo aquí mismo en lo que mucha gente ha llamado la zona cero del movimiento de inmigración y trabajamos con los que vienen todos los días. Hermanos y hermanas, no tengan miedo. Jesús nos ha mostrado cómo amarnos los unos a los otros. No tengan miedo de vivirlo, aunque este mundo nos rechace”, dijo Seitz.

“Si están dispuestos a amar así, entonces se están abriendo a un mundo completamente nuevo de posibilidades, la capacidad de darse a sí mismos, de descubrir el rostro de Cristo, en [la persona] que ven, y cuyas enseñanzas seguimos”, afirmó y agregó: “Hermanos y hermanas, me siento muy bendecido de estar aquí y de estar aquí y ahora, en este momento. ¡Qué amor debe tener Dios por mí, y por ti, para habernos dado esta oportunidad de vivir nuestra fe de una manera tan práctica y concreta: al servicio de nuestros hermanos y hermanas!”.