La entrañable bondad en lo más profundo de las cosas

Una historia sobre la belleza de los detalles

Flores Hna. Michelle Morek. (Foto: Unsplash)

La grandeza de Dios
El mundo está cargado de la grandeza de Dios.
Flamea de pronto, como relumbre de oropel sacudido.
Se congrega en magnitud, como el légamo de aceite... (Foto: Unsplash/Taisiia Shestopal)

Traducido por Helga Leija

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 Las Naciones Unidas celebran el Día Internacional de la Felicidad el 20 de marzo y el Día Mundial de la Poesía el 21 del mismo mes. Hace poco los celebré ambos por adelantado.  

Cansada de dedicarle tiempo a toda la negatividad alrededor de los asuntos políticos, bélicos e internacionales, un día en oración me propuse cultivar una actitud de gratitud.  

Flor rosada Michele Morek. (Foto: Pixabay)

Aplastado. ¿Por qué pues los hombres no acatan su vara?... (Foto: Pixabay)

Me encanta el poema La grandeza de Dios del poeta jesuita Gerard Manley Hopkins y suelo recitarlo para mis adentros. Aquel día, me impresionó este verso: “Allí vive la  entrañable frescura en lo más profundo de las cosas". Pensé que podría retomarlo para reflexionar: "Vive la entrañable bondad en lo más profundo de las cosas".

Empecé a enumerar las historias de bondad que he experimentado en la vida. La lista se hizo demasiado larga e inmanejable para compartirla, pero hay dos recuerdos que sirven para iluminar lo que quiero expresar (y que siempre me hacen llorar). 

Flor rosa Michele Morek. (Foto: Pixabay)

Generaciones han ido pisando, pisando, pisando... (Foto: Pixabay)

Yo era una niña monísima de unos 8 años; mi método para celebrar el cumpleaños de mi madre seguía siendo pedirle dinero a mamá para comprar cosas. Después de comprar una fea pero extravagante pieza de bisutería, una tarta y una tarjeta, aún me quedaban 25 centavos. ¡En un momento de inspiración decidí comprarle flores!  Me pareció algo muy de adultos.

Entré en la floristería y puse la moneda sobre el mostrador.  

“¿Cuántas flores puedo comprar con esto? Las quiero para el cumpleaños de mi mamá”, le expliqué en un tono que seguramente le derritió el corazón.  

Flores margarita Michele Morek. (Foto: Pixabay)

Y todo lo agosta el comercio; lo ofusca, lo ensucia el afán.
Y lleva la mancha del hombre y comparte del hombre el olor: el suelo... (Foto: Pixabay)

El florista me miró directamente a los ojos y me dijo: “Pequeña, estás de suerte. Hoy tenemos un especial, un ramo de Cumpleaños para Madres por exactamente 25 centavos”. Y me mostró el aspecto que tendría, un precioso ramo de flores de colores. “Ahora bien, ¿quieres que se las llevemos a su casa?”.  

Pensé que aquello sería realmente impresionante. No titubeó cuando le dije que su cumpleaños era el próximo domingo, y me prometió que llegarían a tiempo para el desayuno.  

No sé cuánto pensó mi madre que me había gastado en esas flores, ¡pero la expresión de su rostro  bien valió la pena! Recuerdo a menudo a ese florista. ¡Que Dios le bendiga! 

"Creo que hay muchas personas en cuyo interior vive la bondad más entrañable. Lo sé porque las he conocido": Hna. Michele Morek #GSRenespañol #HermanasCatólicas #VidaReligiosa

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Flor azul Michele Morek. (Foto: Pixabay)

Se halla desnudo, ni el pie, calzado, puede ya sentir.
Y con todo esto, natura nunca se agota... (Foto: Pixabay)

Unos años más tarde, cuando era una adolescente desgarbada y atolondrada, inscribí a mi perro mestizo en una exposición canina del barrio, en el centro comercial Mesa. Frisky estaba totalmente desentrenada (al igual que yo).

Una de las muchas órdenes que desconocía era “junto”, así que mientras dábamos vueltas con los demás concursantes, se abalanzó bruscamente contra su collar, jadeando y resollando, con las patas bombeando salvajemente y las garras raspando sonoramente el asfalto.  

No hace falta decir que fuimos eliminados en la primera ronda. Me quedé con la boca abierta. ¡Era tan linda! Y no había ningún otro perro como ella. Nos quedamos a un lado, viendo cómo los ganadores recibían sus listones. Yo tenía a Frisky sobre una cadera, ella de orejas caídas y ojos de spaniel, y yo completando lo que debió haber parecido una pintura de desaliento. 

Flores lirio Michele Morek. (Foto: Pixabay)

Vive en lo profundo de las cosas la frescura más amada.
Y aunque las últimas luces del negro occidente partieron... (Foto: Pixabay)

Un anciano salió de un almacén cercano con una bolsa de papel marrón en la mano y se puso a conversar conmigo. “Cariño, que perro tan bonito. ¿Qué tipo de cinta ha ganado?”.  

Se mostró sorprendido e indignado cuando le confesé que no había ganado ninguna. 

“Tiene que haber un error”, exclamó fuertemente. “Verás, yo soy uno de los jueces, y yo digo que ese perro se merece un premio”.  

Rebuscó dentro de la bolsa de papel marrón. “Bueno, siento decirte que me he quedado sin cintas, pero me queda un premio”. Y felicitó efusivamente a Frisky mientras me entregaba una caja de terciopelo azul. Dentro había un collar de perlas cultivadas, justo del tamaño de una adolescente.  

Flor de Loto Michele Morek. (Foto: Pixabay)

Oh, la mañana, en el pardo borde oriental, mana... (Foto: Pixabay)

Mis pies no tocaron el suelo mientras recorría volando las largas manzanas que me separaban de casa. Debería haberme sentido insultada por lo sorprendida que se quedó mi madre cuando le anuncié que Frisky había ganado un premio y por como sonrió al ver las perlas (probablemente pensando que la nieta de alguien no iba a recibir sus perlas ese día). A menudo me acuerdo de ese falso juez. ¡Que Dios le bendiga! 

Creo que hay muchas personas en cuyo interior vive la bondad más entrañable. Lo sé porque las he conocido. 

Flor rosada Michele Morek. (Foto: Pixabay)

Pues el Espíritu Santo sobre el corvado mundo cavila con cálido pecho y con ¡ah! vívidas alas. (Foto: Pixabay)

Nota del editor 1: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 18 de febrero de 2019. Desde mucho antes, la hermana Michele Morek testifica con su vida la belleza de la bondad humana: de su corazón brotan hechos y palabras tan hermosas como las flores de la primavera. 

Nota del editor 2: ¿Tienes historias de bondad que te gustaría compartir? Considera la posibilidad de escribir una reflexión personal para Global Sisters Report. Envíelas a la hermana  Helga Leija: hleija@ncronline.org