
La Procesión al Calvario, óleo sobre madera de Pieter Bruegel el Viejo, 1564. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)
Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.

«En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: “Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: ‘Este hombre empezó a construir y no pudo acabar’. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío”» (Lc 14, 25-33).
La vocación cristiana muchas veces se siente difícil, y más cuando se toman las palabras del Evangelio de forma literal, sin hacer una interpretación correcta. Es el caso del Evangelio de hoy, que ha llevado a algunos a pensar que se debe olvidar a la familia en aras del seguimiento.
Por supuesto que la llamada de Jesús pide cambios a nivel familiar, porque la comunidad cristiana no se constituye por lazos de sangre sino por la participación en la mesa del Reino. Sin embargo, estos tiempos nos han permitido comprender que el amor a la familia no es un obstáculo sino un primer campo de misión para todo el que quiere seguir a Jesús.
"La vocación cristiana es para todos y exige la disponibilidad total al seguimiento; una disponibilidad que surge por haber comprendido el mensaje de Jesús y poner todo a su servicio": teóloga Consuelo Vélez
Además, el cargar con la cruz, como dice el texto, a veces se entiende como querer el sacrificio, incluso buscar el dolor, pensando que así se agrada a Dios. Hoy también la visión es distinta, porque sabemos que la cruz no es querida por Dios y él no pide nuestros sacrificios. Dios no mandó a su Hijo a sufrir en la cruz; esta fue consecuencia de su fidelidad. Por esta razón, así ha de ser el sentido de nuestras cruces.
Necesitamos poner el acento no tanto en las renuncias como en los propósitos. La invitación de Jesús es a descubrir la absolutez del Reino frente a todo lo demás; es decir, lo innegociable del amor hacia todos los seres humanos por encima de cualquier regla, norma u obligación que de alguna manera los oprima o no les deje vivir la plenitud de su dignidad humana. Frente a esa propuesta, todo lo demás se torna relativo y es cuestión de saber discernir, en cada momento, cómo mantener la escala de valores querida por Dios para nuestro mundo a todos los niveles.
De ahí que los ejemplos de Jesús, tanto del hombre que quiere construir una torre o el rey que quiere emprender una guerra, podrían referirse a preguntarnos si hemos entendido la profundidad del Evangelio.
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Jesús no nos llama a vivir‘de cualquier manera’, sino a seguirle por su mismo camino, a amar con su mismo amor. Lamentablemente, nuestra vida cristiana deja mucho que desear. Por ejemplo, cristianos que apoyan la guerra o que desprecian a los pobres y producen —con sus actos, sus empresas, sus puntos de vista, etc.— la injusticia social que vivimos.
Muchos de estos cristianos tienen una vida sacramental activa, pero esta no se conecta con la transformación de la realidad. Por eso mismo, la última frase del Evangelio de hoy —muy propia de Lucas— sobre la referencia a los bienes, revela mucho del llamado ‘dios dinero’, con todo lo que conlleva: poder, exclusión, injusticia social, desigualdades, actitudes que nada tienen que ver con el Evangelio.
La vocación cristiana es para todos y exige la disponibilidad total al seguimiento; una disponibilidad que surge por haber comprendido el mensaje de Jesús y poner todo a su servicio. Ojalá, este Evangelio nos ayude a estructurar nuestra vida desde los valores del Reino. Desde ahí, muy seguramente, podremos llegar hasta el final porque el corazón estará lo suficientemente centrado en lo esencial y no se perderá en lo accesorio.