![El gran banquete, óleo sobre tabla de El monogramista de Brunswick [artista anónimo], alrededor de 1525. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público) El gran banquete, óleo sobre tabla de El monogramista de Brunswick [artista anónimo], alrededor de 1525. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)](/files/2025-08/Brunswick_Monogrammist_Great_Banquet.jpg)
El gran banquete, óleo sobre tabla de El monogramista de Brunswick [artista anónimo], alrededor de 1525. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)
Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.

«En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: “Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que los convidó a ti y al otro, y te diga: ‘Cédele el puesto a este’. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que cuando venga el que te convidó, te diga: ‘Amigo, sube más arriba’. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido”. Y dijo al que lo había invitado: “Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos» (Lucas 14, 1.7-14).
El Evangelio de hoy hace referencia a las comidas en tiempos de Jesús, comidas que solo se compartían con quienes tenían el mismo estatus y, a nivel religioso, con los que cumplían la ley. Por eso, los fariseos critican a Jesús, ya que él se sienta a comer con pecadores y publicanos. Es decir, Jesús rompe lo establecido y realiza un signo que incomoda a las instituciones religiosas de su tiempo.
"En el Reino de Dios el honor no viene dado por las seguridades propias sino por el valor que Dios les da a todas las personas, comenzando por los últimos": teóloga Consuelo Vélez
En esta ocasión un fariseo invita a Jesús a comer a su casa y otros estaban allí viendo su reacción, precisamente por lo que hemos dicho antes. Pero Jesús aprovecha la circunstancia para explicarles, en cierto sentido, su manera de actuar. En primer lugar, se refiere a los puestos de honor. Recordemos que el valor del honor era muy importante en ese tiempo y cualquier acto que hiciera un miembro de la familia, manchaba el honor de toda la familia.
Jesús les invita a no sentirse seguros de sí mismos —los fariseos así se consideraban porque cumplían la ley— y esto implicaría llegar con más humildad a los banquetes a los que son invitados. Pero la enseñanza de Jesús va más allá: en el Reino de Dios que él anuncia, el honor no viene dado por las seguridades propias sino por el valor que Dios les da a todas las personas, comenzando por los últimos. Jesús les está diciendo que aquellos que la sociedad cree últimos, ante los ojos de Dios son primeros.
En segundo lugar, habla de la gratuidad de esta manera de actuar de Dios. Estos últimos son primeros, no porque tengan méritos por sí mismos, sino por la gratuidad de Dios. De ahí que le diga al fariseo que invite a aquellos que no pueden pagarle porque solo, de esa manera, está actuando como Dios querría que actuara.
Definitivamente, Jesús no solo incomoda y desinstala a los fariseos con sus comidas con los pecadores y publicanos, sino con sus palabras que explican sus acciones. Ayer, como hoy, es urgente comprender la buena noticia del Reino para vivir la fidelidad en el seguimiento y no ser, tal vez, como los fariseos que, bajo capa de cumplimiento de la ley, no hemos entendido verdaderamente a Jesús y su mensaje.
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