Tras participar en eventos con los últimos tres pontífices, la hermana María Elena Méndez Ochoa, de las Misioneras Guadalupanas del Espíritu Santo, tuvo este año la gracia de estrechar la mano del papa Francisco y departir con él, en una experiencia que califica de invaluable. En su columna para GSR, la religiosa comparte con emoción los detalles del viaje a Roma gracias a la Iniciativa de Hermanas Latinoamericanas y la Universidad Saint Mary, en Minnesota, la alegría de la audiencia privada con Francisco y el impacto de sus palabras y cercanía. "Estar en Roma, saludar al papa personalmente y encontrarme con la fe de Pedro, Pablo y los mártires cristianos fue una experiencia que transformó mi vida para siempre", expresa.