Las obras de caridad y oración ayudan a las mujeres vietnamitas con trauma posaborto

Dos miembros de Thap Sang Hy Vong limpian las tumbas de fetos abortados el 28 de diciembre de 2021, fiesta de los Santos Inocentes, en el cementerio de Ngoc Ho, en la provincia de Thua Thien Hue, Vietnam. (Foto: Joachim Pham)

Dos miembros de Thap Sang Hy Vong limpian las tumbas de fetos abortados el 28 de diciembre de 2021, fiesta de los Santos Inocentes, en el cementerio de Ngoc Ho, en la provincia de Thua Thien Hue, Vietnam. (Foto: Joachim Pham)

Joachim Pham

Correspondent

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Traducido por Purificación Rodríguez Campaña

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Hoa cayó en una depresión y se planteó el suicidio después de abortar en 2014. [Ha pedido que no se utilice su nombre real debido a los prejuicios con los que tienen que lidiar las mujeres que abortan].

A finales de 2016, una moto atropelló a Hoa cuando cruzaba una calle de Hue, en el centro de Vietnam, para ir a buscar medicamentos con la intención de suicidarse. Mientras recibía el tratamiento para sus heridas en un hospital local, una voluntaria de Thap Sang Hy Vong (Creando Esperanza), un grupo fundado por las Hijas de Nuestra Señora de la Visitación para ayudar a las mujeres que sufren un trauma posaborto, la visitaba regularmente, la consolaba y le ofrecía chao, una especie de comida para pacientes.

La madre de Hoa le habló a la voluntaria de la depresión de su hija y de su triste historia. La voluntaria compartió con Hoa su propia experiencia de haber abortado después de que su novio la dejara y cómo superó el trauma y el dolor posteriores al aborto.

Tres hermanas Hijas de Nuestra Señora de la Visitación acuden al hospital de Hue (Vietnam) para acompañar a dos madres y sus bebés el 27 de diciembre de 2021. (Foto: Joachim Pham)

Tres hermanas Hijas de Nuestra Señora de la Visitación acuden al hospital de Hue (Vietnam) para acompañar a dos madres y sus bebés el 27 de diciembre de 2021. (Foto: Joachim Pham)

“No podía evitar gritar de agonía liberando todas mis emociones reprimidas mientras ella se sentaba a mi lado y me consolaba”, comentó Hoa, que ahora tiene más de 30 años.

Hoa contó que ella y la voluntaria se hicieron mejores amigas y que decidió unirse a Thap Sang Hy Vong dos años después. Las Hijas de Nuestra Señora de la Visitación le ofrecieron cinco millones de dongs (220 dólares) para iniciar su negocio ambulante de venta de fruta y zumos en la capital de la provincia de Thua Thien Hue, lo que le permite seguir ayudando a su madre.

Los miembros de Thap Sang Hy Vong se reúnen cada tres meses para rezar; aprender conocimientos prácticos sobre atención sanitaria, desarrollo de relaciones, cuestiones psicológicas y vida familiar; y planificar obras de caridad y visitas a mujeres embarazadas para animarlas a no abortar. También hacen donaciones para que Thap Sang Hy Vong pueda ayudar a las personas necesitadas y ofrecer comidas gratuitas a los pacientes de los hospitales locales y alimentos a las familias pobres.

Miembros de Thap Sang Hy Vong analizan la violencia doméstica contra las mujeres en una reunión celebrada en octubre de 2021. (Foto: Joachim Pham)

Miembros de Thap Sang Hy Vong analizan la violencia doméstica contra las mujeres en una reunión celebrada en octubre de 2021. (Foto: Joachim Pham)

“Desde que participo en las actividades del grupo, me he desahogado y animado”, afirmó Hoa y agregó: “Agradezco mucho toda la ayuda que me han brindado las religiosas y los miembros del grupo”.

La hermana Mary Bui Thi Vinh, fundadora de Thap Sang Hy Vong, comentó que ella y otras cuatro hermanas visitaron en 2015 el cementerio de fetos abortados de Ngoc Ho, en el distrito de Huong Tra, e invitaron a tres mujeres budistas visitantes a unirse a sus oraciones por los niños no nacidos. Las mujeres, cuyos hijos no nacidos están enterrados en el cementerio, se acercaron a las hermanas y les pidieron apoyo emocional.

Vinh, directora del convento de Thien Xuan en el distrito de Phu Vang, fundó el grupo al  año siguiente para que las mujeres que habían abortado pudieran reconciliarse con sus hijos no nacidos, experimentar la misericordia divina y construir una civilización basada en el amor y la cultura de la vida.

El grupo ha pasado de contar con 5 mujeres, a tener 34. Tres hermanas acompañan a las mujeres que abortaron o se lo plantearon después de quedarse embarazadas y de que sus novios las dejaran. La hermana aseguró que esas mujeres suelen padecer depresión, baja autoestima y tener pesadillas en las que sus hijos no nacidos las matan para vengarse.

La Hna. Mary Bui Thi Vinh, de las Hijas de Nuestra Señora de la Visitación, posa con una mujer en silla de ruedas el 30 de octubre de 2021 en Hue, Vietnam. (Foto: Joachim Pham)

La Hna. Mary Bui Thi Vinh, de las Hijas de Nuestra Señora de la Visitación, posa con una mujer en silla de ruedas el 30 de octubre de 2021 en Hue, Vietnam. (Foto: Joachim Pham)

Vinh explicó que las hermanas ofrecen a las mujeres atención sanitaria, formación profesional, bicicletas y dinero para emprender negocios, becas para sus hijos y ayuda para cubrir parte de sus gastos médicos si enferman. También las visitan cuando sus familiares celebran bodas y funerales y las invitan a asistir a ceremonias religiosas.

Las mujeres realizan peregrinaciones anuales a lugares religiosos y visitan los cementerios locales de fetos abortados dos veces al año: en la fiesta de los Santos Inocentes cada diciembre y el segundo día del Año Nuevo lunar en febrero, que está destinado a los antepasados, y que es cuando limpian las tumbas de los niños no nacidos.

Vinh aseguró que ayudar a las personas necesitadas es una forma eficaz de que las mujeres se integren en la comunidad y se recuperen tras sus abortos.

Hoa indicó que los miembros del grupo donan hasta 50 mil dongs (2.20 dólares) cada uno al mes como parte de su labor caritativa; también reciben dinero de donantes locales que quieren ayudar a las personas que viven en la pobreza.

Miembros de Thap Sang Hy Vong entregan regalos por el Tet (festival del Año Nuevo lunar), como dinero y arroz, a una anciana el 18 de enero en el distrito de Huong Tra, en la provincia de Thua Thien Hue, Vietnam. (Foto: Joachim Pham)

Miembros de Thap Sang Hy Vong entregan regalos por el Tet (festival del Año Nuevo lunar), como dinero y arroz, a una anciana el 18 de enero en el distrito de Huong Tra, en la provincia de Thua Thien Hue, Vietnam. (Foto: Joachim Pham)

En lo que va de año, las mujeres han ayudado a 35 familias necesitadas regalándoles arroz y li xi (dinero de la suerte), empezando en enero para que las familias pudieran celebrar el Tet, el festival del Año Nuevo lunar, que se celebra del 1 al 4 de febrero.

Estas familias venden alimentos en las calles y mercados tradicionales o trabajan como vendedores de billetes de lotería y conductores de mototaxi. Se han visto muy afectados por el cierre de los locales para contener la COVID-19.

Nguyen Thi Hoat, de 78 años, vive sola en una choza de bambú de doce metros cuadrados en el distrito de Huong Tra. Esta budista, que sale adelante gracias a una ayuda mensual del Gobierno y a la comida de sus vecinos, contó que sus dos hijos no la han visitado en los últimos tres años porque no tienen dinero para viajar hasta allí desde las provincias del sur.

Hoat relató que tres mujeres de Thap Sang Hy Vong le ofrecieron 10 kilos de arroz y 200 mil dong (8.77 dólares) para que pudiera celebrar el Tet.

Un grupo de personas compra artículos de decoración para el Tet en una calle de Nha Trang, provincia de Khanh Hoa, el 29 de enero. (Foto: Joachim Pham)

Un grupo de personas compra artículos de decoración para el Tet en una calle de Nha Trang, provincia de Khanh Hoa, el 29 de enero. (Foto: Joachim Pham)

“Este año estoy danzando de alegría porque las mujeres me visitaron y me dieron regalos por el Tet”, señaló y añadió que pocas personas han venido a visitarla en los últimos años a causa de la pandemia.

Hoat comentó que el grupo también tiene previsto regalar cuadernos, bolígrafos y otros materiales escolares a los alumnos de familias pobres.

“Hacer obras de caridad es una forma eficaz de reparar nuestro dolor y nuestro acto de haber abortado”, afirmó.

Un nuevo testimonio

Antes de que Lan se uniera a Thap Sang Hy Vong en 2018, había pasado tres años en la cárcel por tráfico de drogas, había abortado dos veces y había abandonado a un hijo cerca de una línea de ferrocarril. Su madrastra la había maltratado y sus novios la habían dejado embarazada y sola.

“Si no hubiera participado en las actividades del grupo, mis traumas emocionales [como el odio, el resentimiento contra el propio destino y el aburrimiento] seguirían profundamente arraigados en mí y podrían convertirme en una mujer malvada que busca vengarse de los que la ofendieron”, explicó Lan, que pidió que no se utilizara su nombre real debido a los prejuicios con los que tienen que lidiar las mujeres locales que abortan.

Thap Sang Hy Vong le entregó a Lan una bicicleta y dinero para intercambiar artículos usados para ganarse la vida. Ella, enferma de sida, trata de cuidar su salud para poder unirse a otras personas en el servicio a los afectados por la COVID-19 y las catástrofes naturales. “[Lo hago] para enmendar mis pecados”, sostuvo.

Hoa, con quien inició este relato, asegura que cada día se llena de alegría en las actividades benéficas y en los encuentros casuales con los demás, y que escribe sobre todo ello en su diario.

“Me gustaría apadrinar a un grupo de niños sin hogar en el futuro, ya que sin duda necesitan atención domiciliaria”, comentó y añadió: "Eso es lo que puedo hacer por mis propios hijos”.

Nota del editor: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 24 de febrer de 2022.