La hermana agustina Ediltrudis Clemente Chinchay trabaja con mujeres agricultoras en proyectos de métodos agrícolas sostenibles en Nampula, Mozambique. Ella y la hermana agustina Aurora Jacinto dirigen el Programa de Biodiversidad y Agricultura, fundado en 2022 para apoyar y educar a las mujeres agricultoras. (Foto: Tawanda Karombo)
Las hermanas agustinas Aurora Jacinto y Ediltrudis Clemente Chinchay, ambas de Perú, tienen la misión de inspirar esperanza y mejorar los medios de vida en medio de los desastres climáticos y el terrorismo en la provincia de Nampula, en Mozambique.
Nampula, Cabo Delgado y otras provincias del norte de este país africano han sufrido una crisis humanitaria debido a los desastres naturales y a la insurgencia armada.
En el país se producen al menos cinco ciclones al año, y Nampula es una de las zonas más afectadas. Los ciclones relacionados con el cambio climático han provocado inseguridad alimentaria, desplazamientos y la pérdida de vidas y medios de subsistencia, lo que sitúa a Mozambique entre los países más afectados de África.
Jacinto y Chinchay, de las Hermanas Agustinas Hijas del Santísimo Salvador, lo han visto y soportado todo en Nampula. La insurgencia islamista se agravó unos meses después de la visita del papa Francisco a Mozambique en 2019, tras la firma de un acuerdo entre el partido gobernante y la oposición para poner fin a décadas de conflicto.
El Programa de Biodiversidad y Agricultura se fundó en Nampula en 2022 para apoyar y educar a las mujeres agricultoras. (Foto: Tawanda Karombo)
El ISIS-Mozambique (ISIS-M) fue responsable de los ataques perpetrados en el norte de Mozambique en 2023, según un informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos de 2024. En agosto de 2023, al menos 670 000 personas se habían visto desplazadas por la violencia y la inseguridad, según el informe.
A pesar de la violencia en la región, las hermanas agustinas dan un suspiro de alivio cuando pasa la temporada de ciclones. Ellas se preparan para lo peor cuando llega la temporada de lluvias, ya que trae consigo conflictos y destrucción.
Jacinto y Chinchay, que llegaron a la misión de Santa Netia en Nampula en 2003 y 2022, respectivamente, quedaron profundamente impresionadas por la extrema pobreza de las comunidades. Las dificultades a las que se enfrentaban las mujeres se veían agravadas por los escasos rendimientos de sus actividades agrícolas, lo que dejaba a muchas de ellas en una situación vulnerable.
"Vivimos en la frontera con Cabo Delgado y creo que esta provincia, al igual que Nampula, necesita urgentemente ayuda, no solo por el hambre, sino también por el terrorismo que impera desde 2017", declaró Jacinto a Global Sisters Report.
La religiosa culpó a "la pobreza extrema y el abandono por parte de las autoridades" de alimentar el caldo de cultivo del "terrible mal del terrorismo", que está causando "la muerte y el desplazamiento de miles" de familias inocentes.
Agricultura respetuosa con la biodiversidad a cargo de mujeres
La oposición pública al partido gobernante Frelimo en Mozambique desencadenó protestas postelectorales que se tornaron mortales a partir del año pasado y hasta principios de 2025. Esto ocurrió después de que Daniel Chapo, candidato del de este partido, fuera declarado ganador de las elecciones por delante del líder de la oposición, Venancio Mondlane, quien contaba con el respaldo de la población joven, en dificultades económicas. Ambos están negociando ahora una vía para poner fin a la violencia que se ha apoderado de Mozambique desde las elecciones del 9 de octubre.
En este contexto, Jacinto y Chinchay dirigen el Programa de Biodiversidad y Agricultura, fundado en Nampula en 2022.
Este programa ayuda a las agricultoras a comprar equipos y semillas, y les presta asistencia para diversificar los cultivos y enriquecer el suelo. El programa también enseña a las agricultoras modelos de agricultura comunitaria y la plantación o regeneración de árboles o arbustos leñosos de rápido crecimiento que fijan nitrógeno y producen biomasa de alta calidad.
Además de servir como árboles fertilizantes, las variedades fijadoras de nitrógeno que se cultivan en Nampula ayudan a prevenir la erosión de los fertilizantes, la degradación del suelo y la desertificación asociada.
La hermana agustina Aurora Jacinto posa con unos niños frente a un aula construida con botellas de plástico. Las hermanas animan a la comunidad a recoger botellas de plástico para utilizarlas como material de construcción de aulas que resistan fenómenos meteorológicos extremos, como los ciclones. (Foto: Tawanda Karombo)
"Este programa está dirigido a las mujeres de las comunidades rurales", explica Jacinto. Las hermanas ayudan a cultivar huertos familiares de tomates, cebollas, pimientos y coles, y a plantar árboles frutales, plantas autóctonas y semillas autóctonas.
Jacinto explica que el programa contó inicialmente con 45 mujeres divididas en grupos. Ahora, 470 mujeres y 24 grupos han recibido formación y más comunidades están solicitando participar.
La religiosa añade que siempre hay interrupciones en el programa, especialmente durante la temporada de ciclones, cuando los vientos son tan fuertes que destruyen las plantaciones de frutas y los cultivos destinados al consumo, como el maíz y los frijoles. Las tierras bajas se inundan y los ríos se desbordan, lo que también supone un reto.
"Concienciar sobre la importancia de la protección del medio ambiente es un gran reto", afirma y agrega: "El impacto del cambio climático es enorme, pero ¿cómo lo superamos? Con fe y esperanza, luchamos día a día junto con las familias".
Una botella de plástico a la vez
Jacinto y Chinchay animan a los miembros de la comunidad a recoger botellas de plástico para utilizarlas en la construcción de aulas. Las hermanas han observado que el plástico es muy resistente a las condiciones meteorológicas extremas y que las aulas construidas con este material soportan los impactos de los ciclones.
"A la comunidad ahora le gusta mucho y cada vez se da más cuenta de que es un buen material de construcción", afirma Chinchay.
No obstante, a Chinchay y Jacinto les preocupa que los desastres provocados por el cambio climático sigan afectando a la región.
Las religiosas tienen previsto seguir plantando árboles y sensibilizando a la población sobre los riesgos de la quema incontrolada y la importancia de los recursos reciclables.
Un compromiso a largo plazo con Nampula
Chinchay afirma que los retos a los que se enfrentan las hermanas para llevar a cabo el programa de biodiversidad y medio ambiente en Mozambique están empeorando debido a la reducción de los fondos destinados a programas de ayuda y desarrollo.
Las hermanas agustinas orientan a las agricultoras de Nampula, Mozambique, en una sesión de formación sobre métodos de agricultura sostenible. (Foto: Tawanda Karombo)
Las hermanas agustinas orientan a las agricultoras de Nampula, Mozambique, en una sesión de formación sobre métodos de agricultura sostenible. (Foto: Tawanda Karombo)
Los países africanos afectados por el cambio climático, como Mozambique, suelen depender de la ayuda de organizaciones benéficas internacionales y católicas.
Con el recorte de la financiación de la Usaid por parte del presidente Donald Trump, muchas agencias de ayuda y desarrollo también se ven obligadas a recortar sus programas.
"Creo que no todos somos conscientes aún del enorme reto al que nos enfrentamos y del sufrimiento extremo de tanta gente", afirma Chinchay. "No ha sido fácil encontrar los medios financieros para hacer frente a este reto. En los últimos años, hemos observado que esta actitud está adoptando una forma diferente, un espíritu ligeramente más solidario", añade.
Los directivos de organizaciones benéficas católicas, como el grupo de ayuda irlandés Misean Cara, han señalado la preocupación generalizada por la financiación provocada por el recorte de la ayuda estadounidense.
Misean Cara eligió a las hermanas agustinas de Mozambique por su compromiso con las mujeres agricultoras del norte del país, que sufre los efectos del cambio climático y los ataques terroristas, según explicó el director ejecutivo John Moffett.
"En Mozambique, las hermanas agustinas identificaron la necesidad de trabajar, en particular con las mujeres agricultoras que habían sido marginadas económicamente, donde había altos niveles de malnutrición y donde existía la mayor dependencia de la agricultura, tanto para la alimentación como para los ingresos", afirmó.
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Moffett dijo que Misean Cara se sintió conmovida por la oportunidad de ayudar a "mejorar sus cultivos a la luz del cambio climático y los efectos sobre la calidad del suelo —que ha ido disminuyendo con el tiempo—, y por la introducción de "nuevas habilidades y técnicas agrícolas".
El director de Misean Cara dijo que le gusta trabajar con congregaciones misioneras que suelen permanecer en los lugares durante mucho tiempo. "Las hermanas seguirán allí y continuarán interactuando con las comunidades e identificando los próximos pasos que hay que dar o el tipo de intervenciones que se necesitan", afirmó.
A pesar de ello, la inestabilidad en Mozambique fue una preocupación constante para Misean Cara a la hora de considerar la financiación del proyecto, según Moffett.
"Las hermanas nos tranquilizaron con su compromiso de permanecer en la zona del proyecto y seguir trabajando con la comunidad", dijo Moffett y agregó: "Así que asumimos el riesgo con las hermanas gracias a su compromiso a largo plazo de trabajar con esa comunidad y apoyarlas [en] la mejora de la productividad agrícola de las mujeres que viven en esa zona".
Nota: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 12 de junio de 2025.
