
La Exaltación de la Cruz, óleo sobre lienzo de de JUan de Valdés Leal, entre 1684 y 1685. (Foto: Wikimedia Commons/obra de dominio público)
Nota de la editora: Global Sisters Report en español presenta Al partir el pan, una serie de reflexiones dominicales que nos adentran al camino de Emaús.

«En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él"» (Jn 3, 13-17).
La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz que celebramos este domingo señala lo central del misterio de nuestra fe: por la cruz hemos sido salvados. Pero es necesario actualizar esta afirmación o complementarla con todo lo que supone nuestra salvación.
Por una parte, se hace necesario entender bien el sentido de la cruz. Dios no quiso la muerte de su Hijo, tampoco permitió la muerte de su Hijo. Fue la existencia histórica de Jesús la que trajo como consecuencia su asesinato con el peor castigo que se podía infligir en aquella época: la muerte en cruz.
"La cruz no tiene sentido sin la resurrección. La vida histórica de Jesús no terminó con su muerte, sino con su resurrección. Solo entonces podemos hablar del misterio de salvación de nuestra fe": teóloga Consuelo Vélez
Jesús anunció el Reino de Dios y cuestionó a las instituciones políticas y religiosas de su tiempo, y eso se paga, ayer y hoy, muchas veces con la vida. Los poderosos no quieren ser cuestionados. Los privilegiados no quieren que nada cambie. Y cuando se levanta una voz profética, la suerte es la del profeta: eliminarlo, cegando su vida.
Esto le pasó a Jesús en su vida histórica. Posteriormente, la comunidad cristiana comienza a explicar el significado de la cruz: "Por la cruz hemos sido salvados". Por todo esto es necesario recuperar el contenido histórico de la cruz de Jesús, previo a la afirmación de fe, para no desvirtuar la cruz de Cristo.
Por otra parte, la cruz no tiene sentido sin la resurrección. Porque la vida histórica de Jesús no terminó con su muerte, sino con su resurrección. Solo entonces podemos hablar del misterio de salvación de nuestra fe: la muerte y resurrección de Jesús.
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El texto del Evangelio de Juan que hoy meditamos es un texto profundamente teológico en el que se compara la cruz de Cristo con la serpiente levantada por Moisés en el desierto, y se proclama el sentido de esa historia de salvación que comenzó con el pueblo de Israel y llegó a la plenitud con la salvación que nos trajo Cristo.
La vida eterna prometida por Dios se ha hecho posible por la muerte y resurrección de Cristo. Si él no hubiera resucitado, vana es nuestra fe, como lo afirma Pablo en su carta a los Corintios (1 Cor 15, 14). Por tanto, celebremos hoy la exaltación de la cruz, recuperando su sentido y proclamando la vida eterna que Dios nos regala, por medio de su Hijo, fruto del amor infinito que Él tiene por cada uno de sus hijos e hijas.