
Una niña cargando agua pasa junto a las fuerzas de la milicia que luchan contra los rebeldes del M23 en Sake, República Democrática del Congo, el 31 de agosto de 2024. (Foto: AP/Moses Sawasawa)
Nota de la editora: Esta historia forma parte de Salir de las sombras: luz contra la violencia de género, la serie de Global Sisters Report y Global Sisters Report en español que se enfoca en cómo las hermanas católicas responden a este fenómeno mundial o se ven afectadas por él.

Josephine Mbiya, con una falda verde y una blusa negra, emergió empapada después de cruzar el río Rusizi hacia Cibitoke, una ciudad en el noroeste de Burundi. Soltó un suspiro de alivio, tras haber escapado con éxito de la amenaza de violación y otras formas de violencia sexual por parte de rebeldes y soldados en la República Democrática del Congo.
"No quieren ver a nadie con falda. Están violando a todo el mundo: niños, niñas, mujeres y ancianas", se lamentaba una mujer de 32 años, madre de un niño, de Bukavu, la capital de la provincia de Kivu del Sur, en el este del Congo.
Mbiya decidió arriesgar su vida cruzando a nado un río embravecido repleto de hipopótamos y cocodrilos, en lugar de quedarse en casa y enfrentarse a la amenaza de ser violada por rebeldes o soldados. Su hijo de 11 años se ahogó mientras intentaba cruzar a nado el río para llegar a Burundi y escapar del reclutamiento por parte de los rebeldes.
"Hay rebeldes y soldados por todas partes, buscando mujeres a las que violar", dijo e hizo hincapié en el grave impacto de la guerra entre el ejército congoleño y el Movimiento 23 de Marzo, también conocido como M23. La guerra se intensificó a finales de enero.
La fascinante huida de Mbiya y la muerte de su hijo ilustran una de las grandes tragedias que se están desarrollando en el mundo actual y que se pasan por alto. Miles de personas han muerto y cientos de miles han huido en medio de lo que las Naciones Unidas han descrito como una campaña de "graves violaciones del derecho internacional que implican ataques contra mujeres y niños en situaciones de conflicto armado en la República Democrática del Congo, incluyendo asesinatos y mutilaciones, violencia sexual, secuestros y desplazamientos forzosos".
Para documentar la diáspora que está teniendo lugar y los horrores de la guerra que dura ya una década, Global Sisters Report, un proyecto de National Catholic Reporter, viajó a África Central y entrevistó a las víctimas y sus familias, así como a las hermanas católicas que trabajan para cuidar de las personas atrapadas en la guerra

Una hermana visita a personas desplazadas, entre ellas mujeres y niñas, en un campamento de la ciudad oriental de Goma, República Democrática del Congo. (Foto: cortesía Cáritas)
La vecina Uganda también está acogiendo a miles de mujeres y niñas congoleñas que han escapado de violaciones y otras formas de violencia sexual, y todas comparten sus horribles experiencias. Hellen Matenga fue una de las que cruzaron recientemente la frontera con decenas de otras mujeres y niñas tras huir de los combatientes armados en Goma, la principal ciudad del noreste del Congo.
"El M23 atacó nuestra aldea durante la toma de Goma, violando a las mujeres y matando a las que se negaban", dijo la joven de 27 años, conteniendo las lágrimas. "Tres soldados me violaron hasta que perdí el conocimiento, y cuando recuperé el sentido, hui a Uganda para escapar de más violaciones", agregó.
El conflicto en el Congo se deriva de las secuelas del genocidio de Ruanda de 1994 y de la feroz competencia por los ricos recursos minerales del Congo, vitales para las baterías de los vehículos eléctricos y la electrónica. Este año, el grupo rebelde M23 ha intensificado drásticamente la violencia, capturando territorios clave, incluidas las ciudades de Goma y Bukavu.
El Gobierno congoleño informa que al menos 7000 personas han muerto en los combates desde enero. Según las Naciones Unidas, se estima que 7.8 millones de personas están actualmente desplazadas en el Congo. Desde enero, al menos 700 000 personas, solo en Goma, se han visto obligadas a huir de sus hogares.
Las potencias internacionales acusan a Ruanda de armar y apoyar al M23, pero Ruanda afirma que sus fuerzas están actuando en defensa propia contra las amenazas del ejército congoleño y las milicias locales.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha advertido que las partes en conflicto utilizan cada vez más la violación y la violencia sexual como armas de guerra.
"En medio del caos, cientos de niños han sido separados de sus familias, exponiéndolos a mayores riesgos de secuestro, reclutamiento y uso por parte de grupos armados, y violencia sexual", declaró el 13 de febrero la directora ejecutiva de Unicef Catherine Russell, quien añadió que la violencia sexual contra los niños por parte de grupos armados está "superando todo" lo que ellos han "visto en los últimos años".
Los líderes católicos, incluidas las hermanas religiosas activas en la región, dicen que miles de mujeres y niñas han buscado refugio en países vecinos como Uganda, Burundi y Ruanda para escapar de la violencia sexual. El número de personas que huyen aumentó a principios de este año tras la invasión de la región por el M23, dijeron.

Funcionarios de seguridad ruandeses controlan a las personas que cruzan desde la República Democrática del Congo (RDC) hacia Gisenyi, en Ruanda, el 29 de enero de 2025, tras el avance de los rebeldes del M23 hacia Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, ubicada al este de la RDC. (Foto: AP/Brian Inganga)
La violencia sexual, una forma de violencia de género, abarca la violación, el abuso sexual, el acoso, la explotación y la prostitución forzada.
"El abuso sexual es real y está muy presente en la guerra actual", dijo una carmelita teresiana asentada en Goma. La religiosa trabaja para apoyar a los refugiados, en particular a las mujeres y los niños, proporcionándoles artículos de primera necesidad y ofreciéndoles asesoramiento para ayudarles a recuperarse de las experiencias de violencia sexual.
"Las mujeres y los niños son los que más sufren la guerra", puntualizó y añadió: "Son víctimas de violaciones y su dignidad se ve erosionada, sin poder hacer nada porque los agresores están armados".
Un monseñor de la arquidiócesis de Bukavu, que ha trabajado en la región durante más de una década, aseveró que la zona ha sufrido conflictos durante más de 30 años. Durante este tiempo de conflicto, dijo, ha aumentado también la violencia de género dentro de las familias.
La prevalencia de la violencia sexual
Una reciente visita de Global Sisters Report (GSR) a hogares, aldeas y campamentos en las afueras de Goma y Bukavu reveló que muchas mujeres y niñas han sido brutalmente agredidas sexualmente por hombres armados durante las tres décadas de conflicto en el este del Congo.
Muchas personas contaron a GSR que hombres armados, en particular los del M23, las habían agredido sexualmente y violado —incluidos casos de violaciones en grupo— en sus casas, campamentos, escuelas, campos o mientras realizaban otras actividades cotidianas.
Miles de mujeres y niñas huyen a Uganda, Burundi y Ruanda tras ser violadas por rebeldes o soldados en la guerra de la República Democrática del Congo. "Hay muchas víctimas, pero las estamos ayudando a sanar el trauma”, dicen las religiosas
GSR realizó entrevistas a 20 mujeres y niñas de varias familias en Sake, una ciudad cercana a Goma. Cada una de las entrevistadas confirmó que había sido agredida sexualmente por el grupo M23 durante y después de la toma de la ciudad en enero.
En otras entrevistas con más de 50 mujeres y niñas refugiadas en una escuela de Goma, tras huir de los campos de desplazados internos debido al conflicto del M23, GSR descubrió que todas ellas habían sido agredidas sexualmente por el M23, especialmente durante el tiempo en que el M23 invadió la ciudad de Goma a finales de enero.
"He sido violada tres veces por diferentes hombres armados desde enero", dijo una mujer de Sake, quien explicó que esto se ha convertido en una experiencia común desde que los rebeldes se apoderaron de la ciudad. "No creo que haya una sola mujer viviendo aquí que no haya sido violada por estos soldados", aseveró.
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Una religiosa de las Hermanas Oblatas de la Asunción que trabaja como enfermera en Goma dijo a GSR que la situación es tan grave que no han podido llevar la cuenta del número de personas que buscan tratamiento por violación.
"Estamos recibiendo a muchas niñas y mujeres en nuestro hospital", indicó. "No tengo las cifras exactas porque el número sigue aumentando. La crisis de las violaciones solo puede terminar si se detiene la guerra", agregó.
Las Naciones Unidas informaron de un trágico incidente el 27 de enero en Goma, donde al menos 165 mujeres presas fueron violadas y quemadas hasta morir durante una fuga de la cárcel. Esto ocurrió mientras la alianza rebelde M23 se enfrentaba a las fuerzas congoleñas por el control de la ciudad, lo que provocó la fuga de más de 4000 detenidos.
En Bukavu, GSR descubrió que la mayoría de las mujeres y niñas habían huido a la vecina Burundi cuando el M23 avanzó hacia la ciudad. Las pocas que se quedaron fueron víctimas de violaciones por parte del M23 después de que los rebeldes entraran en Bukavu en febrero, según las conclusiones de GSR.
"Las mujeres comenzaron a huir de la amenaza de violación cuando se enteraron de que el M23 se acercaba a la ciudad", dijo un monseñor de la arquidiócesis de Bukavu, quien añadió "No quedaban muchas mujeres, y las que se quedaron fueron víctimas de violencia sexual a manos tanto de los rebeldes como de los soldados congoleños".

Personas desplazadas internamente que huyen del conflicto en curso con los rebeldes del M23 se reúnen en el campamento de Blushagala, en las afueras de Goma, República Democrática del Congo, el 29 de agosto de 2024. (Foto: AP/Moses Sawasawa)
Estos hallazgos están respaldados por la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) que ha informado que casi 80 000 personas han huido del país debido a la inseguridad y a la horrible violencia sexual en medio de los continuos combates en el este del Congo. Esta cifra sigue aumentando a diario. De los desplazados, aproximadamente 61 000 han buscado refugio en Burundi.
Según Acnur, se denuncian 60 casos de violación cada día. En las dos últimas semanas de febrero se denunciaron 895 incidentes a organizaciones humanitarias.
Cuando GSR interrogó en febrero a Willy Ngoma, el portavoz militar del grupo armado M23, sobre las acusaciones de violación contra sus soldados, las desestimó: "Nosotros no hacemos eso. Estamos aquí para luchar y liberar a nuestro pueblo de la opresión de este régimen".
Violación y trauma sexual
La violencia sexual ha tenido profundos efectos psicológicos, emocionales y físicos en muchas supervivientes desde que comenzó la guerra, y estos impactos se han intensificado recientemente. El trauma de ser violada o agredida sexualmente ha dejado a muchas personas destrozadas, asustadas, avergonzadas y solas. Las supervivientes suelen experimentar pesadillas, recuerdos recurrentes y otras experiencias angustiantes.
"Las mujeres y los niños son los que más sufren la guerra: son víctimas de violaciones y su dignidad se ve erosionada": carmelita teresiana sobre guerra en República Democrática del Congo.
Una mujer compartió con GSR sus dificultades para dormir tras un incidente de violencia sexual que sufrió a manos de los rebeldes del M23. Esta madre de cuatro hijos, de 38 años, que reside en Sake, relató cómo varios rebeldes la violaron delante de su familia, incluidos sus hijos, durante un ataque a la ciudad la noche del 23 de enero.
"Seis hombres armados invadieron nuestra casa en mitad de la noche y todos me violaron y mataron a mi marido cuando intentó detenerlos", recordó con el dolor escrito en su rostro.
"Ahora tengo pesadillas todas las noches. A menudo siento como si me estuvieran violando de nuevo y empiezo a gritar pidiendo ayuda en medio del sueño. Me despierto para rezar, pero continúa cuando me vuelvo a dormir", dijo.
En Goma, otra mujer compartió con GSR que su marido la dejó a principios de este año después de que los rebeldes del M23, vestidos con uniformes militares, invadieran su casa la noche del 27 de enero y la violaran delante de él.
"Estoy estresada porque mi marido ya no me quiere de vuelta", dijo la mujer de 30 años, madre de tres hijos, que ahora está embarazada como consecuencia de la violación. "No sé qué hacer con este embarazo. A veces, pienso en suicidarme para olvidar lo que me ha pasado", contó.
Una religiosa carmelita teresiana dijo que las hermanas están intentando con urgencia prestar servicios médicos, de salud mental y socioeconómicos esenciales a las supervivientes de la violencia sexual en el este del Congo. Sin embargo, sus movimientos y su seguridad se han visto restringidos por los rebeldes que controlan la región.
"Cuando algunas de estas mujeres y niñas sufren abusos sexuales, acuden a nosotras por su cuenta", explicó la hermana y añadió: "Las que llegan en las 72 horas posteriores a la violación o agresión sexual tienen suerte porque pueden recibir tratamiento inmediato para prevenir enfermedades de transmisión sexual".
A pesar del peligro constante en Goma y las ciudades circundantes debido a la presencia del grupo M23, la hermana dijo que se sienten "obligadas a buscar a las víctimas de violencia sexual en la ciudad o en sus hogares" cada vez que se enteran de "incidentes de abuso sexual".
Mientras tanto, una religiosa de las Hermanas Oblatas de la Asunción dijo a GSR que ella y sus compañeras han estado proporcionando asesoramiento diario hablando de las experiencias de las víctimas de violencia sexual y el impacto en sus vidas. Este apoyo, aseguró, tiene como objetivo ayudarlas en su proceso de curación y recuperación.
"Hay muchas víctimas, pero las estamos ayudando a sanar el trauma, además de ofrecerles revisiones médicas y tratamiento", expresó. "Nuestra única oración es que esta guerra termine pronto para que todas las mujeres y niñas puedan salvarse de la violación", agregó.
Nota 1: Ameen Auwalii contribuyó con este reportaje desde la República Democrática del Congo.
Nota 2: Este artículo fue publicado originalmente en inglés el 10 de abril de 2025.